Propongo que seamos optimistas. Que
imaginemos un mundo diferente, donde reine la libertad, la paz y la justicia.
Que concibamos una sociedad que tenga como valores dominantes el respeto y la
responsabilidad. Donde el ser humano haya conseguido convivir en armonía con la
naturaleza y con sus semejantes.
¿Será posible?
Supongo que para lograrlo, necesitamos
rectificar nuestro modo de vida, cambiar nuestros valores y reconsiderar
nuestras prioridades. Necesitamos un cambio urgente.
Hay algunas señales evidentes: Los
jóvenes parecen estar buscando una nueva definición para el humanismo. Han
perdido confianza en las instituciones y rechazan el materialismo excesivo y la
injusticia. Buscan espacios de participación porque tienen sensibilidad social
y conciencia medio ambiental. Descontentos con la sociedad que heredaron, están
luchando por mejorar el mundo.
Es natural que allí comience la
transformación. En la juventud hay tierra fértil para sembrar vientos de
cambio. Bien lo saben algunos políticos que están pensando en la próxima
elección, cuando debieran estar concentrados en la próxima generación. Pero no
podemos dejar que el oportunismo de algunos contamine la gran oportunidad de
cambiar el rumbo del “viaje humano”.
Tenemos que tener la vista puesta en el
futuro. Por eso, parece razonable que el cambio, comience en la educación. La
sociedad que debemos construir, necesariamente se edifica sobre los cimientos
de una nueva educación. La educación para una sociedad conectada, orientada al
bienestar general.
Y entonces, quienes deben responder a las
inquietudes de los estudiantes y dirigir la discusión hacia los cambios
estructurales orientados a mejorar la educación, son los profesores.
Curiosamente, parecen estar ausentes del debate de ideas. Esto me parece grave.
Es indispensable que aprovechemos la oportunidad para debatir sobre ideas que
verdaderamente apunten hacia la calidad educacional.
Necesitamos que los profesores saquen la
voz, que propongan caminos y ofrezcan alternativas. Que lideren la discusión y
asuman la responsabilidad de ser arquitectos del futuro. Invito a nuestros
profesores a usar este medio para proponer ideas. Unamos fuerzas, mentes y
energías. Juntos, podemos ser optimistas. ¡Si, se puede!
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