En cada uno de nosotros hay una fuerza vital que nos moviliza. Se trata de una energía interior que literalmente crea el mundo en que vivimos. Es una fuerza creativa primordial, que transforma nuestros pensamientos en acciones y nuestras ideas en proyectos. Es el mandato del Universo.
En Oriente hablan de "prana", que literalmente significa "aire inspirado", pero se refiere a la respiración propia de la vida. Es una energía contagiosa y poderosa.
Cuando esa fuerza disminuye, comenzamos a morir. Cuando la alimentamos, florecemos. Por eso siempre debemos intentar ser creativos y abrir caminos no transitados. Debemos ser exploradores en nuestra vida. Todo sucede por alguna razón. Nuestra tarea es descifrar el lenguaje del Cosmos para desarrollar nuestra originalidad. Somos una propuesta original que tiene sentido. Y vivir una vida con sentido es condición fundamental para el bienestar y la felicidad.
Una vez que encontramos ese sentido, la vida se vuelve creativa y apasionante. Nuestros actos tienen intención y convicción para superar los desafíos que encontramos en el camino porque la creatividad no puede ser derrotada. Tal vez pueda ser detenida por un tiempo, pero la concentración sostenida de esa fuerza vital aplicada reiteradamente, siempre vence.
A menos que aceptemos la derrota sin haber luchado con total compromiso e fe inquebrantable. Esa fe que solo encontramos en nuestro interior. A menos claro, que nos demos por vencidos. La perseverancia en la creatividad es invencible.
Construyamos nuestra vida en la creatividad. Empujémosla hacia territorios desconocidos, reconociendo que somos parte de una especie social que vive en un planeta frágil. No debemos crear desde el egoísmo, sino desde el bien común. Ni debemos crear desde la irresponsabilidad, sino desde la toma de conciencia.
Por eso la labor docente es tan importante. Es altruista e idealista. Si un profesor tiene esa fuerza vital para hacer clases, contagiará de energía a sus estudiantes, quienes serán sus instrumentos para cambiar el mundo. Ese "prana" se transformará en semilla y sus alumnos serán buena tierra.
Lamentablemente hay muchos profesores cuya fuerza vital se ha extinguido. Continúan haciendo clases, pero sin esperanzas. Han perdido la batalla. Han entregado su energía sin reponerla y viven frustrados en su vocación de servicio y lo que es peor, sin querer dañan a sus alumnos. Los comprendo, porque la lucha contra el sistema educacional parece imposible. Pero no los justifico, porque se han derrotado a si mismos. Quisiera contagiarlos de ilusión e inyectarles esa fuerza vital que los hizo escoger la noble profesión docente, pero me temo que no tenga suficiente energía.
Aunque reconozco que hay otros que mantienen ese entusiasmo y en sus clases transforman a sus alumnos en nuevas personas. Son sembradores de sueños. Son arquitectos de la felicidad. Sus semillas crearán un mundo mejor. A ellos, mis respetos y mi reconocimiento. ¡Que la fuerza los siga acompañando!
"Sembrador, no hay fruto, se hace fruto al enseñar"
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