Necesitamos una nueva mirada... |
Los problemas de la modernidad
tienen su origen en un tratamiento incompleto de la información. Como si los
datos y los hechos concretos no tuviesen energía. Considera a la información
como materia inerte, sin vida. El tratamiento estadístico de la información despoja
a la información de su energía y pretende comprender la película de la realidad
en base a fotografías estáticas. Los simples números e incluso las letras, son información
muerta.
Nuestra educación, hija de la
modernidad, está en crisis porque transmite información des-energizada.
Educamos con contenidos en descomposición. Medimos con pruebas estandarizadas y
evaluamos con objetividad, para asegurarnos de obviar la intensa energía que
subyace en los procesos educativos. Matamos la creatividad. Y los jóvenes se
dan cuenta. No quieren aprendizajes obsoletos. No les gusta alimentarse de
información sin vida.
Basarse solo en cifras para
reformar la educación es un pecado de ignorancia. No hay mala intención en los
modernos que postulan que solo lo medible existe. Hay falta de desarrollo. Hay insensibilidad.
Quisiera que existiera hoy una disciplina que seguramente estudiarán nuestros
nietos: la estadística emocional. Con esa herramienta podríamos medir los
cambios físicos y energéticos. Con esa herramienta no habría tantas
interpretaciones para los resultados de las encuestas. Ni tantos ganadores en
las elecciones. Con ella, nos daríamos cuenta de la extraordinaria riqueza informativa
existente en esa dimensión desconocida que hemos pasado por alto. La dimensión
emocional. Esa dimensión que nos permite detectar la energía detrás de cada
número o en cada palabra.
No hay lugar más evidente que la
educación para darse cuenta que el ser humano necesita hacerse sensible a la
energía que trae la información. Los verdaderos profesores lo saben. Sus
expectativas son relevantes para el aprendizaje de sus alumnos. Y el ambiente
emocional en el aula es la variable más significativa para generar aprendizaje.
Las notas de un verdadero maestro consideran que las respuestas tienen
información con energía. Por eso, si la reforma solo se basa en información
estadística, sencillamente profundizará la crisis de una educación industrial y
deshumanizada.
Espero que nuestras autoridades
se hagan sensibles a la energía que hay detrás de las cifras educacionales y
que legislen con madurez emocional. Solo así tendremos un país educado para el
siglo XXI.
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