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miércoles, 27 de julio de 2016

El otro camino

 En nuestra moderna cultura occidental, la mayoría de los seres humanos vive buscando la felicidad. Anhelan llegar a ese estado de plenitud y están dispuestos a recorrer cualquier  sendero con tal de alcanzarlo.
Para alcanzarla, tal vez escojan el camino tradicional, el camino de la fe, que nos han propuesto las religiones. La vida para esa persona entonces, se transforma en una aventura de purificación espiritual. Aunque en este caso, alcanzar la felicidad sería una utopía para quien vive en este mundo y se requeriría demasiada fe para alcanzarla eventualmente después de nuestra muerte. Pero al menos, sería un camino espiritual que recomienda elegir el bien sobre el mal; una orientación similar para casi todas las religiones. Este ha sido el camino que ha seguido la Humanidad durante muchos siglos y
es un camino peligroso porque ha generado muchas guerras y muertas. Un camino que está plagado de fundamentalistas. 
Este es el ajetreado camino que el hombre occidental moderno ha querido repavimentar. Los avances científico-tecnológicos y el pensamiento crítico, nos impulsan a buscar un recorrido más eficiente. 
En la actualidad la mayoría de los occidentales deciden tomar el camino del éxito y desarrollan sus talentos para conquistar, a fuerza de empeño y trabajo, sus objetivos. Viven una vida en función de objetivos. Son creativos, emprendedores, competitivos, ambiciosos y aventureros. Normalmente tienen un currículum impresionante. Luchan incansablemente por conseguir un logro tras otro. Lamentablemente, a medida que progresan, la satisfacción del éxito se diluye rápidamente en proporción al tiempo transcurrido. Se acostumbran con gran facilidad al éxito y al poder y siempre desean más, mucho más. Su vida es ajetreada y su tiempo escaso. 
Curiosamente, este promisorio camino, no los parece acercar a la tan anhelada felicidad. El éxito económico y los logros materiales, si bien producen una sensación de logro, esta es  efímera y superficial. Y más bien tarde que temprano, les alcanza la frustración de haber perseguido una ilusión e irremediablemente se percatan de que el camino que escogieron, era el camino equivocado. 
Otras personas más sensibles, apuestan por tomar el camino de la humildad y luchan progresivamente contra sus debilidades para convertirse en mejores personas. Viven una vida de profundo trabajo interior. Son personas auténticas, resilientes, sensibles, confiables y consistentes. Desarrollan, lenta y progresivamente, una personalidad íntegra. Son personas que han conocido la adversidad y la han derrotado en una lucha de carácter. Han recorrido un camino de conocimiento interior y han cultivado sus principios con esmero, porque reconocen las debilidades de la naturaleza humana. Su recorrido los va convirtiendo poco a poco, en personas sabias, centradas, pacientes y reflexivas, que saben amar y que reconocen el idioma de las emociones. Es un camino más usado en Oriente pero que está muy de moda en la presente era.
Extrañamente, el autoconocimiento que desarrollan les permite comprender que este duro camino, tampoco parece conducir a la felicidad. Las sombras de nuestra personalidad pueden reducirse con la luz interior, pero eliminarlas es prácticamente imposible. La iluminación es solo para unos pocos escogidos. 
¿Y entonces?
Está claro que necesitamos rediseñar el viejo camino de la fe (digamos en camino del Papa Francisco), para convivir mejor en un mundo globalizado, pero el camino del éxito externo, (digamos el camino evolutivo que propuso Darwin), de competencia permanente, no nos acerca a la felicidad. Tampoco lo hace el camino del conocimiento interno (llamémoslo el camino introspectivo que propuso Jung); entonces ¿Cuál es el camino que debemos recorrer?
No me atrevo a descartar ninguno de los anteriores y creo que cada persona tiene derecho a escoger aquel que le parezca más adecuado, aunque quisiera proponerles que examinen el camino de la no-dualidad como un camino alternativo.
Es ese mismo camino que nos propuso Antonio Machado en uno de sus poemas  memorables: "Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante no hay camino, se hace camino al andar..." 
El camino de la no-dualidad no distingue partes. Cuerpo y Alma son lo mismo. El camino interior y exterior se confunden. Tu camino y el mío parecen diferentes, pero solo porque los miramos con distintos ojos. En realidad todos recorremos el mismo sendero.
La felicidad, es simplemente un anhelo primordial del Universo, un deseo que todos los seres compartimos porque cada uno de nosotros es una manifestación diferente de ese Universo creador. El Universo usa nuestras vidas para conocerse a si mismo. En ese Universo no hay camino.  Somos el camino. Tampoco hay felicidad. Somos la felicidad. Tampoco hay un yo, solo hay un nosotros. 
En el camino de la no-dualidad nosotros buscamos el bienestar haciendo camino al existir. Y haciendo camino experimentamos situaciones que nos debieran guiar hacia la felicidad. En este entendimiento, nuestra realidad es consecuencia de nuestras decisiones y cuanto más correctas son, más bienestar obtendremos. Mientras más nos equivocamos, más malestar tendremos. Es simple y contundente. Aunque nuestra incapacidad de comprender el vínculo entre nuestra realidad y nuestras decisiones, esconde esta gran verdad. 
El ser humano se demoró muchos años en comprender que el acto sexual daba origen a una nueva vida. Y probablemente nos demoraremos muchos años más en comprender que la integridad nos conduce a la felicidad. ¡Ojalá despertemos antes de que sea tarde!

