Las dificultades que enfrenta la reforma educacional se deben a que nadie se atreve a decir algunas verdades:
Decirle a los estudiantes que la educación de calidad requiere de su esfuerzo a través del estudio y que esa es su principal responsabilidad. No existe aprendizaje sin voluntad de aprender y las tomas no demuestran esa voluntad, sino todo lo contrario.
Shh...Cambia, ¡todo cambia! |
Decirle a los padres que la educación sólo es
un complemento de la formación valórica que han recibido en casa y que los
resultados académicos de sus hijos dependen en gran medida de sus hábitos fuera del colegio. La
calidad educacional comienza en casa.
Decirle a los profesores que la formación que
recibieron no es suficiente para enseñar a jóvenes nativos digitales y que si quieren
ejercer la docencia, deben actualizarse. El rol del profesor cambió.
Decirle a los sostenedores que la educación
debe priorizar la calidad y que cualquier proyecto educacional que
desvía recursos en perjuicio de esta, es éticamente dudoso. Educar es un
servicio al país.
Decirle a los políticos que la educación no es
un instrumento para fomentar ideologías, sino un espacio para lograr autonomía
de pensamiento. Educar es ampliar perspectivas, no limitarlas.
Decirle a los expertos que lo mínimo que
necesitamos es ponernos de acuerdo en el significado de la calidad educacional.
La calidad no sólo se mide, también se siente.
¿Si digo la verdad, me condenarán? |
Decirle a las facultades de educación que la
formación docente debe reinventarse para darle al profesor nuevas competencias.
No se puede esperar mejores resultados en el aula, si seguimos haciendo lo
mismo. Educar es preparar para el cambio y la incertidumbre.
Decirle al ministerio que la educación debe
ser una política de estado, con un mínimo de consistencia para lograr una
perspectiva de largo plazo. Educar es proyectarse al futuro.
Decirle al gobierno que la reforma fracasará
irremediablemente si impone sus términos sin consensuar con una mayoría
sustancial de los chilenos el tipo de sociedad que queremos construir. Educar
es un proyecto colectivo, de todos nosotros.
¡Esta vez, vale la pena no callar! |
Decirle a los ciudadanos que si perdemos la
oportunidad de diseñar la sociedad en que vivirán nuestros hijos y corregir los
problemas de nuestra época, demostraremos nuestra falta de cultura cívica.
Educar es progresar desde el interior.
Nadie quiere decir esto, porque no es políticamente correcto. Todos sabemos que estas verdades duelen y por eso callamos. Pero no decirlo, nos convierte en cómplices. Si hay algo que aprendí en el colegio, es a decir la verdad.
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