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viernes, 11 de octubre de 2013

El gran desafío


El gran desafío del ser humano es identificar las emociones que lo limitan y cambiarlas por emociones que lo potencian. Es algo que aprende poco a poco, paso a paso, equivocándose y adaptándose. Esa es su auténtica evolución. Esa es su verdadera educación.

Cambiar por ejemplo, el miedo por curiosidad. Aprender a tener el coraje de enfrentar nuestros miedos y probar nuestro temperamento para satisfacer esa característica inquietud por encontrar la verdad, que traemos desde la cuna y olvidamos por cansancio o impaciencia. Vivir explorando.

Cambiar el egoísmo, ese espejismo que nos presenta una imagen distorsionada de nosotros mismos, por la autenticidad. Aceptando nuestras limitaciones y agradeciendo nuestros talentos. Cambiar el deseo de conquistar por nuestra verdadera identidad. Vivir sabiendo quienes somos.

Cambiar la seguridad del orden por la tranquilidad de la integridad. Esa serenidad propia de quien, siendo fiel a sus principios puede recorrer territorios desconocidos, consciente de que puede equivocarse. Dejar de pedir permiso, estando dispuesto a pedir perdón. Vivir correctamente.

Cambiar el éxito, esa engañosa ilusión del mundo externo, por la superación. Ese trabajo permanente de convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos, que nos permite dormir bien y levantarnos con entusiasmo. Impedir que nuestro ego se conforme. Saber cuanto es suficiente y cual es nuestra deuda. Vivir mejorando.

Cambiar el sentido de pertenencia, la sensación conformista de ser parte de un grupo y querer encajar en él, por la inconfortable sinergia. Dejar de escondernos en un grupo y empujarlo hacia nuevos horizontes. Ese proyecto extraordinario e inesperado que permite superarnos colectivamente. Vivir intentando.

Cambiar el simple aprendizaje, la acumulación de información y lecciones por la capacidad de síntesis. Concentrando nuestras capacidades en aquello que realmente es significativo y dejando potencial disponible para el paso adicional. Tener visión de conjunto. Vivir con sentido.

Cambiar nuestra vida, toda la riqueza de nuestra propia experiencia, por una idea. Por una revelación profunda que contribuya a sumarse a otras ideas, también dignas de vidas humanas, e incorporarse en el libro sagrado que relata la aventura de nuestra especie en busca de la trascendencia. Vivir para dejar nuestro aprendizaje como legado. Vivir cambiando, para morir feliz. Solo esa forma de vivir es vida. Nuestro gran desafío...

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