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jueves, 27 de octubre de 2016

Humanizar la educación

Juan Cassassus
"Ya es tiempo de humanizar la educación" repitió varias veces hoy el Dr. Juan Casassus en el lanzamiento de su 5to libro: "Educación: Escritos críticos". En un ambiente muy coloquial, casi familiar, comentó con su profundidad habitual, acerca de la urgencia del cambio y de lo lamentable que sería perder la oportunidad de que la reforma educacional se quede en temas económicos, como el financiamiento o la estructura de propiedad de las instituciones.
Con mucha razón, puesto que intervino después del Senador Carlos Montes, que destacó la falta de profundidad transversal en el debate legislativo y de la Ministra de Educación Sra. Adriana del Piano, que lamentó no haber leído antes el libro. Ambas autoridades se daban cuenta que su trabajo no estaba a la altura de lo que Casassus sugiere. En mi opinión, estaban desorientados por una propuesta teórica que les hacía mucho sentido pero que no sabían como implementar. A pesar de contar con una enorme cantidad de recursos disponibles, según ellos, no existía una ruta clara hacia la buena educación.
Pero como sugirió el autor, no es tan complicado. Es complejo, pero no complicado. Hay que diseñar una educación para humanos, seres frágiles que crecen, se desarrollan, conviven y cooperan, aprenden y sienten. Sin pruebas estandarizadas, sin conceptos económicos, sin exigencias de eficiencia o calidad. Hay que preparar profesores para relacionarse con niños y jóvenes e introducir la dimensión ética al centro de la actividad educacional. Como ya hemos dicho tantas veces aquí, se necesitan profesores de personas, más que profesores de disciplinas. Allí está el cambio de fondo. Esa es la gran receta. 
Una estrategia que ha sido utilizada antes y con mucho éxito. Es curioso que nuestras autoridades no lo vean. Muchas instituciones tienen profesores que dictan diversos ramos y se transforman en referentes morales. Allí donde ustedes encuentren un profesor destacado, encontrarán también a un profesional comprometido integralmente con sus alumnos. Maestros que están especialmente comprometidos con los aspectos emocionales de sus estudiantes. No son profesores de una disciplina. Usan la docencia como una oportunidad para mejorar al mundo, sacando lo mejor de sus estudiantes.
un futuro profesor...
Casassus terminó señalando que los verdaderos profesores son artistas. Transforman a sus alumnos en obras auténticamente originales trabajando progresivamente con cada muchacho hasta convertirlo en su mejor versión. Estoy de acuerdo, los buenos profesores son artistas y sus estudiantes son obras de arte. 
Conversar, leer y comprender a Casassus nos dá esperanzas. Tal vez la educación tenga remedio. Tal vez la desorientación de nuestras autoridades se resuelva aceptando esta crítica dolorosa pero constructiva y entendiendo el fondo de la propuesta. Hay que humanizar la educación y ¡hay que hacerlo ahora!
Por eso les recomiendo leer los escritos críticos de Casassus y exigir una educación más humana para sus hijos. Solo así ellos se convertirán en personas auténticas.

domingo, 23 de octubre de 2016

La Gran Abstención

Abstenerse es una decisión. Muchas veces, se posterga el hacer algo en el presente si pensamos que tendremos un beneficio mayor en el futuro. Por ejemplo, nos abstenemos de comer demasiado si queremos estar delgados; o nos abstenemos de tomar si debemos manejar; o de tener sexo sin protección, si no queremos embarazarnos o enfermarnos. Son decisiones ponderadas. Y según  muchos estudios psicológicos, la capacidad de abstenerse en un buen predictor del éxito futuro de una persona.
En las elecciones municipales Chile se abstuvo. Chile tomó una decisión madura, pensando en su futuro.
La gran mayoría de los chilenos no quiso votar. En términos democráticos, ellos son la nueva mayoría. Era previsible. Ya se habían manifestado la última elección presidencial, pero fueron desestimados como irresponsables, porque no habrían cumplido con su deber cívico.
Pero el diagnóstico estaba errado. Desoyendo la advertencia popular, los políticos no solo aumentaron sus sueldos y sus puestos sino que legislaron para perpetuarse. Y además, conminaron a los ciudadanos a votar.
Se olvidaron que ellos mismos permitieron el voto voluntario, abriendo una caja de pandora que otorgó al ciudadano una nueva forma de expresarse. Y los ciudadanos se expresaron elocuentemente en contra de la politiquería, de la corrupción, de los privilegios y de la perpetuidad en los puestos de poder.
Votar, aunque sea en blanco, sería legitimar el proceso democrático propuesto. Y nadie quiere ser cómplice de las actuales cúpulas de poder político.
No yendo a votar, la gran mayoría de los chilenos no solo ha cumplido el deber cívico de expresar su preferencia, sino que han rechazado categóricamente el actuar de esta pequeña política, soberbia, cortoplacista y no representativa (nadie se puede sentir representado por políticos que tienen conflictos de interés). Más aún, hoy conforman una gran mayoría de ciudadanos que desean una renovación total del sistema democrático que tenemos.
¡Deseamos un Chile distinto, un Chile mejor!
La Gran Abstención es un profundo cuestionamiento a nuestros políticos, una invitación al cambio y una oportunidad para que en la próxima elección presidencial, nos reencontremos con esa tradición republicana que nos caracterizaba. Estoy de acuerdo. Si deseamos ser democráticos, Chile debe cambiar su forma de gobernar. Chile necesita una Gran Política.