lunes, 25 de julio de 2016

Marchas contra las AFP

Tenía preparada otra entrada para esta semana, pero la contingencia me impulsa a comentar sobre las multitudinarias marchas en contra del actual sistema previsional. La voluntaria participación ciudadana en este tipo de manifestaciones solo es posible cuando existe un profundo descontento hacia el sistema. 
Los actuales partidarios del sistema, dan una serie de explicaciones que justifican las bajas pensiones y le bajan el perfil a las marchas. No es recomendable. Nadie que sea imparcial puede defender lo indefendible. Es una estrategia que también se usó cuando las marchas de los pingüinos irrumpieron por las calles de Santiago, exigiendo educación de calidad. Intentar menospreciar la indignación ciudadana frente a resultados evidentemente malos y justificar los abusos que benefician a unos pocos, es francamente inadmisible. La indignación entonces, se multiplicó y los resultados de la crisis educacional fueron nefastos. Una reforma que se construyó en función de ideologías para intentar calmar el malestar ciudadano. La promesa de la gratuidad resultó ser una mentira populista para conseguir apoyo político. Y el debate de fondo quedó escondido. La Calidad quedó sepultada por la Gratuidad. Una propuesta imposible que sedujo y tiñó la discusión educacional de intereses económicos. La educación nunca será gratis. Alguien la tiene que pagar. Con la reforma educacional, el Estado será quien tenga esa responsabilidad, con nuestros impuestos. El problema es que, poco a poco pero inexorablemente, la Calidad de la educación pública será afectada negativamente y quienes gocen del privilegio de la educación gratuita terminarán abandonándola. Si quieren tener oportunidades en el siglo 21, necesitarán competencias que solo adquirirán en la educación particular pagada. Finalmente la reforma habrá contribuido a incrementar la desigualdad y a bajar la calidad de la enseñanza. Triste epílogo para las marchas estudiantiles. 
Hoy corremos un peligro similar respecto del sistema provisional. El problema de fondo, es que en la actualidad el ahorro no es una herramienta que pueda garantizar pensiones dignas. El sistema fue diseñado con premisas erróneas y está irremediablemente condenado si pretende sostener a quienes no quieren trabajar más. En el siglo 21 no se puede vivir pensando en el retiro como si fuese algo deseable. Si las expectativas de vida aumentan, las edades para el retiro lo debieran hacer también. Si la rentabilidad del capital disminuye, entonces necesitaríamos mucho más ahorro para garantizar un "buen pasar". Hoy debemos trabajar felices. Esa es la verdadera oportunidad que nos da la crisis de las AFPs. Repensar el sistema laboral, fomentar las vocaciones, incentivar las empresas que se preocupan del bienestar de sus empleados y establecer sabáticos y  vacaciones más cortas, seguidas y reconfortantes. ¡Vacaciones con sentido!
Retirarse debiera ser una opción solo ante una situación catastrófica que impida el trabajo. No por ser viejo se pierde la capacidad de trabajar. Todo lo contrario. La experiencia debe valorarse. Y créanme que nadie que trabaja en aquello que le apasiona, desea el retiro. Por eso, el verdadero antídoto frente a la crisis del sistema de pensiones, es trabajar con gusto y mantenerse vigente. Y cambiar los fondos de pensiones por fondos de Reinvención. Si por alguna razón, quedamos obsoletos para el trabajo que solíamos hacer, necesitamos repensarnos y prepararnos para desarrollar una actividad acorde con nuestras experimentadas capacidades y sobre todo, una actividad que nos encante realizar. Así no solo tendremos una vejez digna y provechosa, también podremos reinventarnos anticipadamente si nuestro trabajo ya no resulta apasionante. El trabajo es un privilegio que debiéramos gozar...
Trabajar con gusto, ¡esa es la solución!
Reconozco que esto suena a utopía. Es una visión idealizada donde no necesitaríamos gente para administrar nuestros dineros y donde podríamos elegir nuestro trabajo en función de nuestros intereses. Pero déjenme soñar un poco y usar algo de imaginación para visualizar un mundo sin AFPs, con empresas preocupadas de tener trabajadores felices y empleados que trabajen en aquello que les gusta. Ese es el mundo que quiero para mis nietos.
La cruel realidad que estamos enfrentando, no se soluciona con un sistema de repartos, como proponen algunos. Como dijo recién un ministro, el Estado ya no tiene recursos para solucionar este tema. Le faltó agregar, que se los gastó regalando educación gratuita a los jóvenes universitarios. ¡Qué ironía! Los adultos que trabajaron toda la vida para tener una pensión digna, deben sacrificarse por niños que aun no comienzan a producir. Y sobre todo, ¡qué injusticia!
¡Me siento estafado por una promesa más que no se puede cumplir!
Lo curioso es que el sistema de pensiones parte de la base que los chilenos somos tan irresponsables que no podemos ahorrar sistemáticamente para autopensionarnos y que finalmente el Estado tendrá que hacerse cargo. Ahora se ha demostrado que los irresponsables son otros.
Al menos quisiera disponer libremente de mis fondos no solo porque los administraría gratis sino porque lo haría mejor. ¡Mucho mejor! Escuchen mi grito desesperado: ¡¡Devuelvan la plata, antes de que los políticos se pongan creativos!!

