El Ministerio de Educación ha iniciado el período de consultas públicas, para su propuesta curricular de los últimos dos años de la educación secundaria, cosa que por supuesto me parece destacable. La actualización permanente del currículo es necesaria en tiempos de cambios acelerados.
A primera vista, sin embargo, la propuesta se ha desarrollado siguiendo la lógica del pensamiento lineal y manteniendo la fragmentación curricular. A pesar de que se aprecia claramente la intención de acoger lo que denominan: "Demandas de la sociedad" y declaran su intención de reforzar la formación integral, mejorar la equidad y la pertinencia del currículo –todos, aspectos muy deseables– creo que la propuesta fracasa, justamente porque se mantiene dentro del paradigma vigente.
La formación integral, no se logra con una educación diferenciada. Todo lo contrario. La diferenciación propuesta, técnico-profesional, humanista-científica y artística, propone 3 caminos distintos para jóvenes en plena adolescencia, que afectarán su vida futura. La primera alternativa tiende a cerrar las puertas de la educación superior. La segunda alternativa, insiste en un dualismo peligroso. El humanista, sin la dosis de escepticismo y pensamiento crítico de la ciencia, tiende a ser demasiado idealista para el mundo actual. En cambio, el científico sin humanismo, es más dañino aún. Tal vez la última alternativa, la opción artística, sea la opción más promisoria para nuestra juventud. En el futuro, la creatividad, la sensibilidad, la innovación y el poder de la imaginación, será la energía que impulsará el progreso. Pero, sospecho que será el camino menos recorrido. En nuestra opinión, una formación verdaderamente integral debiera unir estos 3 caminos, admitiendo múltiples opciones interdisciplinarias. Además, si ya nos hemos opuesto a que un estudiante de 17 años elija la profesión que desempeñará en el futuro, con mayor razón nos parece que hacerlos escoger un tipo de formación a los 15, es una aberración.
En cuanto a la equidad, mientras las evaluaciones sigan siendo pruebas de alternativas, la equidad de género, allí donde más se requiere emparejar la cancha, será apenas una declaración políticamente correcta. La evolución ha provocado que hombres y mujeres procesemos la información con estrategias diferentes. El hombre cazador, se concentraba en su objetivo y descartaba cualquier distracción. La mujer recolectora, se preocupaba del entorno y analizaba contextualmente todas las posibilidades. No es de extrañar entonces que los hombres tengan puntajes nacionales en la PSU y las mujeres obtengan mejores notas en las pruebas de desarrollo. La selección de alternativas favorece a los hombres. Son especialistas en el descarte. Y esto debe ser reconocido expresamente por el sistema, si de verdad queremos equidad. Pero lo más peligroso es que los 3 caminos propuestos, generan más desigualdad. La distinción entre técnicos, profesionales y artistas, construirá muros sociales infranqueables. Sus redes sociales estarán desconectadas y sus oportunidades también. Tendremos 3 clases de seres humanos definidos por sus trabajos. Los superiores, los subordinados y los rebeldes. Complejo futuro para Chile.
La pertinencia por otra parte, es un tema más delicado. Pretender diseñar un currículo utilitario, en función de los trabajos que serían más demandados en un futuro lejano, parece desconocer la frenética transformación en que vivimos. Las máquinas irán siendo cada vez más eficientes. Progresivamente desplazarán al ser humano de muchas actividades. Si conducir un auto está acercándose a la obsolescencia, la inteligencia artificial desplazará al hombre hacia actividades difíciles de imaginar hoy. En nuestra opinión, preparar al ser humano para la longevidad, para la incertidumbre y para la resiliencia, requiere gran flexibilidad curricular. Algo que tiende a desaparecer con bases rígidas y universales.
Por último, la necesidad reinstalar la formación ciudadana para aprender a convivir es reconocida como un aporte. Pero a nuestro juicio, es una iniciativa tardía. Los jóvenes llegan a esta edad con valores y creencias bastante rígidos y pensamos que esa es un área que debiera tratarse mucho antes. Tenderán a defender los valores y creencias de sus familias y el dialogo constructivo no prosperará.
Sin perjuicio de aplaudir la iniciativa y reconocer que hay más que buenas intenciones en la propuesta, nuestros deseos apuntan hacia una formación secundaria mucho menos especializada, más profunda y más flexible. Todos, aspectos que en esta propuesta se minimizan. Y si esta discusión parece demasiado crítica, es porque ante la consulta, debemos contestar. Quien calla otorga.
La pertinencia por otra parte, es un tema más delicado. Pretender diseñar un currículo utilitario, en función de los trabajos que serían más demandados en un futuro lejano, parece desconocer la frenética transformación en que vivimos. Las máquinas irán siendo cada vez más eficientes. Progresivamente desplazarán al ser humano de muchas actividades. Si conducir un auto está acercándose a la obsolescencia, la inteligencia artificial desplazará al hombre hacia actividades difíciles de imaginar hoy. En nuestra opinión, preparar al ser humano para la longevidad, para la incertidumbre y para la resiliencia, requiere gran flexibilidad curricular. Algo que tiende a desaparecer con bases rígidas y universales.
Por último, la necesidad reinstalar la formación ciudadana para aprender a convivir es reconocida como un aporte. Pero a nuestro juicio, es una iniciativa tardía. Los jóvenes llegan a esta edad con valores y creencias bastante rígidos y pensamos que esa es un área que debiera tratarse mucho antes. Tenderán a defender los valores y creencias de sus familias y el dialogo constructivo no prosperará.
Con todo, el esfuerzo por incorporar una visión más integral es loable. Hay temas que son incorporados por primera vez en la discusión curricular. Y visiones que dan alguna esperanza. Pero esperamos que el documento propuesto sea un documento de trabajo para ser mejorado con las contribuciones de todos. Muchas veces hemos visto que las llamadas consultas, solo aspiran a dar un sello de legitimidad. No pretenden cambiar los contenidos. Esperemos que este no sea otro ejemplo de lo anterior.
Sin perjuicio de aplaudir la iniciativa y reconocer que hay más que buenas intenciones en la propuesta, nuestros deseos apuntan hacia una formación secundaria mucho menos especializada, más profunda y más flexible. Todos, aspectos que en esta propuesta se minimizan. Y si esta discusión parece demasiado crítica, es porque ante la consulta, debemos contestar. Quien calla otorga.
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