jueves, 20 de octubre de 2016

La Costa Amalfitana

Torre de Pisa
Catedral de Orvieto
Viajamos por la carretera rumbo a la Costa Amalfitana, y nos detuvimos en Pisa, para admirar la torre inclinada por unos minutos. Siempre impresionante y atiborrada de turistas. Fue una parada simbólica para presentar nuestros respetos a un error de ingeniería, pero rápidamente seguimos hacia nuestro destino. Decidimos alojar en Orvieto, un pueblo medieval de la región de Umbría, en el centro de Italia. Ubicada sobre una colina escarpada, debe haber sido una fortaleza inexpugnable, puesto que desde lo alto, domina el paisaje de la Umbría, lleno de olivos. Su monumento más conocido es el Duomo, una catedral que no tiene nada que envidiarle a la de Florencia. Una obra maestra de la arquitectura gótica. Pero hay mucho más que admirar.
Techos de Orvieto
La ciudad era hermosa, llena de callecitas adoquinadas, torres y construcciones centenarias, daba la impresión de que el tiempo se hubiese detenido. A mi me encantaron los techos y la mezcla de piedras y arcillas. Pero reconozco que ver la puesta de sol desde un mirador fue una experiencia casi espiritual. Pocas veces uno se queda sin palabras ante la danza de nubes y colores con que el cielo le dice adiós al sol. Esta fue una de ellas. Para rematar, aprovechamos de disfrutar el espectáculo con una botella de champagne. ¡Magnífico!


Amalfi
Temprano al día siguiente salimos hacia Amalfi. Cuando dejamos atrás Nápoles, salimos de la carretera y comenzamos a experimentar la empinada estrechez de las calles del lugar. Después de recorrer un largo y sinuoso camino, llegamos a un hotel que colgaba de los acantilados mirando la costa. Finalmente, ¡habíamos arribado a nuestro destino! Amalfi era un típico balneario turístico, con muchas tiendas, hoteles y restoranes, que se escondían en una topografía escarpada. Caminos demasiado angostos para autos, en un territorio montañoso y complicado para construir pero atiborrado de gente. Y eso que suponíamos que la temporada había terminado. No cabía duda alguna, la costa amalfitana era un destino turístico muy popular y nosotros estábamos allí, dispuestos a descubrir muchas de sus atracciones.  Intentamos llegar a Positano, pero el tráfico era demasiado intenso y no se podía avanzar. Los locales por supuesto, se movían en motos, con una intrepidez que sorprendía. Casi con cierta agresividad, adelantaban en zonas muy peligrosas. Curiosamente no vimos accidentes pero la cantidad de autos sin espejos retrovisores y rayones en los costados era alarmante. 


Positano
Cuando finalmente llegamos a Positano, encontramos un estacionamiento para el auto y bajamos a la playa, pasando por preciosas tiendas, con la idea de encontrar un restorán donde comer. Estaban todos llenos y justo cuando nuestras aspiraciones disminuían y pensábamos regresar, en un de los restoranes top, un buen anfitrión nos ofreció unas copas de champagne para esperar una mesa que se iba a desocupar. ¡No faltaba más! Nuestra paciencia fue recompensada con una exquisita comida al frente de la playa, mientras Positano se iluminaba y una majestuosa luna aparecía entre los cerros. Sobre un escenario en la playa, unos bailarines danzaban al son de música clásica. ¡Positano en todo su esplendor! 

