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jueves, 8 de mayo de 2014

La guerra de la equalidad

Nuestro país está enfrentando una situación de gran complejidad que no se puede comprender desde perspectivas sectoriales. Tratar de resolver los problemas de la educación desde el sistema educacional es un error. Se necesita una mirada sistémica, para comprender los enormes desafíos que implica la reforma que pretende implementar este gobierno.
La guerra de la equalidad
Creo que nuestro país está en guerra. La calle, le declaró la guerra a la inequidad. Y empoderó a un gobierno para nivelar la cancha, tan pronto como sea posible. Una enorme sensación de injusticia ha superado la paciencia de los chilenos y los movimientos estudiantiles-tropas de la calle- con sus protestas, han remecido los cimientos del sistema educacional.
Se ha endilgado a la educación, la responsabilidad de la equidad. Parece un error. El sistema educacional no está diseñado para la movilidad social. Es un sistema conservador de las diferencias. A pesar de lo anterior, la calle tiene la convicción de que cambiando la educación se puede avanzar hacia la equidad. Y está consciente de que para esto es preciso cambiar el sistema educacional de raíz. Convertirlo en un agente de justicia social. Ese es el sentido de la reforma educacional. Ese es el objetivo de la guerra.
El gobierno, respondiendo a las peticiones de la calle, ha aceptado la necesidad de reformar el sistema educativo y desde el ministerio de educación, ha encomendado a un economista la responsabilidad de dirigir una profunda transformación. La experiencia del ministro y su trayectoria política, nos indican que puede tener una mirada amplia para comprender las profundas repercusiones de la reforma. Es, a nuestro juicio, un general calificado para derrotar al enemigo.
En esta guerra ya declarada, los buenos son los más débiles ( estudiantes vulnerables, adultos mayores, enfermos y discapacitados, entre otros), los malos, son los poderosos que han abusado (políticos con malas prácticas, sostenedores inescrupulosos,  AFP´s que cobran comisiones desproporcionadas, Isapres suben unilateralmente los costos de los planes, e instituciones financieras usureras, entre otras). Todo lo que huela a discriminación o a injusticia será condenado por la calle. Toda defensa de los abusadores será considerada alta traición.
El peligro que corre la gran mayoría de los chilenos íntegros (los estudiantes que estudian, la clase media, los trabajadores y  los emprendedores con responsabilidad social, entre otros,) es que la guerra los puede dañar injustamente. Durante décadas hemos construido un país que progresa sostenidamente gracias al esfuerzo de muchos de ellos. ¡Cuidado! Tenemos un país que es ejemplo. Y la guerra puede dañarlo irreversiblemente.
En educación superior, hay universidades que no han cumplido con su responsabilidad y han sido condenandas por la calle. El ministro tendrá que castigarlas. No cometerá el error estratégico del gran técnico que fue Beyer. Por eso ha creado las figuras del interventor provisional y de cierre. Tiene que cerrar o intervenir varias universidades, sin generar perjuicios a los débiles (estudiantes). La calle no quedará tranquila sin que corra sangre. Algunas instituciones se rendirán inmediatamente y se convertirán en estatales en un proceso de transición negociado. Otras lucharán contra la calle. Unas usarán cualquier argumento para sobrevivir. Algunas con argumentos sólidos, como la calidad educacional. Otras con argumentos políticos, lobby u otras estrategias.
Habrán bajas. De eso no hay dudas. Sobrevirán las mejores, de eso tampoco hay dudas. Aquellas que están en la zona intermedia, dependerán de la estrategia de batalla que usen.
A nuestro juicio, las que usen la estrategia de la "equalidad" (equidad+calidad) saldrán transformadas pero fortalecidas de esta guerra. Todas, sin excepciones, cambiarán. Incluso el CRUCH, que deberá integrar a todas las sobrevivientes.
Espero que la guerra sea breve y que las bajas sean mínimas. Nuestro país necesita seguir soñando con un futuro esplendor.
 

2 comentarios:

  1. Hola.

    La educación no estará diseñada para entregar movilidad social, pero tiene que dar herramientas para que las personas construyan su propia movilidad, no cree?

    Saludos, Guillermo Muñoz

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  2. ¡Por supuesto! Por eso hay que rediseñar el sistema educacional. Cambiando la continuidad cultural que propone la educación actual, por una educación que forme a personas integrales con consciencia planetaria y respetuosa de las diferencias...

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