Cuando Adam Smith acuñó el concepto de una "mano invisible" que regula los mercados, se refería (en un lenguaje entendible para la época) a que los sistemas complejos tienden a autorregularse espontáneamente frente a los cambios. Ante cualquier perturbación externa al sistema – el economista sostenía que – una mano invisible movía los hilos, para restablecer el equilibrio y la armonía.
En efecto, los mercados económicos responden a las leyes de la complejidad. Lamentablemente, parece que esta vieja lección no fue bien comprendida.
El comportamiento poco ético de algunos empresarios, que se manifiesta en la multiplicidad de casos de colusión, evasión y corrupción; de malas prácticas, de abusos por posiciones dominantes y uso de información privilegiada; están corroyendo un sistema económico que ha generado progreso y avances indiscutibles. Son "manzanas podridas" que terminarán contaminando al resto y condenando al modelo. O se sacan luego, o el sistema se muere.
Los empresarios deben ser extremadamente intolerantes con las faltas a la ética o el sistema será reformado.
Algo parecido está ocurriendo en la política. El comportamiento poco ético de algunos políticos, (y ojo, con síntomas similares), también está corroyendo el sistema democrático. Al punto que tenemos una participación anoréxica, que terminará por minar la legitimidad de nuestras autoridades públicas.
Los políticos también deben ser expulsar las manzanas podridas que amenazan con contaminar a la democracia representativa. De lo contrario, la democracia será reformada.
Esto ya ocurrió en educación. El comportamiento poco ético de los sostenedores generó una sensación de abuso transversal que se manifestó en el respaldo ciudadano a los movimientos estudiantiles; y justificaron tomas y posturas políticas que impusieron una reforma educacional, más orientada a evitar el lucro excesivo, que a mejorar la calidad del sistema. Unos pocos sostenedores abusivos, hicieron colapsar un sistema educativo que tenía los mejores indicadores de calidad de la región. Los verdaderos responsables de la reforma educacional, son los que priorizaron sus intereses económicos por sobre la calidad educativa de sus instituciones. Fueron demasiados, ya que la mano invisible terminó por intervenir. Hoy, estamos enfrentados a una reforma educacional apurada, improvisada y poco pensada, que pretende corregir esos abusos. Pero muchos de los que rasgan vestiduras, fueron los principales responsables y sin embargo ahora se quejan por la urgencia con que se trata de extirpar el cáncer que ellos mismos causaron. Lo encuentro francamente despreciable (aunque reconozco que es más inconsciencia que maldad).
Ayer apareció una mano invisible, tirando una piedra a un conocido empresario que defendía su honra ante insultos insólitos de una autoridad política. Injustificable. Y peligroso. Una mano invisible, escondida detrás del anonimato. Tal como ocurrió en educación, la mano invisible artera y desconsiderada puede llevarnos a la violencia y al enfrentamiento. En mi opinión, no era una piedra dirigida a Andrónico Luksic, ni fue lanzada por una activista descriteriada (aunque la realidad diga otra cosa). Yo la veo como una mano invisible, intentando advertirnos de los peligros que acechan a una sociedad enferma de corrupción. Porque nos hemos contagiado con ese virus, aunque duela decirlo.
Hoy en las noticias, vemos que se hace público un nuevo caso de colusión. Esta vez en los pañales. Nuestra sociedad debe reaccionar. Y antes de que aparezcan otras "manos invisibles" peligrosas, sugiero que vayamos al origen del mal. Extirpemos el cáncer de raíz. Nuestro políticos no pueden sentirse por sobre la ley. Nuestros empresarios tampoco. Ni siquiera nuestros ciudadanos. Tolerancia cero para el abuso y la corrupción. Todos debemos aprender a respetar en serio las reglas. El comportamiento ético y la responsabilidad social deben cuidarse y defenderse con un celo creciente. En todas las actividades. Sobre todo en la actualidad. Más que nunca, cuando aun es tiempo de derrotar a la corrupción. Aún hay patria, ciudadanos. Pero ese es solo el comienzo de una larga guerra.
El tratamiento definitivo es de mediano plazo y tiene que inocularse temprano, en las instituciones educacionales. Es urgente mejorar le forma en que educamos. No es casualidad que las reformas comenzaran en educación. Allí se incubó una tolerancia mal entendida, una cultura de logros a cualquier costo, una formación orientada al éxito económico individual. Ya hace bastante tiempo, allí nos equivocamos. Allí comenzó la enfermedad.
Allí entonces debe iniciarse el tratamiento para sanarnos. Allí se prepara a la próxima generación, allí comienza la siembra para formar una comunidad con personas íntegras. Queremos colegios sanos, donde aprendamos a convivir y a comportarnos correctamente. Escuelas y Universidades donde los estudiantes aprendan a relacionarse, a desarrollar sus talentos, a colaborar y mas que nada, a ser felices.
Allí entonces debe iniciarse el tratamiento para sanarnos. Allí se prepara a la próxima generación, allí comienza la siembra para formar una comunidad con personas íntegras. Queremos colegios sanos, donde aprendamos a convivir y a comportarnos correctamente. Escuelas y Universidades donde los estudiantes aprendan a relacionarse, a desarrollar sus talentos, a colaborar y mas que nada, a ser felices.
Necesitamos muchas manos invisibles de docentes cariñosos, dedicados y exigentes, que corrijan el rumbo de la educación y la dirijan hacia la integridad. Es la única esperanza para la Humanidad.
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