lunes, 18 de julio de 2016

Ninguno de los Anteriores

Una de las tendencias globales más nítidas en la actualidad es el desprestigio de la clase política y la mala calidad de los candidatos que proponen los partidos en las elecciones. En Estados Unidos por ejemplo, los 2 candidatos finalistas que compiten por la Presidencia no solo tienen una desaprobación alta sino que hay una enorme preocupación acerca de su idoneidad para el cargo. 
En varios países latinoamericanos han sido elegidas como autoridades políticas, personas que no cuentan con verdadera capacidad para ejercer su cargo con responsabilidad y que terminan siendo juzgados por su ineptitud. Vilma Rousseff y Cristina Fernandez son claros ejemplos de que esto ha sucedido en países vecinos. En Chile, si bien Michelle Bachelet fue muy cuestionada por su actuación en la Onemi durante el terremoto y tsunami del 27F en el 2010, finalmente logró que la fiscal a cargo no siguiera acciones en su contra. Esa misma fiscal que ahora es nombrada directora del Sename y que deberá hacerse responsable del futuro de los menores más vulnerables del país. Ella, tendrá que demostrar fehacientemente su idoneidad para el cargo, como cualquier otra autoridad que asuma en el gobierno. Finalmente serán juzgados. 
Muchos parlamentarios chilenos están sufriendo el mismo problema. Fueron elegidos democráticamente, pero tendrán que responder (y están respondiendo) ante la justicia por comportamientos que hoy son considerados poco éticos. Los tiempos han cambiado y la vieja forma de hacer política está siendo condenada. ¿Cuantos parlamentarios más tendrán que caer para que se enriele el sistema?
La verdad es que en estos tiempos, no hay muchas personas capacitadas para ejercer sus altos cargos políticos con responsabilidad e idoneidad. La complejidad del mundo actual requiere de una preparación mucho más amplia y profunda que la que han tenido los políticos tradicionales. Los liderazgos que se impondrán en el siglo 21 necesitan: pensamiento flexible, visión de largo plazo, análisis sistémico y conducta moralmente intachable. Todos elementos escasos, pero extremadamente valiosos.
Ahora que se acercan las elecciones de concejales y alcaldes, es deseable que los partidos propongan candidatos a la altura de los desafíos sociales que estamos enfrentado. De lo contrario la política seguirá mal evaluada. 
Me atrevo a sugerir que si en las papeletas de votación hubiera una opción, "Ninguno de los anteriores", para que los ciudadanos pudiesen expresar su parecer sobre la idoneidad de los candidatos propuestos, esa opción prevalecería. 
Es más, me atrevo a vaticinar que de ofrecerse esta posibilidad y existiese la alternativa de declarar desierto el cargo para postular otros candidatos más idóneos, la gente concurriría masivamente a votar y la presión para tener buenos candidatos sería insostenible. El problema es que los partidos no están preocupados de tener buenos candidatos sino aquellos que puedan ser elegidos sin importar si tienen "dedos para ese piano". Por eso es que el desprestigio político aumenta. 
Si queremos sanar nuestra política, debemos diseñar una democracia que recoja el clamor de los ciudadanos y agregar la opción "ninguno de los anteriores", para asegurarnos de que los candidatos sean aptos, que la participación sea masiva y que los intereses de los ciudadanos sean tomados en cuenta. 
No es un voto en blanco, que no define preferencia y tampoco un voto nulo, que se rebela ante las opciones propuestas. Es un voto que, apelando al espíritu democrático, señala que ningún candidato cumple con sus expectativas y exige mejores alternativas. 
La actual democracia se parece a un restorán donde tienes que escoger entre platos que no te gustan, preparados por chefs de otras culturas. O ese restorán amplía el menú, incorporando mejores recetas o la gente dejará de visitarlo. Esa ya fue la postura de la mayoría en las elecciones anteriores. La abstención fue mayoritaria, pero menospreciada por un diagnóstico errado. 
El diagnóstico de los viejos políticos: ¡hay que volver al voto obligatorio! la gente es irresponsable.
La opinión de la gente: no quiero votar por el menos malo, ¡quiero votar por el mejor!
El partido que triunfará en las próximas elecciones municipales será aquel que lleve a un  candidato que represente a "ninguno de los anteriores" y se comprometa a renunciar para llamar a nuevas elecciones con mejores candidatos. Si no aparece esta opción en la papeleta, triunfará nuevamente la abstención. ¡Y por un margen mayor!


