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lunes, 24 de abril de 2017

Creativos Culturales

La creciente sensación de que el materialismo científico predominante nos ha llevado a una crisis sistémica, ha provocado una reacción en las generaciones más jóvenes. Ellos no aceptan el mundo esencialmente desconectado y exclusivamente material, propugnado por la generación que hoy tiene el poder. Es aquel mundo de las jerarquías religiosas y políticas,  que postulan verdades incontrovertibles, el mundo que está en franca descomposición y que todos los jóvenes (incluyendo los de espíritu) quieren arreglar. 
Las nuevas generaciones, reconocen la interconexión biológica fundamental de la ecología profunda y además, proponen una interconexión emocional que permea todo lo que hacemos. Son sensibles y sociales. Valoran la intuición y los sentimientos. Son probablemente más humanos. Para ellos, el mundo es más energético y menos económico.
Los creativos culturales creen en el poder de la imaginación y de la innovación. Son conscientes de que sus pensamientos crean realidades y que las intenciones tienen energía. Y por eso, basan sus vidas en la fuerza del emprendimiento y del potencial de la economía creativa. Tienen sólidos valores, aunque no son religiosos. Procuran ser auténticos y flexibles. Poseen mentes mucho más elásticas que las generaciones anteriores, probablemente porque están muy conectados vía redes sociales y la internet.
Esta generación, a veces se conoce como los milenials. O la generación Y. Son políticamente independientes, idealistas y a veces, activistas. Quieren ser actores en la creación de este nuevo mundo que está por surgir durante el siglo XXI. Aunque intentan vivir en el presente, dependen mucho de su imaginación y gastan mucho tiempo en el mundo virtual. 
Están destronando a los fundamentalistas del pasado, pero no parecen conformar un grupo sólido, sino que se aglutinan en torno a causas que consideran loables. Tienen ideas de allá y acá. Dispersas y desconectadas, pero su fuerza será irresistible. Cuando comprendan que ellos son representantes de un cambio de era en la conciencia humana y puedan proponer una mirada sistémica de sus intuiciones, no solo tendrán el control del poder, sino que serán los conductores de la nueva humanidad. 
Así como los ecologistas fueron los últimos exponentes conscientes de una generación depredadora y competitiva, los creativos culturales serán la bisagra del cambio hacia una propuesta de una Humanidad más benevolente y colaborativa. Pero no todo será fácil para ellos. Sus propios padres, no los comprenderán. Serán una generación psicológicamente huérfana. Además, tendrán que vivir en una era donde la tecnología será todopoderosa y las discusiones éticas sobre los límites del mejoramiento humano vía la tecnología serán determinantes. Vivirán más tiempo que sus antecesores, pero su época será turbulenta. 
Confiemos en la creatividad que los caracteriza y el inmenso potencial de su imaginación colectiva y tengamos esperanza en que sabrán responder al desafío del cambio sin violencia. 

martes, 18 de abril de 2017

Ecología Profunda

La actual cosmovisión predominante en el mundo, es el materialismo científico. Un sistema de creencias que propone una realidad material, independiente del observador, que podemos conocer completamente usando la razón y la ciencia. Reconoce solo la realidad exterior y los hechos comprobados por la ciencia. Lo que nuestra ciencia aun no descubre, no parece existir. Esta visión, evidentemente obsoleta, ha generado una sociedad individualista, egoísta e irresponsable. Y le ha dado al ser humano el carácter de depredador. 
En contraposición a esta postura, se han generado una serie de movimientos, que proponen miradas diferentes. En este artículo, exploraremos la Ecología Profunda, una visión ecocéntrica de la realidad, que pretende reconocer el carácter sagrado de la naturaleza. Algo que los nativos americanos y nuestros pueblos originarios sabían. Uno de sus exponentes más destacados fue el recién fallecido Douglas Tompkins, un multimillonario filántropo que donó al Estado chileno, miles de hectáreas de bosques patogónicos, para conservación. 
Aquí comentaremos sus principios más relevantes, sin pretender agotar todas las implicancias de cada idea. No creemos en las visiones fundamentalistas. Por eso, mencionamos solo aquellos postulados que corrigen nuestra actual perspectiva y ofrecemos una versión amable de esta cosmovisión.
1) Toda la vida, en sus diferentes formas, es valiosa y sagrada, independiente de su utilidad para los humanos. 
2) Las diferentes formas de vida están profundamente interconectadas. No hay ninguna más valiosa que otra. 
3) La diversidad e interconexión de un ecosistema es señal de salud biológica. Los humanos no deben desequilibrarlos, salvo para sus necesidades vitales.
4) La sobrepoblación humana está afectando progresivamente los frágiles equilibrios naturales. 
5) Los ecosistemas se autorregulan. El cambio climático es una expresión de esto.
6) Los humanos pueden vivir mucho mejor con mayor sencillez. 
7) Los humanos tenemos la responsabilidad de cuidar y proteger el medio ambiente. 

