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martes, 10 de diciembre de 2019

La inteligencia se puede aumentar

La educación tradicional está en crisis en el mundo entero porque fue diseñada en base a premisas falsas. Muchas. Tantas que no hay suficiente espacio en esta tribuna para exponerlas. Nos concentraremos por tanto, en algunos de los mitos más significativos: los que dicen relación con ideas obsoletas respecto del cerebro humano, que afortunadamente la neurociencia se ha encargado de desmentir.
En efecto, la idea de que el cerebro humano funcionaba como un recipiente que podía recibir y guardar diferentes contenidos dio lugar a una educación memorizante, diseñada buscando eficiencia industrial, como si el proceso formativo óptimo fuese seguir la ruta de una línea de producción, agregando al recipiente, contenidos estandarizados para obtener al final del proceso, cerebros dotados de similar capacidad para procesar información.
En esta errónea idea (predominante hace un par de siglos o más, cuando se diseñaron los sistemas educativos tradicionales), dio origen a la división del proceso educativo en diversas disciplinas, algunas más importantes que otras, al currículo nacional y a la proliferación de las pruebas de alternativas. Estos engendros bajaron la calidad educativa en forma dramática y algunas de estas ideas aunque añejas, se perpetúan por la estructura conservadora del sistema educativo. Nada es más difícil que cuestionar creencias profundamente arraigadas. Por eso, cambiar estas premisas obsoletas resulta un desafío tan urgente como complicado. 
Hoy sabemos que el cerebro humano es muchísimo más complejo de lo que jamás imaginamos. Es, tal vez, la estructura más compleja del Universo. Por eso usaré algunas metáforas que pretenden describir de mejor manera como funciona esta joya evolutiva que tenemos los humanos. Y advierto desde ya, que toda metáfora es peligrosa, limitada y reduccionista y solo la usamos con finas didácticos para ilustrar el problema. 

Hoy sabemos que el cerebro humano se parece más a una antena receptora-transmisora que se está continuamente perfeccionando. Una antena que puede transmitir y recibir simultáneamente. Con la tendencia natural a sintonizar con la información que le resulta interesante o relevante. Y al mismo tiempo, reaccionar al estímulo que está percibiendo, descartándolo por irrelevante o poniéndole más atención para procesarla mejor (tal como escogemos música al recorrer el dial).

Las implicancias del cambio de metáfora cerebral, desde el recipiente vacío que se llena con los conocimientos del profesor, a la antena bidireccional que selecciona la información que es relevante en ese instante, tiene enormes implicaciones. Por ejemplo: 

  • El ambiente emocional del aula es de primordial importancia.
  • Si el contenido no le es relevante, no será procesado por el estudiante.
  • El interés del estudiante debe primar en la materia que se trata. 
  • El aprendizaje es consecuencia de la relevancia de la materia para el alumno.
No es la única metáfora que podemos aplicar al cerebro humano con los conocimientos de vanguardia que nos brinda la neurociencia:
También podemos hacer una analogía entre un cerebro y un músculo. Así como podemos entrenar al músculo para que adquiera más fuerza o flexibilidad, según el ejercicio que hagamos; también podemos entrenar al cerebro para que sea más poderoso al procesar información, especializándolo en resolver un tipo de problemas; o podemos prepararlo para resolver situaciones inéditas y así, darle flexibilidad. La estructura neuronal del cerebro está continuamente evolucionando. Adaptándose al uso que se le da. Al igual que un músculo, el funcionamiento óptimo del cerebro está dado por un equilibrio entre su eficiencia para procesar información y su flexibilidad para adaptarse a nuevas circunstancias. 

Las implicancias de esta analogía, nos permite corregir la idea de que la estructura neuronal queda definida en la infancia y que la inteligencia es una característica de una persona. No es así:

  • El cerebro es plástico. Siempre está adaptándose a la circunstancias. 
  • La capacidad para resolver problemas se puede entrenar. 
  • La creatividad también. 
  • La inteligencia siempre se puede mejorar y esa es la principal tarea de un profesor.
Estoy convencido de que si los profesores se tomaran en serio los avances de las ciencias cognitivas, hace rato que habríamos reformado el sistema educacional, tendríamos educación personalizada, mejores aprendizajes y estudiantes más realizados. Solo así, daríamos un salto cuántico hacia la calidad educativa. 

Pues bien, si hubiese que escoger solo una de las nuevas premisas para rediseñar la alicaída educación, yo comenzaría con la última: La misión del profesor es aumentar la inteligencia de sus estudiantes. Desde allí, se puede construir una nueva educación, con el gran propósito de mejorar la capacidad del ser humano para resolver problemas complejos.