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lunes, 28 de noviembre de 2016

Las energías sutiles


Recibí este video de un amigo, hoy a primera hora, en el día de mi cumpleaños. No es casualidad, se trata de un lindo regalo de una persona que tiene una enorme sensibilidad frente a los desafíos que tendrán que enfrentar los humanos en el futuro cercano. Véanlo, antes de proseguir con la lectura de esta entrada, con la atención puesta en lo que les sucede en el corazón, no en la mente. Es un mensaje de un ser vivo que tiene conciencia de las energías sutiles que nos rodean. Un ser que puede sentirlas porque su mente no está cegada por el resplandor de la razón. 
Los humanos del siglo 21 estamos peligrosamente estancados en el paradigma Newtoniano, que propone una realidad material compuesta por partes independientes entre si, gobernadas por fuerzas físicas que regulan sus interacciones. Y digo "estancados", porque hace ya más de un siglo, la ciencia reconoció que era necesario superar esta visión y siguiendo a Einstein, aceptó que todo el universo es energía y que la materia es apenas una forma de energía que nuestros sentidos más básicos, pueden percibir. 

La educación es la principal responsable de este estancamiento y sigue condicionando a la juventud humana para que funcione en el mundo fragmentado de Newton. La educación ha impuesto una verdadera dictadura de la razón, ha fomentado la visión materialista y antropomorfa que domina en la sociedad actual y ha decidido ignorar las energías más sutiles que nos rodean. Digo esto, porque los niños, antes de ser condicionados por el sistema educativo, son excelentes para detectar las emociones y los pensamientos de sus congéneres y grandes intérpretes de los mensajes más sutiles de todas esas energías que interactúan a nuestro alrededor. Creativos, sensibles y esencialmente amorosos, los niños preescolares procesan con el "corazón" y con las "entrañas".
Los animales, como se puede apreciar en el mensaje de Koko, también tienen esta característica. Viven en un mundo más emocional que racional y tienen una visión más holística de la realidad. Como los niños y los seres humanos más evolucionados de la actualidad, aquellos que viven en el paradigma Einsteniano, los animales tienen una visión no-dual de la realidad. Para ellos, todo está íntimamente conectado. Ellos son la naturaleza, ellos son el clima, ellos son el centro del cosmos y son co-creadores de la realidad que experimentan. Nada de lo que hacen, piensan o imaginan es inocuo. Todo ello se transforma en energía y esa energía es la que mueve el Universo. Son totalmente responsables de lo que sucede en sus vidas. Son el resultado de su interpretación de aquellas energías que los rodean. Tanto las energías obvias y materiales que perciben sus sentidos como las energías más sutiles e inmateriales que los humanos hemos dejado de percibir.
La única receta que imagino para superar la ceguera del hombre adulto
moderno y recuperar la capacidad para percibir energías sutiles, es una educación integral (no-dual), orientada a desarrollar una percepción humana más sutil, profunda e interconectada. Una educación que respete pero supere el mundo fragmentado de Newton y prepare a las nuevas generaciones para vivir en el mundo interconectado de las ideas, emociones e intuiciones.  Una educación que prepare al humano  para ser verdaderamente, creador  de su futuro. Una educación que debiera comenzar su transformación al  enseñarnos a reconocer, procesar y controlar nuestras emociones (la educación emocional) e incentivar el uso de la imaginación y el ingenio (la educación artística).
En nuestra opinión, estos dos pequeños pasos (enfoque educacional en la percepción de energías sutiles y desarrollo de la creatividad) serían dos pasos gigantes para la humanidad. ¡Ojalá podamos darlos a tiempo!
La idea que queremos ir nutriendo con la colaboración de sus emociones, es que nuestros 5 sentidos solo perciben y procesan una parte muy limitada de la energía que existe alrededor nuestro. Que como especie necesitamos desarrollar otros sentidos (posiblemente atrofiados) para detectar las energías sutiles que nos proveen información vital para superar con éxito la etapa evolutiva en que estamos. Lo que sucede no es Azar. Lo que sucede en el presente es el resultado de la sinergía de las energías que juntos hemos procesado.

