La
obsolescencia del currículum nacional es tan evidente como preocupante.
Evidente porque las competencias y conocimientos que necesitan los nativos
digitales son muy diferentes a las que pretende el Mineduc. Preocupante porque
la ceguera de nuestras autoridades puede prolongar esta situación mucho más
allá de lo aconsejable. Estamos mutilando a las nuevas generaciones. Con razón
protestan.
Como
se ha catalogado, “la mejor idea jamás pensada”, la evolución, debe ser una de las materias más relevantes del nuevo
currículo. Tenemos que preparar a nuestros estudiantes, para el cambio continuo
e inexorable. Necesitamos enseñarles a vivir en las 4 dimensiones del
espacio-tiempo. Nuestra juventud debe acostumbrarse al dinamismo propio de la
vida y desarrollar una visión de largo plazo. Los jóvenes también necesitan
comprender el concepto de sustentabilidad para forjar una sensibilidad
medio-ambiental que respete nuestro hábitat. Y al estudiar ecología, podrán percibir
la profunda interconexión que caracteriza a todos los ecosistemas. Aprender
sobre los procesos evolutivos es tomar conciencia de nuestro lugar en el
universo, de la creatividad de la vida y de la historia de la Humanidad. A
mayor abundamiento, nos permite tomar conciencia de la responsabilidad que
hemos adquirido en el destino de nuestro planeta.
La
segunda gran disciplina que debiera incorporarse al currículo es la complejidad. La mayoría de los
fenómenos naturales, sociales, económicos y políticos son de carácter complejo.
Son fenómenos no-lineales. Insistir en el pensamiento lineal y en intentar
solucionar problemas dividiéndolos en partes, es desconocer que hace tiempo
hemos dejado atrás la era industrial y que estamos viviendo en la era de la
información y el conocimiento. Nuestros jóvenes deben comprender la
multi-causalidad, la hiper-sensibilidad de los sistemas autorregulados, la
emergencia y los atractores. En especial, deben dominar el concepto de
sinergia: el todo es más que la suma de las partes. Esto les permitirá apreciar
el potencial del trabajo en equipo y fomentar la colaboración como estrategia
para resolver los problemas sistémicos. La verdadera razón de que en nuestro
currículo se omita esta disciplina es sencillamente que los que deciden no la
entienden. Así de sencillo y así de penoso.
Existen
otras disciplinas importantes, pero me conformaría con incluir el bienestar. Podemos aprender a ser
felices, a “estar bien” con nosotros mismos y con nuestros semejantes y a vivir
una vida plena y llena de sentido. Lamentablemente nuestra educación se
concentra más en corregir nuestros errores y hacernos competir por
calificaciones, castigando a quien desee transitar su propio camino. Esto debe
corregirse. Los jóvenes merecen la oportunidad de desarrollar sus propios
talentos, encontrarse con su “elemento” y trazar su destino en función de sus
propios intereses y de la contribución que pueden aportar con su especial diversidad.
Esta verdadera aberración, ya se ha comenzado a corregir y actualmente hay muchos
países donde ser feliz no es pecado y el derecho al bienestar individual es
respetado. Los hábitos saludables, el desarrollo de una personalidad íntegra,
noble y equilibrada orientada hacia la realización personal, respetando los
valores universales de convivencia, debe ser prioridad en los tiempos que
vivimos.
Hoy
por hoy, no podemos hablar de educación de calidad sin hablar de estos temas.
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