El
gran desafío del ser humano es identificar las emociones que lo limitan y
cambiarlas por emociones que lo potencian. Es algo que aprende poco a poco,
paso a paso, equivocándose y adaptándose. Esa es su auténtica evolución. Esa es
su verdadera educación.
Cambiar
por ejemplo, el miedo por curiosidad. Aprender a tener el coraje de enfrentar
nuestros miedos y probar nuestro temperamento para satisfacer esa
característica inquietud por encontrar la verdad, que traemos desde la cuna y
olvidamos por cansancio o impaciencia. Vivir explorando.
Cambiar
el egoísmo, ese espejismo que nos presenta una imagen distorsionada de nosotros
mismos, por la autenticidad. Aceptando nuestras limitaciones y agradeciendo
nuestros talentos. Cambiar el deseo de conquistar por nuestra verdadera
identidad. Vivir sabiendo quienes somos.
Cambiar
la seguridad del orden por la tranquilidad de la integridad. Esa serenidad
propia de quien, siendo fiel a sus principios puede recorrer territorios desconocidos,
consciente de que puede equivocarse. Dejar de pedir permiso, estando dispuesto
a pedir perdón. Vivir correctamente.
Cambiar
el éxito, esa engañosa ilusión del mundo externo, por la superación. Ese
trabajo permanente de convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos, que
nos permite dormir bien y levantarnos con entusiasmo. Impedir que nuestro ego
se conforme. Saber cuanto es suficiente y cual es nuestra deuda. Vivir
mejorando.
Cambiar
el sentido de pertenencia, la sensación conformista de ser parte de un grupo y
querer encajar en él, por la inconfortable sinergia. Dejar de escondernos en un
grupo y empujarlo hacia nuevos horizontes. Ese proyecto extraordinario e
inesperado que permite superarnos colectivamente. Vivir intentando.
Cambiar
el simple aprendizaje, la acumulación de información y lecciones por la
capacidad de síntesis. Concentrando nuestras capacidades en aquello que
realmente es significativo y dejando potencial disponible para el paso
adicional. Tener visión de conjunto. Vivir con sentido.
Cambiar nuestra vida, toda la riqueza de nuestra
propia experiencia, por una idea. Por una revelación profunda que contribuya a
sumarse a otras ideas, también dignas de vidas humanas, e incorporarse en el libro sagrado que relata la aventura de nuestra especie en busca de la trascendencia. Vivir para dejar nuestro
aprendizaje como legado. Vivir cambiando, para morir feliz. Solo esa forma de vivir es vida. Nuestro gran desafío...
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