Nuestros deseos, nuestras intenciones, nuestra fuerza de voluntad, nuestra imaginación, nuestras motivaciones y entusiasmos, nuestras creencias y nuestros valores, nuestras ilusiones y nuestros sentimientos, son todas energías sutiles que proyectamos hacia el Universo. Tener conciencia de que nuestros pensamientos tejen el Cosmos, es necesario para que no sigamos acumulando basura en la Noosfera.
¡Somos totalmente responsables de la energía que entregamos al Universo!

martes, 22 de noviembre de 2016

Las muñecas rusas

Una de las ideas más interesantes que aporta la "dinámica espiral" sobre la forma en que evoluciona nuestra conciencia es la idea que nuestra conciencia se expande incluyendo nuestras creencias anteriores pero trascendiéndolas con una interpretación más amplia. Es decir, nuestra conciencia es como esas matrioshkas en donde cada muñeca corresponde a un determinado paradigma o un mapa de la realidad construido en base a nuestras certezas. 
Y así, nuestro entendimiento se expande como si fuera una muñeca rusa más grande, que recubre el nivel de conciencia anterior. Mientras más muñecas tengamos al interior de nuestro actual nivel de conciencia, más evolucionados estamos. 
Es así, porque la vida sistemáticamente pone a prueba nuestras certezas. Nos suceden cosas que no calzan con nuestra interpretación de la realidad y entonces enfrentamos una crisis (epistemológica), que nos obliga a reconocer que esas certezas eran meras creencias que necesitan adaptarse a las nuevas circunstancias. 
Como cuando descubrimos que el viejo pascuero no existía. Esa crisis que todos recordamos, nos saca –casi violentamente– del mundo mágico e inocente de la niñez y nos fuerza a cambiar toda nuestra interpretación de la realidad. De pronto, necesitamos actualizar el mapa y redefinir el significado de la Navidad y de los cuentos de hadas. 
Entonces, el viejo paradigma sirve de base para la construcción del nuevo paradigma. Es un nuevo mapa que transforma nuestras antiguas certezas, en creencias que deben modernizarse y que reconoce la validez acotada de las creencias anteriores. Por eso, toma la forma general del mapa anterior y lo amplia con información nueva. Se construye un nuevo sistema de creencias sobre las anteriores. Se construye una muñeca más grande, que incluye, pero trasciende la anterior.
Resulta interesante notar que la forma de la muñeca pequeña influye en la forma de la muñeca más grande. Es la plataforma que permite construir la nueva muñeca. Por eso nuestra cultura es tan influyente en nuestras vidas. Modela nuestro pensamiento. Dentro de nosotros está toda nuestra historia y experiencias. Incluso nuestra arquitectura neuronal se va desarrollando para incluir los aprendizajes previos.

Todos los profesores debieran saber que el aprendizaje de sus alumnos está limitado por sus creencias, por su paradigma. Y una de sus tareas principales es identificar el nivel de conciencia en que se encuentra el estudiante para entregarle información coherente. Pero su verdadero desafío consiste en prepararlo cuidadosamente para cuestionar sus certezas y ayudarlo a evolucionar hacia un nivel de conciencia superior, incorporando los nuevos conocimientos siendo respetuosos de los aprendizajes previos. En esta materia, la pedagogía está francamente muy atrasada. Los profesores por haber vivido en otra época,  tienen paradigmas que no les sirven a las nuevas generaciones. El tamaño de las muñecas pedagógicas no les caben a las muñecas del milenio.
De allí la crisis global en educación. Antes que seguir intentando que los estudiantes se adapten a los profesores, hay que intentar que los profesores se adapten a los nuevos estudiantes. Ellos tienen muñecas (niveles de conciencia) ampliadas por la tecnología y las redes sociales. Hay que hacer crecer las muñecas rusas de los profesores, expandiendo su nivel de conciencia para que puedan contener la de sus estudiantes. Dicho de otro modo, la ropa que usan los profesores, es de talla muy pequeña para nuestros estudiantes. Esa ropa no les sirve. Y tampoco es lógico que los pongamos a dieta para que quepan en los pantalones de nuestros docentes. Como saben los padres en época escolar, los estudiantes deben vestirse con ropa holgada, que acepte el crecimiento.
La pregunta de fondo es ¿porqué seguimos intentando encajar la muñeca grande dentro de la chica?

