Comenzaremos
a mirar la educación a partir de la idea más provocadora que nos ha regalado la
ciencia, la evolución. Aquella danza de la vida que comenzó hace unos 4 mil
millones de años en la Tierra. Desde entonces, la evolución ha influido
decisivamente en la dinámica del planeta, generando cambio, innovación y
desarrollo permanente. Desde entonces estamos en movimiento.
No era
evidente, puesto que apenas hace 155 años, un gigante de la ciencia, logró
distinguir en la naturaleza las huellas del transcurso del tiempo y comprendió
que estamos evolucionando. ¡Estamos cambiando!
Aunque
las enormes consecuencias de este asombroso descubrimiento aún no son
asimiladas del todo, intentaremos
analizar al ser humano y a la educación desde una perspectiva
evolucionaria.
El
experimento humano comenzó hace unos 3 millones de años con una ingeniosa
propuesta evolutiva: la neotenia. Somos mamíferos prematuros. Nacemos
inmaduros. Incapaces de subsistir sin la colaboración de adultos. La subsistencia
de la especie humana depende de padres amorosos, ligados a sus hijos hasta que
ellos logran autonomía, es decir, por varios años.
Esta
exclusiva característica obligó a nuestra especie a desarrollar mecanismos de
cuidado y protección para nuestros jóvenes. Al perdurar el contacto entre
jóvenes y adultos, las familias ancestrales debieron crear comunidades humanas más
permanentes y entonces, establecieron las condiciones para desarrollar el
lenguaje. Y el lenguaje transformó la vida humana. No solo se usaba para
comunicarse, sino que permitió también a transmitir los aprendizajes desde una
generación a otra. Se usaba para enseñar. Esto le otorgó al ser humano una
ventaja inédita en la naturaleza. La comunicación y la educación, entonces, convierten
al hombre primitivo en un ser social que comparte una aventura colectiva
con sus semejantes para resolver con éxito sus problemas de supervivencia.
De modo
que aunque la educación es una
consecuencia evolutiva de nuestra inmadurez física y emocional, es también un
acuerdo de cooperación entre los adultos, diseñado para enseñar y
transmitir la información histórica acumulada por los antecesores a esos
jóvenes con el propósito de prepararlos para la vida independiente. Jóvenes que
pueden cosechar el aprendizaje histórico de su especie y que pueden progresar
porque van caminando sobre “hombros de gigantes”.
Desde los
hombros de Darwin, podemos concluir que:
- Necesitamos
una educación que nos prepare para la transformación acumulada. Estamos
inmersos en un proceso de cambio continuo, conectados con la naturaleza y con
la historia del cosmos.
- Necesitamos
una educación que nos de sensibilidad medio ambiental. Ahora somos actores
conscientes de la evolución. Dependemos de nuestro medio ambiente y conocemos
su fragilidad. Debemos respetarlo y cuidarlo.
- Necesitamos
una educación flexible. Especialmente en épocas de grandes cambios, los
procesos educativos deben ser ágiles para adaptarse a las nuevas circunstancias.
- Necesitamos
una educación en permanente renovación. Que incorpore los aprendizajes más
significativos de la humanidad y los transmita con la mejor eficiencia posible.
- Necesitamos
una educación que tenga un adecuado equilibrio entre competencia y cooperación.
Los jóvenes tienen que desarrollar su individualidad creativa y también
contribuir al bienestar general.
- Necesitamos
una educación personalizada. La diversidad es uno de los caminos evolutivos que
garantiza mejores posibilidades de desarrollo.
- Necesitamos
una educación en etapas progresivas para un ser que evoluciona. Un ser que
comienza a cambiar desde el momento de su concepción, se desarrolla hasta convertirse
en adulto autónomo y luego continúa transformándose hasta que deja de existir.
- Necesitamos
una educación contextual. Que responda al entorno físico, social y cultural de
la comunidad.
- Necesitamos
una educación que contemple el tiempo evolutivo. Aprendizaje y desarrollo están
vinculados pero ambos necesitan distinto tiempo para germinar.
- Necesitamos
una educación para la vida en el bienestar. Saber vivir siendo feliz es más
importante saber producir siendo miserable.
Parece
evidente que la educación que tenemos actualmente no fue diseñada con una
perspectiva evolutiva. Sabemos que tiene origen de carácter industrial. Es
demasiado rígida. Está fragmentada y estancada. Por eso, no sobrevivirá por
mucho tiempo. Las crisis y el estrés generan evolución. Y en los tiempos que
corren, están dadas las condiciones para el cambio. Además, afortunadamente los
jóvenes nativos digitales, no aceptarán que se les prepare para un mundo que ya
no existe. No cabe dudas de que la educación tendrá en breve, una enorme
mutación. Estamos convencidos de que los hijos de nuestros hijos tendrán una
educación con perspectiva evolutiva. O como dice Sir Ken Robinson, una
educación orgánica.
Es
natural que las familias comiencen el proceso educativo de sus hijos y por lo
mismo creemos en una “escuela para padres” con el fin de preparar a los jóvenes
a construir familias; pero también es natural que cuando los padres necesitan
ayuda, la comunidad apoye a los más débiles. Suponemos que Darwin propondría
células educativas en los barrios más vulnerables, dedicadas a entregar a los
pre-escolares un vocabulario rico, un ambiente emocionalmente saludable, con
actividades lúdicas para establecer identidades únicas y relaciones sociales
sanas. Algo como jardines infantiles con participación activa de las familias
(apoyadas por psicólogos) de modo que el ambiente de aprendizaje sea similar en
la casa y en el jardín. Creemos que extendería este proceso hasta que el niño
esté física, social, emocional e intelectualmente maduro.
Pensamos
que la educación debe ser un proceso continuo y dinámico para ayudar
progresivamente a nuestros jóvenes a caminar sobre los hombros de los gigantes
intelectuales de la humanidad. Una imagen que usamos para ilustrar el potencial
educativo de conectar los conocimientos de vanguardia en diferentes disciplinas.
Estudiar a la altura de estos sabios es aprovechar el esfuerzo colectivo de toda
la humanidad.
La
primera condición para una educación de calidad es que esté diseñada con una
perspectiva evolutiva.