Positano
Mientras volvíamos al hotel, cayó la noche y llegó una tempestad. Truenos y relámpagos que retumbaban magnificándose con el eco entre las cornisas de roca sólida. Alguna celebración había, porque los fuegos artificiales se sumaron al espectáculo. Las nubes negras, la luminosa luna, la tormenta eléctrica y la algarabía de los turistas, fueron el escenario de aquella estrenduosa noche. Como augurando que este no sería un lugar para descansar. Pero Positano era muy pintoresco y nos encantó tanto que volvimos a comer allí en distintos restoranes, cada uno con su propio sello por otros 2 días mas. Uno de ellos, del hotel más próximo a la playa, el Covo del Saraceno que era mas fino y otro, que tenía las mesas literalmente en la vereda, colgando de un acantilado y con una vista hacia la playa verdaderamente espectacular. No solo valió la pena regresar, incluso quedamos con gusto a poco. Pero me estoy adelantando...

Vistas de Capri
Habiendo dormido poco por la tormenta, al día siguiente navegamos a Capri. Una isla famosa que nos recibió con algunos chubascos. Tomamos el teleférico y subimos al casco antiguo de la ciudad. Si bien estaba lleno de tiendas muy glamorosas, decidimos perdernos caminando por los senderos abruptos que rodeaban la isla y mostraban la belleza natural de la isla rocosa.  Lamentablemente el Arco Naturale estaba en reparación y los andamios echaban a perder parte del panorama. Pero igual era una faceta de Capri que vale la pena conocer. Cansados, almorzamos las típicas pastas en un y luego recorrimos las tiendas y las villas de los emperadores romanos. Regresamos felices de haber conocido una isla con tanta historia y como ya dije, comimos en Positano.

Pompeia
Frescos de Pompeia
Al día siguiente nuestro destino era la no menos famosa Pompeya y su pariente pobre, Herculano. Sobrecogedora experiencia. Las ruinas no escondían la riqueza y sofisticación de la vida hace 2000 años. La sensibilidad estética estaba presente en los muros de las casas. En realidad, era obvio que vivían bien. Al menos hasta que la erupción los sepultó. 
Reconstitución de un cuerpo
Vasijas para el vino
Algunos alcanzaron a arrancar, pero la mayoría sufrió una muerte asfixiante pero afortunadamente rápida. Lo más impresionante para mi fue que a mayoría de los fallecidos hacían esfuerzos para poder respirar, como se puede apreciar en la foto. La ciudad era mucho más grande de lo que yo había construido en mi imaginación. Y las construcciones más elaboradas. Era una comunidad que al parecer había logrado vivir con cierto grado de bienestar y disfrutar de las cosas buenas de la vida. 

Ruinas de Herculano
Las ruinas de Herculano, estaban en la ciudad. Descubiertas la construir nuevas poblaciones, son clara evidencia de que el ser humano tropieza con la misma piedra varias veces. Había menos gente, el lugar era más pequeño y en mi opinión estaba menos cuidado que Pompeya. Pero igual de impresionante. Aquí la bajada de la nube tóxica fue tan violenta que aun se conservan restos de materia orgánica como maderas. Todo se carbonizó. La tragedia provocada por el Vesubio está presente en los restos de dos milenios de antigüedad y los esqueletos apiñados en pequeñas piezas al final del recorrido eran sobrecogedores. Salí de allí, con el corazón encogido.  
Sorrento
Y para mejorar el ánimo, fuimos a pasear a Sorrento. Donde los muelles literalmente se transforman en playa y se cubren de reposteras y quitasoles. Pero el verdadero ajetreo esta en las tiendas en calles peatonales, donde aprovechamos de comprar algunos recuerdos. Es que no queríamos olvidar lo vivido. Conocer la costa amalfitana era una experiencia llena de estímulos diversos y su fama mundial estaba plenamente justificada. Para despedirmos, decidimos ir a comer a Positano, una vez más, y brindar con unas copas de champagne (nuevamente) por haber tenido el privilegio de conocer uno de los lugares más bellos del mundo. Nada mejor que hacerlo desde lo alto de la ciudad, a la intemperie (protegido apenas por una flor de la pluma), en un restorán colgando de los acantilados y dominando el paisaje de la bahía. Así terminaba otro día inolvidable...