lunes, 14 de noviembre de 2016

Combatir la endogamia intelectual

Escuchaba hoy a la periodista Beatriz Sanchez, haciendo referencia a la necesidad de combatir la sensación ambiente (microclima, según sus palabras), de que muchos piensan como nosotros. Un microclima peligroso porque nos vuelve más categóricos y menos flexibles; nos convierte en fundamentalistas. Nuestras amistades y relaciones sociales tienden a reforzar nuestras opiniones y podemos podemos caer fácilmente en el error de creer que la verdad se encuentra en las ideas de aquellos a quienes frecuentamos. 
Somos proteccionistas de nuestras creencias. Pero en una época de globalización, el proteccionismo tiende a aislarnos, sin exponernos a la riqueza que podríamos encontrar en la diversidad. 
Históricamente, el antídoto más simple para combatir esta endogamia intelectual, ha sido aprender a escuchar. Estamos hablando de una actitud. De escuchar para comprender y no para rebatir, de escuchar abiertos al aprendizaje. Si la reforma educacional solo se hubiese enfocado a desarrollar habilidades blandas, con énfasis en la escucha respetuosa, habríamos logrado expandir la conciencia de nuestros estudiantes en lugar de radicalizarlos con posiciones intransigentes. Pero volvamos a nuestro tema...
Otros remedios tradicionales han sido leer, viajar y exponernos a otras culturas, en especial a las ideas de los artistas. Todas son opciones que amplían nuestro mundo, siempre que elijamos bien qué leer, donde ir y a quien admirar. 
Como hemos dicho en estas páginas, este fundamentalismo es una ilusión que se agrava con el mal uso de nuestras redes sociales. Cuando nos conectan con quienes piensan parecido y nos esconden las ideas de aquellos que difieren de nuestra interpretación de la realidad, cuando limitan nuestra escucha. Pero hoy, nadie está educando para usar las redes sociales como herramientas de ampliación de conciencia. El potencial de la tecnología se está dilapidando cuando restringimos nuestra comunicación con mentes similares. 
Hoy, con la ayuda de la web, todos podemos aprovechar de expandir nuestras mentes y comunicarnos directa o indirectamente con grandes pensadores, genios extravagantes, artistas innovadores y científicos en la vanguardia del conocimiento. Así debiéramos usar la internet. Así debiéramos construir nuestras relaciones virtuales. Contactándonos con ideas que nos muevan el piso, con propuestas que nos descoloquen,  con curiosidades que nos asombren, con descubrimientos que nos maravillen. 
Debemos enseñar a nuestros jóvenes a ampliar sus pensamientos, conectándose y siguiendo a personas distintas, a enterarse de los acontecimientos leyendo medios de distintas posturas en todo el mundo, a enriquecerse con las ideas de los grandes maestros de la humanidad, a conocer culturas diversas, a cultivar su capacidad de asombro en el intrincado cosmos virtual y a descubrir nuevos horizontes de pensamiento.
Las charlas TED, que son ideas para compartir, debieran ser parte del currículo. El Puerto de Ideas, debiera estar abierto a todas las escuelas y el Congreso del Futuro debiera estar dirigido a los niños.
Lamento no ver a nuestros profesores o políticos trabajando para rediseñar la educación. Probablemente están ya afectados por la endogamia económica (todo se mira en función del dinero) y por eso atienden solo a los aspectos financieros de la actividad. Por eso, comparto la preocupación de Beatriz Sanchez ante la epidemia de endogamia intelectual. Y propongo diseñar una nueva educación, que aproveche la tecnología para atacar esta enfermedad y así, evitar que sigamos estrechando nuestras mentes. 
Una educación que nos invite a escuchar con respeto, a leer con amplitud, al viaje intercultural, al asombro creativo, a la exposición a ideas profundas, a la conversación amable y a la convivencia empática. Una educación respetuosa de la naturaleza y responsable ante la vida. 

