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sábado, 25 de febrero de 2012

Los nuevos anteojos: la mirada sistémica.


La vida real nos demuestra que los problemas no tienen una solución óptima, sino diversas soluciones que generan efectos inesperados fuera del perímetro analizado. Debemos encontrar soluciones que no generen consecuencias negativas y que sí generen sinergias positivas-que ayuden a solucionar otros problemas-.
Siempre debemos mirar desde la perspectiva más amplia posible, enfrentar el problema comprendiendo las relaciones con otras áreas y como se interconectan sus componentes; analizar los efectos directos e indirectos (propiedades emergentes), tanto en el corto plazo como en el largo plazo y convencernos de que todo está conectado y que la realidad es parecida a una red intricada de vínculos.
Esta forma de mirar las cosas, nos obliga a expandir los límites de nuestro análisis y a considerar diversos puntos de vista además del interés general. También nos ayuda a reconocer y ponderar nuestra inevitable subjetividad en relación al tema. Además, en virtud de la complejidad del problema, nos exige recurrir a nuestra intuición y por tanto, a equilibrar el análisis mediante el uso de los dos hemisferios cerebrales.
Entonces lograríamos identificar las condiciones que generaron el problema, las complejas consecuencias del cambio y las múltiples repercusiones de la transición. Nos acostumbraríamos a tejer nuestra mirada como una telaraña. Y nos empujaría a reconocer que el futuro es impredecible, que el cambio es inevitable, que necesitamos flexibilidad y sin embargo que debemos participar proactiva y responsablemente en el desarrollo de los acontecimientos que afectan nuestro entorno.
El ser humano tiene una responsabilidad en el destino del planeta que no ha querido asumir. Es probable que este cambio de mirada lo incite a tomar el timón y a dirigir la aventura humana hacia el bienestar general y el emprendimiento sustentable.
Los desafíos que nos apremian, claman por un catalizador que desarrolle una cultura con mirada sistémica a la brevedad. Este es el rol fundamental que debe asumir la educación en el siglo 21.

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