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sábado, 31 de diciembre de 2011

Cambios

Está terminando el año 2011 y en la cartera de Educación, asume Harald Beyer sucediendo a Felipe Bulnes, quien debió enfrentar las peores turbulencias del movimiento estudiantil. En primer lugar, quisiéramos destacar la actuación del ministro Bulnes, que actuó con mesura y conservó la serenidad cuando la mayoría había perdido la cabeza. Fue transparente y rayó la cancha para una discusión de fondo. Podíamos no estar de acuerdo con él, pero era de una sola línea. Extraña encontrar políticos con esa estatura moral. Pero no extraña que haya pagado un alto precio por aceptar el desafío de conducir un ministerio en donde se concentran todo tipo de intereses personales. Bueno, como abogado, sabía distinguir lo correcto y para hacerlo tendría que soportar mucha presión. Una lástima porque la educación chilena pierde alguien serio.
Lo reemplaza un economista, calificado como "experto" en educación. Tiene una mirada externa e independencia de pensamiento; y por si fuera poco, durante muchos años ha estudiado imparcialmente y en profundidad lo que necesita la educación pública chilena. Como técnico y analista, siempre aportó a la discusión y participó activamente en las comisiones pluralistas que buscaban proponer soluciones concretas. Beyer ha demostrado ser capaz de trabajar en equipo. Pero lo que sobretodo llama la atención, es que sabe perfectamente en lo que se está metiendo. Debe tener una gran confianza en su capacidad de diálogo y de convencimiento. Y también muchos deseos de colaborar en la encrucijada que enfrenta nuestro país. Pero necesitará paciencia y acostumbrarse a surcar las aguas turbias de la política. Algo a lo que no está acostumbrado.
Chile necesita cambios. La educación necesita cambios profundos. Y necesitamos alguien que genere las condiciones para lograr la transformación sistémica hacia el aprendizaje del siglo XXI. Ese alguien puede ser Beyer. Necesitará estabilidad y respaldo.
La pregunta es si lo tendrá.
En mi opinión, Chile no se puede dar el lujo de descabezar permanentemente al ministerio que construye su futuro. Se necesita un liderazgo estable para implementar políticas de largo plazo. El peligro es que sigamos culpando a las personas (de este u otro lado), cuando el verdadero culpable es un sistema educacional basado en la producción industrial, estandarizado, anacrónico, estático y rígido que se niega a evolucionar.
Dejemos de culpar al síntoma, ¡erradiquemos la enfermedad!

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