viernes, 8 de julio de 2016

Pasos para cambiar el mundo

Cada ser humano es hijo de su tiempo. Desde que nace, es criado en una familia que no solo le transmite genes sino, mucho más importante, aprendizajes. Vive inmerso en una cultura que tiene creencias, valores y conocimientos que determinan la manera que tiene cada persona para procesar información e interpretar sus experiencias. Vivir en el siglo XXI, dominado por la tecnología y las comunicaciones, es muy diferente que vivir en el siglo XX, dominado por la industria y la ciencia. Esto explica la tan conocida brecha generacional. Los padres aprenden a vivir y se adaptan a una época diferente de la que viven sus hijos y cuando los cambios son acelerados, podemos decir que viven en mundos distintos.
En efecto, normalmente los hijos viven un mundo que han construido sus padres. Un mundo que ellos (los padres) recibieron como legado de la generación anterior (los abuelos) y que intentaron mejorar. Para los hijos resultan evidentes las injusticias que existen en el mundo de sus padres. Pero, juzgar a la generación mayor desde el punto de vista de la generación joven, sin considerar el contexto y la conciencia del momento, resulta injusto y soberbio. 
Es obvio que la vida de cada ser humano tiene mucha influencia de sus antecesores. Pero no es tan obvio que vivimos en un mundo tejido por las acciones de todas las generaciones humanas. Cada una de ellas, ha dado un paso hacia el desarrollo del pleno potencial del ser humano. Somos un proyecto colectivo. La civilización que hemos construido, para bien o para mal, ha sido un esfuerzo recursivo del hombre. Todos los seres humanos que existieron, existen y existirán somos co-creadores de nuestra antropósfera. Nuestra especie está dando un examen de viabilidad evolutiva. Para lograr sustentabilidad debemos madurar,  dejar de juzgar y hacer bien nuestro trabajo, de modo que el paso que dé nuestra generación sea en la dirección correcta y más amplio que el anterior. De lo contrario, nos extinguiremos y la vida propondrá otra especie dominante para  colonizar el Universo. 
Nuestra juventud tiene derecho a corregir nuestros errores. En realidad, tiene el deber de enmendar el rumbo. Pero no puede renegar de su historia, ni juzgarla injustamente. Debe aceptarla y aprender de ella. 
Aprender por ejemplo, que la violencia no es el mecanismo adecuado para lograr cambios sociales. Ya pagamos caro ese error. 
Aprender por ejemplo, a perdonar, ya que el odio y la venganza son venenos para la convivencia armónica. Un error que seguimos pagando. 
Aprender también a tener respeto y admirar a las generaciones anteriores. La vejez no es una enfermedad, es el desgaste por trabajar y producir. El progreso de la humanidad produce cansancio y arruga la piel. 
Aprender además a aprovechar de ver con ojos nuevos el paisaje, cuando estás sentado en hombros de gigantes. Los avances científicos y tecnológicos siempre abren nuevas ventanas de oportunidad. 
A esos jóvenes políticos que desean cambiar el mundo, les sugerimos un camino para su andar: 
  • Sin violencia, sin rencor, sin juicios y sin ninguna soberbia...
  • Con mucho respeto, con algo de amor, con rigurosidad y con creatividad...
¡Porque el próximo paso es el más importante para la Humanidad!