Página del autor en Amazon

jueves, 1 de marzo de 2012

El rol de la educación: ¿la manzana o la vacuna?


Desde el punto de vista sistémico, la educación es un subsistema dentro de la sociedad. Un subsistema que tiene la responsabilidad de preparar a la siguiente generación para conducir el rumbo de nuestra sociedad. En este sentido, sociedad y educación, están íntimamente relacionados y sus destinos inextricablemente unidos.
Uno de los principios del análisis sistémico es que la “salud” del sistema mayor afecta a la “salud” de sus subsistemas y viceversa. Una sociedad sana requiere una educación sana y viceversa.
No es extraño entonces que ambas, sociedad y educación, estén en crisis. Las manifestaciones estudiantiles, son síntomas de una sociedad enferma. Protestan porque ellos son capaces de ver el problema. Quisimos preparar a los jóvenes para un futuro promisorio y estamos fracasando miserablemente. Por una parte, el futuro no parece auspicioso: no hemos tomado en cuenta las consecuencias de nuestras acciones y las generaciones futuras deberán pagar el precio. Por la otra, no los estamos preparando para vivir en el futuro: nuestro sistema educacional ha pretendido dotar a la siguiente generación de competencias y conocimientos para una vida exitosa pero las necesidades del futuro están ausentes en el modelo educativo  actual.
Es un sistema educacional, desconectado del futuro, diseñado bajo los paradigmas dominantes de la era industrial. Y por lo tanto, entrega a nuestros jóvenes una educación miope y autocopiativa, que transmite conocimientos obsoletos; y que a la luz de los cambios que está experimentando el mundo, es tan rígida que restringe su propia evolución.
Estamos usando un modelo fosilizado y fragmentado, rígido y obsoleto, que no asume su responsabilidad por el futuro de nuestra especie ni el de nuestro ecosistema. Es una “verdad demasiado incómoda” que el sistema educacional no se considera responsable de los problemas que enfrentará la sociedad ni de preparar a nuestros herederos para superarlos. ¿Quien puede reclamar con más derecho que nuestra juventud?
La educación tiene puestos los viejos anteojos:
Las pruebas estandarizadas por ejemplo, suponen que cada problema tiene una solución correcta. Y que todos los estudiantes son iguales. Las disciplinas están desconectadas y el currículo supone que una buena preparación para el futuro se logra con la sumatoria de aprendizajes confinados en compartimentos disciplinarios. Peor aun, la educación está aislada del mundo real. Las competencias académicas no sirven en el mundo real. Hay un abismo entre teoría y práctica. La ilusión de objetividad y la excesiva racionalidad permean todo el sistema. La obtención del título finaliza el proceso. La verdadera capacitación es una rareza y la actualización no es habilitante. La acreditación analiza procesos, examinados por pares que usan los mismos antiguos anteojos. ¿Cómo podría alimentarse de innovación con este sistema?
Los profesores, en su fuero interno, lo saben. Pero ellos, profesionales en su mayoría dedicados a la educación por vocación, están demasiado desilusionados para enfrentarse al sistema. Fueron preparados para dominar su disciplina (compartimentalizados), miran con frustración desde su aula (caja), como el mundo estable que conocían se derrumba y una nube de incertidumbre (obsolescencia) y de cambio acelerado (tecnología) invade el ambiente del entorno académico. Tienen miedo y con razón. Si se rebelan, se quedan sin trabajo. Si se conforman, estarán traicionando su sueño de mejorar el mundo a través de la juventud. Son, a todas luces, las principales víctimas del sistema.
En la era de la globalización, una educación usando anteojos viejos no es sustentable.
La educación se puede convertir en la “manzana podrida” que contamine la sociedad o en la “vacuna” que asegure la salud de la humanidad. De nosotros depende. Necesitamos actuar con la mayor urgencia. Por el momento, nuestras escuelas están amenazando nuestro progreso como especie. El experimento humano está estancado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario