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martes, 9 de agosto de 2016

Ser amable


Necesitamos ser más amables. Mucho más considerados, amistosos y gentiles de lo que somos. Nuestra sociedad es anoréxica en amabilidad. La falta de consideración es el principal pecado de nuestra época. Y yo soy el primero en reconocer una deuda enorme en este sentido.

Estoy convencido de que si fuese más amable, lo pasaría mejor. Por ejemplo, si fuese más gentil manejando, el tráfico no me estresaría sino que aprovecharía cada oportunidad para regalar una sonrisa y un gesto de respeto a los otros conductores para contribuir a la fluidez del tráfico. Y sin embargo, detrás del volante tiendo a ser más agresivo y egoísta, por ganarle algunos minutos al trayecto. Basta salir a la calle para reconocer que muchos chilenos compartimos este mal.Incomprensible.

Si fuese más amable en los negocios, supongo que también me iría mejor. Así lo demuestra Daniel Lubetzky en su libro “Do the KIND thing”. Toda la filosofía de sus negocios gira en torno a hacer negocios con consideración. Tiene sentido. Hoy por hoy, el éxito en los negocios depende directamente de la calidad de las relaciones con los clientes. Cuando una organización tiene un profundo respeto por sus clientes y los trata con el cariño que se merecen, se desarrolla un vínculo basado en la confianza que contribuye a repetir la experiencia. El cliente responde a la amabilidad con fidelidad. Y tener clientes fieles es fundamental para alcanzar el éxito.

Si fuese más amable en mi vida social, posiblemente habría herido a menos personas y tendría bastante más amistades. No es que tenga pocos amigos, es que he perdido muchos en el tiempo. La descortesía, muchas veces inconsciente, debe ser la principal causa de que los lazos de amistad se resientan y los amigos se distancien. Si volviera a vivir, intentaría ser mucho más amable.

Esta es la propuesta que hace el gran Humberto Maturana al proponer la Biología del Amor como antídoto para el patriarcado frío e irrespetuoso en que vive la sociedad occidental. Cuando Maturana habla de Amor, se refiere al sentimiento de benevolencia, cariño y atención que nace de una conducta respetuosa por los demás. Concuerdo con su diagnóstico. Nos falta humildad y gentileza. Según él, la inteligencia es la capacidad de actuar en armonía con las circunstancias. Y si realmente somos inteligentes, cuando tratamos con personas, siempre debemos tener respeto y consideración.

También es la propuesta que antaño hizo Dale Carnegie en su libro “Como ganar amigos e influir sobre las personas”; un antiguo bestseller cuya recomendación para relacionarse conserva gran actualidad: “Sea amable y tendrá mejores resultados”.

Incluso si nos vamos a la contingencia, vemos ejemplos que refuerzan nuestra idea. El ex ministro José Piñera, en su reciente  y polémica entrevista de El Informante, podría haber explicado mejor sus ideas para perfeccionar las AFPs con una actitud más amable. La faltó inteligencia emocional, tal vez la dimensión más relevante de la inteligencia en la actualidad. La amistad cívica que ofreció, no era horizontal. Habló desde una superioridad inaceptable para el mundo plano del siglo 21 que describió Thomas Friedman.

Reconozco que si yo fuese más amable, sería mejor persona. Eso también es una gran verdad. Válida para muchos de nosotros seguramente. Lo interesante es que la gentileza se puede aprender. Antiguamente se decía que una persona amable era “bien educada”. Ese es el problema con la educación. No educamos bien. Por eso, el principal desafío de la educación del siglo 21 es volver a formar personas consideradas, incentivar conductas respetuosas y comportamientos civilizados. Allí, en la manera de relacionarnos está el principal obstáculo para la educación actual.
Hay que incorporar al currículo nacional la educación emocional, desarrollar habilidades sociales e incentivar conductas respetuosas hacia el prójimo. Esta es la tarea urgente para los profesores: Enseñar amabilidad. Y el secreto para eso es sencillo, ser amable. Porque como la experiencia demuestra, la amabilidad es contagiosa.

Y la recompensa de la amabilidad se parece mucho a la felicidad.

SER MÁS AMABLE, ¡¡¡ese es el gran desafío de estos tiempos!!!

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