Steve Jobs acuñó el término “conectar los puntos”,
refiriéndose a descubrir las conexiones entre las experiencias vividas y
aprovecharlas para encontrar oportunidades, aprender o resolver problemas.
Cuando hablamos de educación para conectar, no sólo estamos pensando en una
educación que permita conectar neuronas y generar una arquitectura neuronal más
compleja. Estamos usando la expresión como símbolo para educar en un mundo que
está totalmente interconectado, pero en forma no evidente. Por eso hablamos de
conectar los aprendizajes, de conectar el currículo y de conectar la educación
con el mundo real; la teoría con la práctica, la experiencia con la reflexión y
en ese conectar, generar sinergías o revelaciones que nos lleven hacia nuevos
descubrimientos.
Vivimos en un mundo de creciente complejidad, un mundo
cada vez más interconectado, como el mundo virtual de Jobs. Y tenemos que
preparar a nuestros jóvenes para habitar la complejidad.
Pensamos que es necesario conectar el hemisferio
derecho de nuestro cerebro con el hemisferio izquierdo; la emoción y la razón;
al exterior y el interior, a Darwin y a Jung, a la ciencia y el humanismo; al
consciente y al inconsciente.
Creemos que hay conexiones entre el pasado, el
presente y el futuro. Todo el pasado se ha confabulado para materializar este y
solo este presente. Y en el presente se incuba el futuro. Lo que ha de suceder,
está latente, presente, en una serie casi infinita de posibilidades. Solo que
no estamos habituados a ver las relaciones o a dimensionar las probabilidades
de ocurrencia de ciertos fenómenos a partir de nuestras acciones. Al
acostumbrarnos a reconocer tendencias, patrones y consecuencias, comenzaremos a anticipar con mayor certeza.
No solo estaremos más preparados para enfrentar cualquier presente, sino que
estaremos capacitados para influir en el futuro. Somos responsables del pasado,
del presente y del futuro.
Cuando somos capaces de mirar al pasado y detectar
nuestras equivocaciones, recién entonces podemos comprender que el aprendizaje
sólo se logra en el error. Cuando contrastamos alguna anomalía que no cuadra
con nuestro modelo de la realidad. Nadie se equivoca a propósito. Es algo que
simplemente ocurre. Entonces, al
establecer una relación entre el error y el modelo, aprendemos y corregimos nuestra
interpretación. Por todo esto, necesitamos una educación para conectar.