Alguna vez soñé irme a vivir a esta región para vivir una vida más sencilla, sociable y amorosa... Recordé ese sueño porque, ¡la vida es bella, pero se hace tanto más hermosa en un lugar precioso con la compañía adecuada! 

jueves, 13 de octubre de 2016

La Liguria

Durante setiembre viajamos a Europa. La idea era aprovechar los días feriados de fiestas patrias para conocer algunos lugares que resultaron fascinantes. Y si bien nuestro objetivo era la Costa Amalfitana, el destino también quiso mostrarnos otros lugares. Intentaré compartir con ustedes, algunas de las experiencias más interesantes que vivimos. Ibamos con otro matrimonio con quienes nos encontramos en el aeropuerto de Milán.
El caracter italiano se hizo presente de inmediato, advirtiéndonos que estábamos inmersos en otra cultura. Necesitaríamos recargarnos de paciencia –algo que habíamos consumido luego de muchas horas de vuelo– y reiterar nuestra decisión de disfrutar el viaje independiente de los contratiempos. Como todos los demás clientes, debimos esperar un par de horas para que nos entregaran el auto que habíamos arrendado y pagado. Los italianos tienen su propia forma de hacer las cosas y eso era algo que íbamos a observar con tanto asombro como el maravilloso país que han construido. Italia es una comunidad muy social, extrovertida y apasionada, apoyada en valores convencionales producto de la enorme influencia de la religión católica y cimentada en la cohesión de familias muy extendidas. 
Santa Margarita de la Liguria
Luego de una par de horas en las excelentes carreteras plagadas de túneles, llegamos a Santa Margarita de la Liguria, nuestro centro de operaciones para esta primera etapa del viaje. Muy cerca de Génova, estas tierras montañosas destacan por una arquitectura compacta en pendientes asombrosas, como si los pueblos estudiaran al mar desde los acantilados. De hecho, el océano es el pricipal protagonista de la región. 
Santa Margarita es un hermoso balneario en el golfo del Tigullio, al noroeste de Italia y sus congestionadas playas están cerradas con camarines de vistosos colores que protegen los quitasoles y las reposeras que cubren los escasos lugares con arena de las playas ligurianas. 
Cristo de los abismos
San Fruttuoso
Desde allí fuimos navegando hacia San Frutosso, una abadía medieval inaccesible por tierra, que esconde al Cristo de los Abismos (una escultura sumergida a 17 metros de profundidad y solo visible para buceadores); se trata de una pequeña aldea de pescadores que tiene, además de la abadía, una pequeña playa pedregosa teñida de quitasoles color lavanda y algunos restoranes turísticos. Almorzamos en uno de ellos, atendido por la familia propietaria. Mientras el abuelo parrillaba los pescados y mariscos, las nietas servían a los comensales. Un negocio típicamente italiano. La vista resultó mejor que la comida, pero la experiencia de almorzar en un roquerío al costado de la playa... mirando la llegada de continuas oleadas de turistas ante la indiferencia de los bañistas locales, fue sencillamente maravillosa. 
Portofino
Uno de los yates chicos...
Por supuesto, pasamos por Portofino, un lugar que hace casi un siglo, trastornó a mi abuela y con razón. Recorrimos el muelle y admiramos los yates magníficos que hablaban de la fineza del pequeño puerto, visitamos las tiendas llenas de artesanías y recuerdos y vimos algunos restoranes para visitar al día siguiente. Escogimos uno (Delfino) atendido por Arnoldo, un mozo chileno, que al día siguiente nos atiborró de limoncellos aunque nos dejó hambrientos con unos pescados a la sal que resultaron más caros que los pasajes en avión. Sin quejarnos por el valor, porque la dura vida del turista exige ciertos sacrificios, aprovechamos de enterarnos de muchas aventuras de otros chilenos que habían estado allí. Algunos bastante conocidos, que probablemente pensaron que sus andanzas por esos remotos lugares no serían conocidas. No contaban con la elocuencia de este personaje que probablemente exageró sus cuentos pero que animó nuestra sobremesa con mucho entusiasmo.  



Rapallo
Al día siguiente visitamos Rapallo, vecina a Santa Margarita, con características similares aunque un poco más grande y más ciudad que la segunda. Aparte del típico recorrido por el borde costero, no hicimos mucho allí. Estábamos ansiosos por comenzar el recorrido por lo que nos habían dicho eran los 5 pueblos más encantadores de Italia. Cinque Terre (Las 5 tierras). Partimos a La Spezia donde nos alojaríamos para tomar el tren ya que estos pueblos solo son accesibles por tren o por mar. 


Monterosso
En la estación de trenes de La Spezia compramos pasajes para transitar sin límites por el día y enfilamos hacia Monterosso, el último de estos pueblitos apiñados en los acantilados del mediterráneo. Volveríamos deteniéndonos en los otros territorios tanto tiempo como quisiéramos. Pero el tiempo siempre fue escaso para conocer estos parajes. En Monterosso, fui sorprendido por las playas multicolores, las casas color pastel y la ropa tendida. Me encantó el ambiente relajado y sociable de estos pueblos ermitaños. Cada comunidad parecía una gran familia italiana. Probablemente ellos también se consideran como tales. En Monterosso al mare, había más arena y playa que en todos los otros 4 pueblos juntos. Había que cruzar un tunel para llegar caminando al poblado escondido detrás de rocas y acantilados. Y fue un buen anticipo de lo que encontraríamos más allá. 