Pensamos que la única opción de supervivencia del ser humano pasa por estirar las mentes de los niños para que la consciencia colectiva del ser humano pueda flexibilizarse y adaptarse a los grandes cambios que nos propondrá el futuro cercano.
Estirar en lugar de estrechar...
¡Ojalá no sea demasiado tarde!

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Humanizar la política

El sorprendente triunfo de Donald Trump en las elecciones de los Estados Unidos, es síntoma de una enfermedad que ha atacado global y transversalmente a la sociedad y en especial a la política. Es una enfermedad del siglo 21, transmitida por la creciente dependencia tecnológica. Una enfermedad que gradual y progresivamente nos deshumaniza y que se ha "viralizado" con la ayuda de la tecnología.  Vivimos en una sociedad enferma dirigida por personas sin alma. Nos hemos deshumanizado.
El uso habitual de las redes sociales, como Facebook, donde estamos en contacto con nuestras amistades y como Twitter donde seguimos a quienes nos importan, genera un pensamiento endogámico, que se nutre de aprobación. Estas poderosas herramientas de comunicación, tiende a desconectarnos de la gente que piensa distinto. De hecho, a muchos los bloqueamos o eliminamos. Participamos en redes de conversaciones propias de clubes sociales con acceso restringido.
Más aun, internet, debiera permitirnos expresar nuestras opiniones y enriquecer el debate de ideas. Pero ya se ha probado que sin el filtro emocional de la comunicación personal, donde las emociones de las personas con que interactuamos nos permiten sentir cuando afectamos a alguien, tendemos a ser más y más categóricos. Basta ver los comentarios de las noticias, para reconocer que se opina sin respeto ni consideración. 
Con los correos pasa lo mismo. El lenguaje escrito, cuando es breve, no permite expresar la emoción con que se opina y usualmente se presta para malas interpretaciones. Los correos tienden a acrecentar las diferencias de opiniones y habitualmente lo que comenzó como un debate puede terminar en un conflicto. Este fenómeno es tan reconocido que hay muchas empresas que prohiben a sus empleados intentar resolver diferencias de opinión a través del correo y exigen el llamado telefónico, porque humaniza la conversación y acerca a las personas. 
Reconociendo los beneficios que tiene el acceso a la información que nos brinda la internet, no podemos desconocer que (al menos en esta etapa), nos conecta con quienes piensan parecido y nos desconecta de quienes tienen otra manera de pensar. Internet nos segrega. Nos esconde la diversidad. Ratifica nuestros pensamientos. Y lo que es peor, no permite que expresemos adecuadamente nuestras emociones. 
Los políticos, la gran mayoría de ellos, se han contagiado de este virus tecnológico que los deja sordos, ciegos e insensibles y que les cambia el rostro, convirtiéndolo en una máscara desconcertante. Como la de esos payasos, que debieran hacernos reír, pero terminan aterrorizándonos. Sordos frente a las críticas, ciegos ante las consecuencias de largo plazo de sus actos e insensibles a los problemas cotidianos de los demás. 
Se trata de un virus que los vuelve fundamentalistas, categóricos, psicópatas (incapaces de sentir empatía) y cada vez más desconectados de los ciudadanos que pretenden representar. Se transmite a través de las redes sociales y aunque todos estamos expuestos, afecta en mayor grado a aquellos que necesitan la aprobación de los demás (el voto de los ciudadanos) y que usan las encuestas para orientarse. Por eso los políticos están tan cuestionados.
¡Qué paradoja! Pretender representar los intereses de los ciudadanos en base a información sin emoción (encuestas), es un error y un despilfarro de recursos. La información sin energía no sirve. Los humanos somos esencialmente  seres emocionales. Y sólo podemos comprendernos bien si reconocemos las emociones que nos mueven. 
Esto fue lo que hizo Trump. Desafió al establishment político. No administró números. Supo interpretar las emociones escondidas de los votantes. Y lo que dijo en su campaña, con toda la controversia que pueda haber generado, respondía al sentimiento profundo de la mayoría de los norteamericanos. No fue políticamente correcto. Pero los americanos tampoco lo son. Fue pragmático, emocional, errático, irritante y sorprendente. No usó máscaras. Reconoció sus defectos y pidió perdón. Hasta se "despeinó". Fue mucho más "americano" que los políticos profesionales y eso le hizo ganar la elección.
La gran lección que debemos sacar de la elección presidencial de los Estados Unidos es que para mejorar la crisis de representatividad de nuestra democracia y la calidad del debate legislativo, hay que humanizar la política. Necesitamos políticos con sensibilidad emocional. En la sociedad tecnológica digital, no hay espacio para la falta de transparencia. Hay nuevas reglas para la nueva política y los que no se adapten se extinguirán.