Reconozcamos que el ser humano tiene una enorme responsabilidad ecológica que no ha sabido ni querido asumir. Esto no puede seguir así. Este movimiento, que pone al medio ambiente al centro de nuestra preocupación, nos ruega que como especie, seamos menos soberbios y más respetuosos. No vivimos solos. 

Hay personas que no quieren aceptar nuestra responsabilidad en el cambio climático. Incluso hay gente que piensa que no es efectivo. En mi opinión, están equivocados, pero no pretendo cambiarlos. Lo que propongo es que la educación se haga cargo de enseñar ecología desde temprana edad. Cuando comprendamos como actúa la vida, sabremos lo que hay que hacer. Eduquemos para la supervivencia de la especie humana en base al respeto por nuestro hábitat. Eso me basta.





miércoles, 12 de abril de 2017

Juntos

Vivimos en un mundo intrincadamente interconectado. Habitamos un cosmos de infinitas relaciones. Compartimos una biosfera profundamente interdependiente. En la Tierra todo está relacionado. Nada es casualidad en la trama de la vida. Viajamos juntos en una aventura evolutiva que apunta conectarnos aun más. Estamos juntos.

La evolución es el mecanismo que usa la naturaleza para aprender. La Madre Naturaleza, experimenta con diferentes organismos, buscando encontrar aquel que viva en armonía con el ambiente medio y lo nutre con energía vital para que siga viviendo. La vida aprende evolucionando. Y durante un proceso de millones de años, ha evolucionado desde la bacteria, hasta el hombre. En este lapso ha creado una criatura que es consciente de su existir. El ser humano.

No debería extrañarnos mucho, porque si consideramos que aprender es tomar conciencia de algo que no sabíamos antes, también podemos decir que aprender es expandir nuestra conciencia. La obvia inferencia de esto es que la evolución es una herramienta que usa la naturaleza para tomar conciencia de ella misma. La vida evoluciona para conocerse mejor. 

Pareciera que la evolución explora el inmenso potencial de la vida. Prueba todas sus versiones, examina sus posibilidades. Elimina los organismos que no se adaptan con su medio ambiente y propone nuevos desafíos a las especies que si son capaces de replicarse exitosamente. Hasta que agota esas posibilidades.  

Con el hombre, la vida ha llegado al máximo potencial del organismo multicelular individual. Ha producido una criatura que tiene conciencia. Un gran explorador, que puede ayudarla a adquirir más conciencia aún. ¿Como? 
Si la evolución repite las estrategias que históricamente han sido exitosas, entonces el siguiente paso evolutivo no sería transformar físicamente al hombre. Sería convertirlo en una agrupación humana fuertemente cohesionada. Transformarlo en un organismo colectivo, en una sociedad viva. En la Humanidad, entendida como unidad. 

Ya lo hizo con los insectos. Algunas especies de insectos, como las hormigas y las termitas, se volvieron sociales y ya no funcionan como individuos independientes. Viven como un grupo ordenado, con la misión e intención de replicarse indefinidamente. Colectivamente son capaces de lograr comportamientos asombrosos. 

Y también lo está haciendo con los seres humanos, que en una primera etapa se han agrupado en ciudades y países. Pero ahora están comunicándose a través de la tecnología. Hiperconectados y globalizados. Internet es como el sistema nervioso de la Humanidad. La economía es el sistema circulatorio de la Humanidad. Y durante el siglo 21, es probable que caigan los límites de las naciones y que los individuos adquiramos una conciencia planetaria. El desafío evolutivo es que los humanos aprendamos a actuar como equipo. Que actuemos juntos.

