En la misma orientación con la que
nuestros legisladores quieren mejorar la calidad de la educación (evaluando los
conocimientos de los egresados de pedagogía con la prueba Inicia, que mide
conocimientos y pretende ser habilitante y obligatoria), quisiera proponer una
mejoría en la calidad de nuestros políticos exigiendo que también pasen una
prueba, después de elegidos pero antes de ejercer como legisladores. Una prueba
de coherencia podría ser una ambiciosa posibilidad. Y por supuesto, me conformo
con que además tengan al menos los 550 puntos que le exigen al futuro profesor.
No me opongo a mejorar la calidad de
nuestros profesores. Todo lo contrario. Apruebo la idea de subir las exigencias
a quienes estudien pedagogía. Necesitamos atraer a los mejores a la educación.
Lo que me parece injusto es que una vez
que esos futuros profesores decidan estudiar pedagogía, a pesar del sacrificio
económico y de status social que implica la decisión, deban esperar a terminar
sus estudios (5 años), para saber si podrán ejercer en una escuela pública.
Egresados de sus carreras, acreditadas
por el estado y titulados por universidades también acreditadas; igual dependen
del resultado de una prueba estandarizada de conocimientos para ejercer su
profesión. Entonces, ¿de qué sirven esas acreditaciones? ¿Acaso el estado no
debe asumir la responsabilidad de haber acreditado esas carreras? ¿Qué tipo de
garantía nos da la acreditación de una universidad? Parece que ninguna.
Poner los mejores años de nuestras vidas
en juego en una prueba de dudosa reputación, no parece una decisión racional.
La obligación de la universidad de entregar un semestre adicional a esos
egresados, es peor. Si no pudo en 5 años remunerados entregar una formación de
calidad, menos lo podrá hacer en 6 meses gratis.
En estas condiciones, no vale la pena
estudiar pedagogía. Si alguien tiene vocación de servicio, existen alternativas
sin tantos riesgos, más reconocidas y mejor remuneradas por la sociedad.
No señores políticos, no están atrayendo
a los mejores. ¡Están ahuyentando a los valientes!
Pónganse
ustedes en el caso de que después de obtener la nominación, de desplegar una
onerosa campaña y después de ganar la votación, tengan que dar además una
prueba de conocimientos que demuestre que pueden legislar. ¿Estarían
dispuestos?
Si
les parece ridículo, consideren que la gran mayoría de los chilenos desean
mejorar la calidad de los políticos, tanto como mejorar la calidad de los
profesores. Y probablemente si lo sometemos a votación, mejorar los políticos
sería prioritario. ¿Preguntemos?
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