jueves, 3 de noviembre de 2016

El mapa de la realidad

Vivimos convencidos de que lo que percibimos es la realidad. Pero, como ha señalado Humberto Maturana, la vida es un proceso interno que está determinado por nuestra estructura. La realidad es una invención explicativa del observador. No existe a priori. 
Lo que llamamos "realidad", no es algo que existe afuera.  Es un mapa mental, que en parte heredamos y en parte construimos con nuestras experiencias. Se materializa físicamente como una red neuronal que nos gatilla emociones y nos impulsa a la acción. Estamos hablando de nuestra arquitectura neuronal. Allí, en nuestro sistema nervioso, en las incontables neuronas y sus intrincadas conexiones, está escrita toda nuestra historia y se explica todo nuestro comportamiento. Esa compleja estructura biológica, refleja quienes somos. 
Porque siempre hacemos lo que queremos hacer. Pero lo hacemos en función del mapa que tenemos de la realidad. Y como el mapa no es el territorio, a veces nos equivocamos y lo que hacemos produce un resultado inesperado. Mientras más completo sea el mapa que usamos, más coherente es nuestro comportamiento. 
Veamos porqué... Nuestra mente procesa la información que nos entregan nuestros sentidos e inmediatamente se generan emociones. Estas emociones (que son mecanismos de sobrevivencia que han evolucionado durante miles de años),  nos permiten evaluar, razonar e inferir para actuar adecuadamente frente al cambio que detectamos en el entorno. Por ejemplo, cuando sentimos miedo, debemos decidir si arrancar o enfrentar el peligro. Y esa decisión, que puede ser de vida o muerte, dependerá del mapa que hayamos construido de la realidad. Si en el pasado, hemos sido temerarios, enfrentando el peligro con éxito, tenderemos a sobre-evaluar nuestras capacidades y evitar la huída ante batallas cada vez más difíciles de ganar. Y esto claramente tiene un límite. 
Tener un buen mapa de la realidad generará emociones adecuadas y nos permitirá decidir correctamente. Por eso, la educación debiera ayudarnos a mejorar nuestro mapa de la realidad, agregándole información relevante para optimizar las emociones que experimentemos y así, actuar en coherencia con el entorno. Desde esta perspectiva, la misión de la educación es ayudarnos progresivamente a actualizar nuestro mapa mental para que podamos procesar más y mejor información y vivamos bien. 
Hoy en día, la pedagogía debiera ser "neurociencia aplicada". Hoy en día la ciencia permite ver como cambia la arquitectura neuronal con el aprendizaje. Comprender bien como la mente procesa la información, como cambia la configuración de la red neuronal y qué emociones se provocan, es fundamental para generar prácticas pedagógicas que garanticen aprendizajes conceptuales profundos. Un profesor debe saber como funciona el cerebro, como se reorganiza la red neuronal ante nueva información y como se traduce en conocimiento relevante. Pero sobre todo, debe saber que está trabajando con mapas que traen información histórica y cultural distinta y que, por lo tanto, son mapas que gatillan emociones diversas. Un profesor debe ayudar a sus estudiantes a tener el mapa adecuado para su contexto. Un mapa único, individual e irrepetible. Un mapa que genera la emoción más adecuada para la situación. 
El mapa que usa el profesor, no le sirve a su estudiante. El suyo es un mapa que fue construido con premisas que ya mostraron ser falsas y que el vigoroso avance de la ciencia ha corregido. No puede imponérselo al alumno porque tiene muchas correcciones. Pero el mapa que está construyendo su estudiante, es un mapa más nuevo, más plástico, que si le sirve al profesor. Un mapa actualizado que está siempre evolucionando. 
El profesor debe aprender de los mapas que usan sus estudiantes.