En Helsinki, Finlandia, cuando los académicos me felicitaban por los logros extraordinarios de la educación chilena en los últimos 10 años: aumento notable de la accesibilidad a la educación superior, liderazgo en América Latina por mejoría constante de los resultados de las pruebas PISA, entre otras cosas; me preguntaba si debía decirles que nuestra educación se encontraba en una completa reestructuración. La visión desde fuera era que la educación chilena estaba en un progreso evidente y sostenido hacia la calidad. Según ellos, verdaderas autoridades en materias educativas, éramos evidencia de que los sistemas educacionales pueden mejorar e influir positivamente en nuestra sociedad. Nuestro capital cultural colectivo estaba creciendo. Más profesionales, más emprendimiento y más progreso. Los mejores del barrio.
Era obvio que no miraban la educación con anteojos chilenos. Nosotros culpamos a la educación de la inequidad. Craso error. Pero, ¡qué diablos! ¿como tranquilizar a nuestros estudiantes, cuando sienten que la promesa de un cartón, no garantiza su futuro? Como buenos chilenos, porque no tenemos nada, lo queremos todo. Esa frase, representa bien nuestra postura frente a la educación.
En Helsinki, el ambiente, la cultura y la historia son demasiado diferentes. Allá se valora el desarrollo lento pero seguro. Saben que acelerar los procesos culturales es riesgoso. Y creen que lo hemos hecho bien. Desde allá nuestra educación se ve mucho mejor...
Las diferentes perspectivas quedan graficadas hoy con un prestigioso ranking de universidades latinoamericanas que ubica a la Pontificia Universidad Catolica en el primer lugar, ratificando la calidad que se percibe afuera de una gran institucion chilena; y al mismo tiempo, con la toma del emblematico Instituto Nacional por estudiantes que desde adentro, critican los alcances de la reforma. Desde afuera la pregunta que uno se hace es:
Las diferentes perspectivas quedan graficadas hoy con un prestigioso ranking de universidades latinoamericanas que ubica a la Pontificia Universidad Catolica en el primer lugar, ratificando la calidad que se percibe afuera de una gran institucion chilena; y al mismo tiempo, con la toma del emblematico Instituto Nacional por estudiantes que desde adentro, critican los alcances de la reforma. Desde afuera la pregunta que uno se hace es:
¿Valdrá la pena arriesgar todo lo logrado?
¡El tiempo lo dirá!
PD: Aprovecho de compartir con ustedes, una música sencillamente maravillosa, para reflexionar sobre lo que el tiempo dirá:
PD: Aprovecho de compartir con ustedes, una música sencillamente maravillosa, para reflexionar sobre lo que el tiempo dirá:
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