Para cumplir este encargo evolutivo, los humanos tendremos que encontrar una estrategia de sobrevivencia que nos permita convivir en el respeto mutuo. Tendremos que comportarnos como si fuésemos células de un organismo mucho mayor: la humanidad.

Tendremos que aprender a buscar nuestro bienestar individual, sin poner en peligro el bienestar de la especie. Esa es la enorme tarea que tiene la educación. Avanzar hacia una democracia planetaria, hacia un modo de vivir verdaderamente humano. A considerarnos una gran familia de humanos. A relacionarnos a través de la emoción que sustenta la supervivencia de nuestra especie: el amor. 

Tan iguales que nos veamos en el otro pero tan diferentes que robustezcamos a la Humanidad. Tan unidos que el dolor del otro nos afecte con igual intensidad pero tan separados que podamos reaccionar con independencia. Tan conectados que podamos coordinar nuestros actos instantáneamente pero tan autónomos como para elegir con libertad. Tan comprometidos que estemos dispuestos a vivir o morir juntos. Tan juntos que nos sintamos uno solo.



miércoles, 5 de abril de 2017

El aprendizaje autónomo

Pienso que la capacidad para aprender en forma independiente y autónoma, es la principal destreza que podemos adquirir para la vida en el siglo XXI. No solo eso, me parece que es uno de los desafíos más urgentes y desafiantes que tiene el ser humano por delante. Además, es una tarea prioritaria para colegios y universidades, ya que los conocimientos impartidos quedan obsoletos a una velocidad sorprendente. Y a menos que las instituciones pretendan formar marionetas que vuelvan permanentemente a sus aulas para actualizarse, tienen la obligación de preparar a sus estudiantes para que al egresar, continúen su educación en forma independiente. 
Lamentablemente, los educadores le tienen terror al aprendizaje autónomo. Como si fuese una lápida para la profesión más hermosa que existe. Pero el auto-aprendizaje no elimina al profesor. Lo transforma. Deja de ser un titiritero. Se convierte en una inspiración. El aprendizaje independiente es el fruto más jugoso de una educación más natural y evolucionada. Y sería una luz orientadora dentro del oscuro caos educativo que vivimos. 
Piénsenlo de este modo...
El aprendizaje autónomo requiere que el estudiante aprenda a aprender. Y que se haga responsable de su educación. Que tenga iniciativa para explorar y motivación para buscar conocimientos. Exige que el estudiante persevere, hasta lograr comprender el fenómeno que estudia, en la profundidad que él mismo defina. Transforma el aprendizaje en un desafío de superación. 
Aprender sin muletas, requiere una disciplina inagotable, un deseo intenso de progresar, una voluntad férrea para comprender. Aprender por el gusto de aprender, es la mejor receta para disfrutar de la vida. Hoy, no hay límites para la cantidad de conocimientos que podamos adquirir. Son recursos valiosos e ilimitados que pueden alimentar nuestra capacidad de asombro y vestirnos de sabiduría. El universo es demasiado maravilloso para no experimentarlo en toda su grandiosa plenitud. Vivir sin tomar consciencia de la fantástica oportunidad de aprender, no merece llamarse vida. 
La vida es aprendizaje. O mejor dicho, la vida es una oportunidad de aprender... que se extingue si no la revestimos de curiosidad. Vivir tomando consciencia de lo que sucede, es vivir profundamente. Solo así, experimentándola plenamente, la vida vale la pena. Aprovechar al máximo nuestra mente para explorar los misterios de la realidad y usar nuestra imaginación para resolver los problemas que nos propone la existencia, es un juego que puede y debe disfrutarse. 
Quiero sugerirles que usen el aprendizaje autónomo para explorar a fondo sus intereses, para refinar sus intuiciones, para desarrollar al máximo sus talentos y para fomentar su ingenio. ¡Somos capaces de hacer posible lo imposible! Somos poderosos algoritmos para  aprenden a aprender... 
Creo que orientar nuestra existencia hacia la búsqueda de conocimientos que verdaderamente nos interesen, permite que vivamos tan motivados como el explorador de territorios desconocidos que cada jornada disfruta de hermosos paisajes, originales y sorprendentes. Tal vez el aprendizaje autónomo sea la forma de vivir más reconfortante que nos permite el presente.