Vernazza

Luego bajamos en Vernazza y admiramos sus edificios multicolores, recorrimos calles angostas con más ropa tendida y descubrimos detalles arquitectónicos asombrosos, hasta llegar a la pequeña playa al costado de una iglesia. Ese era el polo magnético de la caleta. Otro pueblo de navegantes y pescadores. Otra comunidad que se apiñaba sobre las rocas de una playa para rezar, nadar o zarpar, siempre juntos.


Corniglia
Para llegar al siguiente pueblo, Corniglia, desde la estación había que subir una escalera de mil peldaños. Una prueba de resistencia, anunciada por un cartel que al inicio de la escalera indicaba que arriba había una farmacia. Los visitantes estaban advertidos. Los habitantes debían tener piernas muy fuertes. A diferencia de Vernazza, la invitación siempre era a subir hacia el corazón de la comunidad. En la plaza, las vistas hacia el Mediterráneo eran maravillosas. Significativamente, en lo más alto, estaba el cementerio, desde donde supuestamente los ángeles protegían a los residentes. 
Manarola

Manarola no tenía playa. Literalmente eran casas construidas sobre rocas. Los lugareños tendían sus toallas en la bajada de los botes hacia el mar. Mientras algunos se sambullían desde los roqueríos, otros celebraban un cumpleaños, unos pocos disfrutaban un asado e incluso unos recién casados se sacaban fotos desde los caminos que bordeaban los acantilados. Los niños corrían libremente por todas partes y los mayores paseaban sus perros. Había una agitación muy propia de una comunidad vibrante, inclusiva y extremadamente sociable. Me pareció un lugar muy italiano...
Para mi gusto, el más alegre de los 5 territorios.  Y un paraíso para un buen fotógrafo. 


Riomaggiore

Riomaggiore sería nuestra última parada en Cinqueterra. Parecía tener más edificios de 4 a 6 pisos que casas. Pero conservaba la característica arquitectura del sector. Aquí aprovechamos de disfrutar la puesta del sol, desde un restorán con vista al mar. Era necesario un descanso para digerir la belleza del entorno. Tantos estímulos en tan poco tiempo eran difíciles de asimilar. Mientras se ponía el sol y los colores del cielo rivalizaban con los del pueblo, nos conmovimos con la energía que nos dio esta primera etapa del viaje. Al día siguiente, dejaríamos la Liguria con la sensación de que habíamos descubierto una forma de vivir más humana, natural, hermosa y solidaria. Quedamos con el corazón contento. Muy contento. en muchos sentidos, fue un sueño hecho realidad. 

Volvimos a alojar en La Spezia, para salir rumbo a la Costa Amalfitana al día siguiente...





Los tiempos están cambiando


Como dijo alguna vez mi difunto amigo Ricardo Larraín: "¡El cambio ya ocurrió! No es que el mundo esté cambiando, es que el mundo ya cambió". Y la prueba más elocuente de que nuestra sociedad hoy es muy distinta que ayer, es que Bob Dylan acaba de recibir el premio Nobel de Literatura.
¡Bob Dylan!
El cantautor que aparece en este video de 1964 cantando "Los tiempos están cambiando".
¿Quien lo hubiese pensado?
Me alegro profundamente. No solo porque su música me cautivó desde pequeño, sino porque nos obligará a escuchar sus letras con mayor detención. Allí, el poeta rebelde ha escondido mensajes de gran significado. Allí, el artista múltiple ha expresado ideas respecto del cambio que necesitábamos hacer en la sociedad. Allí, en sus escritos hay mucha más música que la hemos sido capaces de escuchar. Como estamos muy acostumbrados a escucharlo, ahora debemos comenzar a leerlo. Vale la pena.
Les recomiendo un libro que puede comprarse vía Amazon: Bob Dylan - Lyrics 1962-2001. Allí encontrarán gotas de hermosa sabiduría.
Bob Dylan nunca ha sido un personaje convencional. En sus 75 años ha demostrado ser un poeta visionario y muy sensible. Alguien que por estar muy adelantado a su tiempo, debemos aprender a admirar con ojos más maduros. Volvamos a mirarlo, a escucharlo, a leerlo para por fin, comprenderlo.