La primera propuesta que hice en la tesis del Magister
en Biología-Cultural que desarrollé bajo la guía del biólogo y epistemólogo
Humberto Maturana decía: “Repensar el modelo educativo poniendo el bienestar
como objetivo”. ¿A qué me refería?
La necesidad de repensar la educación es un tema
recurrente y transversal en la actualidad, porque los modelos educativos no han
evolucionado. El modelo educativo tradicional, estaba centrado en la generación de ciudadanos
capacitados para ganarse la vida. Pero esto ya no es suficiente. Esta forma de educar no
apunta hacia el bienestar.
Nuestro jóvenes quieren vivir la vida plenamente y
desean una educación que se concentre tanto en su bienestar (físico,
psicológico y social) como en el bienestar colectivo (biodiversidad,
convivencia y justicia).
Proponemos una educación que les ayude a vivir con
optimismo, a adquirir hábitos saludables, a encontrarle un sentido más noble a
sus existencias, a generar relaciones constructivas con los demás y a conseguir
objetivos relevantes. Una educación que los prepare para resolver problemas
complejos, para levantarse cada vez que se caigan, para cuidar su cuerpo y su
mente con “alimentos” apropiados y para encontrar su “elemento”.
Nuestros jóvenes quieren ser felices, saludables, autónomos,
flexibles, creativos y socialmente responsables. ¿Queremos ayudarlos a estar
bien y a realizar su pleno potencial?
Si la respuesta es afirmativa, entonces podríamos
empezar por reconocer y aceptar la educación Waldorf o Montessori. Los padres
ya lo han hecho. La demanda por este tipo de educación es creciente.
Necesitamos una educación personalizada.
También podríamos aumentar la actividad física y
proscribir el sedentarismo; aumentar la actividad reflexiva y eliminar la
obediencia irresponsable; mejorar las oportunidades de realización aumentando
el juego, el arte y la música.
No se trata de eliminar el aprendizaje de las
disciplinas tradicionales, sino reducir su importancia relativa, considerando
que nuestra prioridad es la formación de personas íntegras y realizadas.
Miramos con mucho interés la decisión de los Jesuitas en España, de cambiar el
modelo eliminando asignaturas y evaluaciones.
Tampoco se trata de “hedonizar” la educación. La vida
humana es extremadamente compleja y el bienestar emerge en el entrelazamiento
de diversas condiciones, entre ellas:
Ambiente protegido y saludable
Amistades y relaciones sociales estrechas
Amor y aceptación incondicional
Coherencia y equilibrio entre valores y oportunidades
Cultivo de talentos naturales
Desarrollo de actividades reconfortantes
Flexibilidad ante el cambio inexorable
Sentido de superación
Propósito superior
Pretendemos un ambiente educacional donde los
estudiantes encuentren estas condiciones, que consideramos básicas para el bienestar.
Se desprende que los
profesores también debieran estar en el bienestar, que sean ejemplos de personas
realizadas, emocionalmente equilibradas, con vocación de servicio y con gran
cariño y empatía con sus estudiantes. Porque los estudiantes aprenden a
transformarse en la convivencia con los adultos que los rodean. Reconocemos que esta condición no es fácil de cumplir, pero es el desafío que proponemos a las facultades
de educación.
¿Quién no querría ir a la escuela si allí encontramos
un ambiente sano, respetuoso y feliz?
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