Quisiera reiterar algunas conclusiones acerca de la reciente
Carta Encíclica “Laudato Si” del Papa Francisco, sobre el cuidado de la casa
común. En este extraordinario documento, que intuimos tendrá enorme importancia
en la expansión de conciencia que requiere la Humanidad para superar la
Postmodernidad, vemos una continua referencia a la profunda interconectividad
entre todas las cosas, en una crítica dura y directa a la mirada fragmentada que
acostumbramos a tener y muy especialmente, al poder que hemos asignado al
dinero. La frase: “Todo está conectado” se repite casi majaderamente, como
reconoce en el Capítulo Cuarto: Una Ecología Integral. Y luego en el párrafo
siguiente, hace una declaración que puede parecer sorprendente para aquellos
que no conocen la biología-cultural: “No hay dos crisis separadas, una
ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental”. La
crisis de convivencia entre los seres humanos (organismo) y la crisis
medio-ambiental (nicho) son síntomas de que no pensamos en el bien común, sino
que estamos atrapados en un paradigma postmoderno basado en criterios
económicos. Ambas son, en definitiva, manifestaciones de una crisis relacional.
El Papa Francisco propone “apostar por otro estilo de vida” y tomar “conciencia
del origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido” y
“despertar a una nueva reverencia ante la vida”. Un auténtico “desafío
educativo”, según sus propias palabras. Es una carta que habla de luchar contra
la fragmentación y reconocer la profunda interconectividad de los fenómenos
complejos. Hay mucha Ciencia detrás de la propuesta Papal: Biología, ecología,
economía, sociología y sobre todo, complejidad.
Si desde Chile, Humberto Maturana, un científico de prestigio
mundial, propone una forma de
relacionarnos basada en el amor y el respeto, al otro lado de la cordillera, el
Papa Francisco, líder espiritual de la mayoría de los chilenos y argentinos,
nos propone algo muy similar. Siguiendo los pasos que nos proponen estos
“maestros”, podemos avanzar hacia la Post-postmodernidad. La estatura moral de
ambos referentes supera con creces la altura de la cordillera de los Andes y nos
permite reconocernos como hermanos con un proyecto común.
En una curiosa circunstancia, cuando el mundo se enfrenta a
una crisis global generada por el inefable progreso económico, científico y
tecnológico de los países del Norte, se escuchan las voces desde los países del
Sur proponiendo un urgente cambio en la definición de progreso y proponen
concentrarse en el progreso social y moral. El cambio de rumbo que la Humanidad
necesita se genera en la reflexión profunda y el comportamiento conscientemente
ético.
No es extraño entonces que un científico y un líder
espiritual coincidan tanto. Ambos entienden el progreso como una forma de vivir
basada en el respeto por la vida y el amor al prójimo. Ambos proponen combatir el
cáncer de la indiferencia que nos está exterminando. Hoy, Ciencia y Religión
parecen estar de acuerdo. Ambas apuntan al “Sur del Mundo”. Argentina y Chile
podrían avanzar hacia una forma de convivencia mucho más democrática y
respetuosa y demostrar que el cambio de era psíquica comienza como un cambio
cultural.
Esa es al menos, la esperanza que motiva esta reflexión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario