Somos organismos vivos, y estamos en constante producción de nosotros mismos. La mayoría de nuestras células se renuevan constantemente y tal vez, con la excepción de las neuronas de la corteza cerebral, estamos literalmente convirtiéndonos en otra persona y aunque mantengamos la identidad, biológicamente somos muy diferentes al ser que éramos hace sólo 7 años. En ese corto período, la mayoría de nuestras células ha sido reemplazada por otras. Estamos cambiando continuamente. Celular, molecular, física y mentalmente. Y si estamos cambiando, en cada instante somos el resultado de un proceso evolutivo.
La evolución es el "método científico", de prueba y error, que mezcla competencia y cooperación, que usa la vida para progresar. Un proceso dinámico universal recursivo, que responde a los desafios de adaptación aumentando la complejidad del sistema que sufre cambios.
Desde esta perspectiva, debemos reconocer que nuestro pasado explica quienes somos. Nos hemos convertido en el resultado de todas nuestras decisiones. Somos consecuencia de nosotros mismos. ¡Somos nuestros creadores! Somos los arquitectos de nuestras conexiones neuronales.
Aceptar esta responsabilidad tiene enormes repercusiones: En primer lugar, implica que el presente nos brinda la extraordinaria posibilidad de elegir la versión de nosotros mismos que queremos llegar a ser. Podemos convertirnos en cualquier versión nuestra que podamos imaginar. Por otro lado, cada instante nos enfrenta a la encrucijada de elegir acciones que nos acerquen o alejen de esa versión. Cada decisión que tomamos, por trivial que sea, tiene consecuencias relevantes en nuestra evolución. Somos enteramente responsables de ser quienes somos y en consecuencia, debiéramos elegir convertirnos en nuestra mejor versión. Comportarnos de modo que nos acerquemos a ese ideal. Siempre debiéramos intentar desarrollar nuestro pleno potencial.
Aceptar esta responsabilidad tiene enormes repercusiones: En primer lugar, implica que el presente nos brinda la extraordinaria posibilidad de elegir la versión de nosotros mismos que queremos llegar a ser. Podemos convertirnos en cualquier versión nuestra que podamos imaginar. Por otro lado, cada instante nos enfrenta a la encrucijada de elegir acciones que nos acerquen o alejen de esa versión. Cada decisión que tomamos, por trivial que sea, tiene consecuencias relevantes en nuestra evolución. Somos enteramente responsables de ser quienes somos y en consecuencia, debiéramos elegir convertirnos en nuestra mejor versión. Comportarnos de modo que nos acerquemos a ese ideal. Siempre debiéramos intentar desarrollar nuestro pleno potencial.
Cada decisión que tomemos debiera acercarnos a ese personaje utópico que tiene lo mejor de nosotros. Así, momento a momento, podemos convertirnos en mejores personas. Podemos vivir avanzando hacia una mejor versión nuestra. Tomar consciencia de que estamos cambiando, de que nuestras decisiones nos construyen y de que podemos elegir en quien convertirnos, nos hace enteramente responsables de ser quienes somos. No somos producto de nuestras circunstancias, sino de las decisiones que gatillaron en nosotros esas circunstancias.
Ser nuestra mejor versión, o no ser esa mejor versión, esa es la decisión que tomamos en cada instante. Por lo tanto, es la pregunta que debemos hacernos antes de actuar. Sólo así nos convertimos en seres humanos éticamente responsables.
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