Einstein
comprendió a Darwin. Hace más de un siglo propuso la idea del
espaciotiempo. Aquella
proposición de que vivimos en 4 dimensiones: las 3 dimensiones espaciales, más
una dimensión temporal, es una visión que aun no terminamos de asimilar. Seguimos
comportándonos y educándonos como si viviéramos en un espacio aristotélico de 3
dimensiones. Seguimos considerando la vida como un fenómeno estático.
Continuaremos
nuestro caminar sobre los gigantes, mirando la educación a partir de los
hombros de Albert Einstein y su idea del espacio-tiempo. E intentaremos
insistir que una educación de calidad, debe enseñarnos a vivir en la dimensión
temporal.
Comprender
que habitamos en el rio del tiempo, nos permite vernos a nosotros mismos como
una historia. Vamos cambiando, molecular, física, mental y emocionalmente. Somos
un proceso. Tomarse en serio esto, nos conduce a una serie de conclusiones. Somos
el resultado de las decisiones que hemos tomado en nuestro viaje por el tiempo. Somos responsables de nuestro presente. Hemos construido nuestra actual
identidad, en el pasado. Y nuestro futuro es un cúmulo de posibilidades que
dependen de lo que hagamos en el presente.
La
educación debe enseñarnos a ver las consecuencias de nuestros actos. Nos debe
entregar una perspectiva de largo plazo. Y ayudarnos a tomar decisiones en
función de una pregunta clave: ¿Nos da
más tiempo?
Nuestro
principal recurso es el tiempo. Todos tenemos 24/7, pero no sabemos cuando el
tiempo se nos acaba. Y la educación nos debe enseñar a maximizarlo.
La
educación valórica, los hábitos saludables, la cultura ciudadana, el bienestar
personal y colectivo, la sana economía y la sustentabilidad, son disciplinas que
debiera contemplar la tempo-educación.
El
verdadero progreso de la humanidad se mide en longevidad. El aumento en nuestra
expectativa de vida, nos da mejores oportunidades. Nuestras experiencias
personales son experimentos irrepetibles. Debemos aprovecharlos bien. Para
desarrollarnos mejor y para profundizar en nuestros aprendizajes. La sabiduría es
aprendizaje que se cuece progresiva y lentamente.
Se trata
de desarrollar una mirada de largo plazo. En la medida que regalemos a las
nuevas generaciones, más tiempo, estaremos dándole al ser humano, mejores
oportunidades.
Nuestros
jóvenes, impacientes e inmediatistas, creen que tienen tiempo de sobra. Se
equivocan, pero no lo saben.
Nuestros
políticos salvo honrosas excepciones, están concentrados en los procesos
eleccionarios y no tienen la atención puesta en el futuro profundo. Se
apresuran, pero no lo saben.
Nuestros
profesores, están atrapados en un sistema industrial medido en función de resultados
académicos que no consideran la historia ni el contexto y lo que es peor, la
dimensión temporal. Condenan a sus estudiantes a prepararse para el pasado,
pero tampoco lo saben.
Todos
somos culpables de la educación estática y tridimensional que hemos construido.
Todos tenemos la responsabilidad de transformarla en un proceso dinámico que
nos enseñe a vivir la dimensión temporal.
Estamos
pensando en una educación que nos ayude a administrar mejor nuestro tiempo, que
nos induzca a priorizar y nos invite a ser eficientes con cada minuto, permitiéndonos
tener más tiempo para desarrollarnos:
Tiempo
para madurar
Tiempo
para reflexionar
Tiempo
para disfrutar
Tiempo
para procesar la información
Tiempo
para formar hábitos saludables
Tiempo
para afinar los sentidos
Tiempo
para generar empatía
Tiempo
para ampliar la mirada
Tiempo
para expandir la consciencia
Tiempo para ser la
mejor versión de nosotros mismos.