Cuando 4 ex ministros de educación alertan sobre las
consecuencias de largo plazo de la reforma educacional…
Cuando 1 ex ministro del interior atribuye todos los
problemas del gobierno al actual ministro de educación…
Cuando la opinión pública deja de respaldar la
dirección que lleva la discusión educacional, como demuestran las encuestas…
Entonces, parece que ha llegado el momento de ¡usar
la retroexcavadora para reformar la reforma!
Todos queremos mejorar la educación.
Porque la educación es un tema de largo plazo que
afecta a todos los chilenos, especialmente los más jóvenes…nuestros hijos y
nietos. Por lo mismo la educación es un problema de Estado, que debe
enfrentarse con una mirada amplia que debe trascender las ideologías políticas.
Estamos viviendo un momento de transformación social
y necesitamos recuperar confianzas y acercarnos en lugar de distanciarnos. Pero
la reforma educacional nos está polarizando…
La reforma confunde igualdad con equidad. Los
políticos en la contingencia, el ministerio y los estudiantes también.
Los padres, los sostenedores, la opinión pública y
las autoridades con experiencia política, no se confunden.
No necesitamos ser iguales
Necesitamos generar igualdad de oportunidades para
ser felices…
Y lo que nos hace felices, es diferente para cada uno
de nosotros.
No hay UNA educación de calidad.
No hay UNA escuela modelo.
No hay UN profesor óptimo.
No hay UNA universidad de excelencia.
Necesitamos la retroexcavadora para una reforma que
busca igualdad en lugar de equidad. Porque la igualdad no es posible. En la
homogeneidad educacional propuesta por la reforma hay una prisión que nos
asfixiará y nos condenará a ser un país unidimensional.
Necesitamos escuelas para artistas que fomenten la
creatividad: músicos, pintores, escultores, poetas, escritores y actores…
Necesitamos escuelas para deportistas que cultiven la
actividad física: más allá de los futbolistas, también necesitamos atletas,
gimnastas y bailarines…
Necesitamos escuelas para personas especiales, porque
necesitamos convivir y reconocer que todos tenemos inteligencias y sentidos
predominantes diferentes.
Necesitamos técnicos, científicos, humanistas, religiosos,
filósofos y personas espirituales…
Sobre todo necesitamos universidades integradoras,
que conecten distintas disciplinas y produzcan profesionales autónomos, preparados
para el cambio continuo. ¡Y para esto no existe una receta única!
La reforma fracasará irremediablemente, independiente
de si se aprueba o no, porque no está orientada a mejorar la educación. No
apunta al bienestar del estudiante y menos a su realización personal. Sin
importar la cantidad de recursos que se le inyecten a la educación, fallará
porque desconoce la naturaleza del ser humano. Por eso hay que reorientarla
urgentemente.
Tenemos que reformar la educación orientándola hacia
la diversidad. Somos únicos. Necesitamos que existan escuelas diferentes, donde
se permita el desarrollo del talento diferenciador. Con proyectos educativos
asombrosos, interesantes, flexibles y plásticos. Que existan escuelas
heterogéneas donde cada estudiante puede encontrarse en su elemento. Que
existan universidades públicas y
privadas, con misiones y visiones radicalmente diferentes, para garantizar un
ecosistema social con suficiente diversidad que alimente a una sociedad sana y
feliz. Eso es lo que quiero.
Por eso, debemos usar la retroexcavadora para plantar
variadas semillas educacionales, apuntando hacia una sociedad compleja y
conectada, sana y feliz. Por eso necesitamos la retroexcavadora para demoler
ideologías estrechas y diseñar un sistema educacional humano que permita que
los jóvenes desarrollen mentes potentes, flexibles y adaptables. Por eso, tengo
la esperanza de que con todas estas señales, nuestras autoridades finalmente,
recapaciten.
La educación es la esperanza de la humanidad. No
juguemos con ella.
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