El
magister de Biología Cultural cumple un año de vida. Un programa de la Facultad
de Educación de la Universidad Mayor, que es dirigido por el biólogo y
epistomólogo Humberto Maturana Romesín junto a un grupo de destacados
profesores y especialistas en transformación cultural.
La
biología cultural nos ayuda a comprender al ser humano. Una disciplina que nos
parece fundamental para enfrentar las diversas crisis sistémicas que enfrenta
la humanidad. En la política, en la economía, en la educación, en la salud, en
lo medio-ambiental y en general en lo social, existen problemas transversales
que no han logrado resolverse desde el paradigma dominante.
A
nuestro juicio, la gran esperanza de la humanidad, es un masivo cambio de rumbo
hacia una conducta ética que solo puede lograrse con mejor educación. Esa es la
apuesta de la Biología Cultural.
El
primer cambio de mirada, se consigue al observar la vida. La vida es un
torbellino molecular en continua búsqueda de equilibrio y armonía con su
entorno. Las células de un organismo vivo, están permanentemente creando
versiones mejoradas de si mismas, evolucionando. Es una dinámica que fluye en
el efímero presente. Aunque la vida ocurre en un presente cambiante continuo,
los seres humanos no estamos conscientes del cambio. Ni el nuestro, ni el del
entorno y mucho menos, el cambio en los demás. El primer paso entonces, es
reconocer la omnipresencia del cambio.
El
segundo cambio de mirada, se consigue al observar el sistema nervioso. Con el
Profesor Mpodozis, descubrimos que somos seres determinados por nuestra
estructura. Tenemos un mundo interno, que es independiente de la realidad
externa, que genera nuestras emociones y acciones en función de los cambios que
detecta en el medio. Desde este punto de vista, el cambio exterior gatilla
cambios en el interior, determinados por la estructura biológica del organismo. Frente al
cambio, estamos condenados a actuar como humanos. El segundo paso, es aceptar
nuestra humanidad.
El
siguiente cambio de mirada, se logra al reconocer que si el cambio del medio
gatilla nuestros propios cambios, entonces vivimos buscando armonía en un
continuo acoplamiento estructural con el medio. Organismo y nicho, son
biológicamente, un sistema. Un sistema que co-evoluciona. El tercer paso, es
reconocer nuestra estrecha vinculación con nuestro hábitat.
Siguiendo
con otras formas de mirar, el Profesor Adolfo Vasquez nos presenta las propuestas de Sloterdijk, y nos
habla de esferas, burbujas y pompas de jabón, haciendo alusión a que durante
nuestras vidas tenemos distintos nichos, individual y colectivamente. Nacemos
protegidos por el vientre materno, nuestra burbuja inicial y vivimos ampliando
o disminuyendo nuestro nicho, al conocer e interactuar con la biósfera y la
sociedad. En lo colectivo sucede otro tanto. Nacemos en una cultura y tenemos
la facultad de ampliarla hasta la Noosfera (e incluso más allá) o restringirla con
creencias limitantes. El siguiente paso es comprender que tenemos que dedicarnos
a ampliar nuestro nicho.
Cuando
la artista Claudia Madriazo nos propone mirar creativamente a través del arte,
compartiendo una epífanía e instándonos a mirar desde distintas perspectivas,
comprendo que no sólo hay que ampliar el nicho, sino que siempre se puede
ampliar la mirada. Estamos acostumbrados a mirar superficialmente y procesar
información rápidamente, pero también podemos aprender a mirar y percibir
integralmente. El arte es una herramienta que nos demuestra la fuerza de la
creatividad y de la sinergia. Nunca somos dueños de la verdad absoluta. El paso
subsiguiente es reconocer que siempre podemos ampliar nuestra mirada.
Y
cuando Peter Senge, destacado escritor y economista, nos habla de ó más bien
nos demuestra lo que es un liderazgo respetuoso, todo hizo más sentido.
Compartió con nosotros sus dudas respecto de las características de un líder,
la importancia de la educación; los cambios en sus propias creencias y también
participó en nuestras actividades con entusiasmo y humildad. El liderazgo del
siglo 21 es una tarea colectiva. La educación ayudarnos a formar líderes
respetuosos sin egos exacerbados. El paso adicional consiste volvernos más
humildes y respetuosos.
Entonces
parece lógico que el siguiente paso sea que Ximena Dávila nos proponga una vida
más amorosa. Los seres humanos son biológicamente amorosos y es el amor lo que
nos da bienestar. Aunque por experiencia, sabemos que también podemos cultivar
el desamor; es este desamor lo que nos enferma. Nuestra sociedad está enferma
por falta de amor. El gran paso hacia la
salud y el bienestar es aprender a amar.
Finalmente
las eras psíquicas de la humanidad nos demuestran que nuestra sociedad ha
perdido estos conocimientos ancestrales de una época pretérita de cultura
matrística, que debiéramos volver a construir:
- Somos seres vivos, en cambio permanente
- Somos seres humanos, biológicamente amorosos
- Co-evolucionamos con nuestro hábitat...la sustentabilidad es esencial
- Debemos ampliar nuestra perspectiva y nuestro conocimiento, educarnos
- Nuestro ego es un enemigo del bienestar, tenemos que controlarlo