Abstenerse es una decisión. Muchas
veces, se posterga el hacer algo en el presente si pensamos que tendremos un
beneficio mayor en el futuro. Por ejemplo, nos abstenemos de comer demasiado si
queremos estar delgados; o nos abstenemos de tomar si debemos manejar; o de
tener sexo sin protección, si no queremos embarazarnos o enfermarnos. Son
decisiones ponderadas. Y según muchos
estudios psicológicos, la capacidad de abstenerse en un buen predictor del
éxito futuro de una persona.
En las elecciones municipales Chile
se abstuvo. Chile tomó una decisión madura, pensando en su futuro.
La gran mayoría de los chilenos no
quiso votar. En términos democráticos, ellos son la nueva mayoría. Era
previsible. Ya se habían manifestado la última elección presidencial, pero
fueron desestimados como irresponsables, porque no habrían cumplido con su
deber cívico.
Pero el diagnóstico estaba errado. Desoyendo
la advertencia popular, los políticos no solo aumentaron sus sueldos y sus
puestos sino que legislaron para perpetuarse. Y además, conminaron a los
ciudadanos a votar.
Se olvidaron que ellos mismos
permitieron el voto voluntario, abriendo una caja de pandora que otorgó al
ciudadano una nueva forma de expresarse. Y los ciudadanos se expresaron elocuentemente
en contra de la politiquería, de la corrupción, de los privilegios y de la perpetuidad
en los puestos de poder.
Votar, aunque sea en blanco, sería
legitimar el proceso democrático propuesto. Y nadie quiere ser cómplice de las
actuales cúpulas de poder político.
No yendo a votar, la gran mayoría de
los chilenos no solo ha cumplido el deber cívico de expresar su preferencia,
sino que han rechazado categóricamente el actuar de esta pequeña política, soberbia,
cortoplacista y no representativa (nadie se puede sentir representado por
políticos que tienen conflictos de interés). Más aún, hoy conforman una gran mayoría
de ciudadanos que desean una renovación total del sistema democrático que
tenemos.
La Gran Abstención es un profundo
cuestionamiento a nuestros políticos, una invitación al cambio y una
oportunidad para que en la próxima elección presidencial, nos reencontremos con
esa tradición republicana que nos caracterizaba. Estoy de acuerdo. Si deseamos ser democráticos, Chile debe cambiar su forma de gobernar. Chile
necesita una Gran Política.
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