La
vida es nuestra mejor universidad. Desde nuestra concepción, en un proceso
continuo hasta nuestra muerte, aprendemos. La neuroplasticidad permite a
nuestra mente cambiar y adaptarse, en función de nuestras experiencias. Somos,
literalmente el resultado de nuestra historia. Durante toda la vida
evolucionamos cambiando nuestra forma de entender al mundo, madurando.
En
consecuencia, somos seres dinámicos, cambiantes. Nacemos inmaduros y curiosos.
Vivimos buscando respuestas. Nuestra ingenuidad e imaginación y en alguna medida
nuestra soberbia, nos impulsan a crear mundos de fantasía. Mundos que confundimos con
la realidad. Construimos mapas para vivir en esos territorios, basándonos en
nuestras creencias. Esos mapas se convierten en paradigmas. Son hijos de
nuestra historia y nuestros tiempos e intentan explicar la realidad desde
nuestra perspectiva. Pero son incompletos. No se puede explicar la realidad
desde un solo punto de vista.
La
inevitable consecuencia de nuestro vivir es que nos encontramos con crisis
existenciales, cuando constatamos que la realidad no calza con nuestras
creencias. Nos enfrentamos a una encrucijada. Entonces tenemos 2 posibilidades, desechar la anomalía o cambiar
nuestras opiniones y madurar expandiendo nuestra conciencia y modificando el
mapa para incorporar el aprendizaje adquirido.
En
el primer caso, cuando no cambiamos nuestro pensamiento, seguiremos
comportándonos como siempre y utilizando el mismo mapa. Nos resistimos. Nuestra
obstinación nos llevará a encontrarnos nuevamente con esa anomalía. La vida
volverá a proponernos la lección que no aprendimos. Tal vez en otro contexto y
envuelta en otras circunstancias, pero esta vez será más difícil obviarla. La
lección es más dura cuanto más demoremos en aceptarla. Este ciclo se repetirá
hasta que finalmente logremos aprender la lección y podamos continuar con
nuestro proceso de aprendizaje.
Quien
mantiene sus dogmas, sufrirá las consecuencias.
En
el segundo caso, fluimos. Cuestionamos el paradigma, aprendemos la lección y
continuamos nuestro camino en busca de nuevas experiencias para madurar,
modificar nuestro mapa de la realidad y expandir una vez más nuestra
conciencia. Así vamos desarrollando nuestro potencial hacia una conciencia más
plena e integral.
Quien
flexibiliza sus ideas, progresará hacia su verdadero potencial. Cambiar no solo es bueno. Es necesario.
La
vida es un proceso educativo que nos invita a madurar cuando estamos en
condiciones de aprender la lección. ¡Aceptemos la invitación!
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