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martes, 28 de junio de 2011

Mas preguntas


Seguimos complicados con la educación.  Algunos pretenden tener la solución. Pero no podemos aceptar respuestas sesgadas, parciales o teñidas de ideologías del pasado. Todos, juntos, tenemos la responsabilidad de construir una nueva educación.
Una buena educación, debe incentivarnos a hacer las preguntas relevantes, no a encontrar la respuesta correcta. Invitarnos a encontrar respuestas, implica tratar de adivinar las posturas que las generaciones anteriores han dado a esos temas. Como si esas respuestas fueran verdades inmutables. Equivale a intentar mantener el “status quo”. Y sin embargo, no hay nada más seguro que el cambio. Las verdades de los siglos pasados, hoy nos parecen insólitas. Mañana, nuestras verdades también serán cuestionadas.
Entonces, para cambiar de verdad nuestra educación, parece lógico comenzar a concentrarse en las preguntas. Demasiadas inquietudes solo se han intentado responder con paradigmas del pasado. Propongamos preguntas que nos hagan pensar nuevamente sobre temas que hemos dado por sentados; que muevan los cimientos de nuestras viejas creencias.
¿Cómo sería la educación, si nos enfocáramos más en las preguntas y menos en las respuestas?
Probablemente, tendríamos una educación aplicando el pensamiento crítico, no como un concepto teórico, sino como una estrategia para desafiar el estancamiento y generar nuevas respuestas. ¿Acaso la actualización o la educación continua solo deben aplicarse al estudiante? ¿No será lógico aplicarlas al sistema educacional? ¿Al rol del profesor y del alumno? ¿Al rol del jardín, del colegio, del instituto o de la universidad?
Ha llegado el momento de empezar a reflexionar; de encontrar aquellas preguntas que nos permitan reconstruir nuestra educación. Propongo algunas:
¿Como sería la educación, si el corto plazo no fuese importante?
La educación que hemos construido es hija de la sociedad en que vivimos. La hemos diseñado para darnos resultados en el corto plazo y sin embargo es una aventura de largo aliento. Hemos perdido la paciencia. Y la perspectiva de largo plazo. ¿De qué otro modo podemos explicar las omisiones imperdonables que tiene nuestro sistema educativo?
¿Donde está la responsabilidad cívica?
¿Dónde está la conciencia medio-ambiental?
¿Dónde están los hábitos saludables?
¿Dónde está la formación valórica?
¿Dónde está la preparación para vivir en sociedad y trabajar en equipo?
¿Dónde está la sustentabilidad para garantizar una oportunidad justa a las generaciones venideras
¿Y la perspectiva para entender nuestro lugar en el Universo?
¿O la capacidad para gestionar efectivamente la enormidad del conocimiento que hemos acumulado?
¿Porqué no intentamos cuestionar seriamente los paradigmas que construyeron la obsoleta educación que rechaza nuestra juventud?
La respuesta que juntos demos a estas y otras inquietudes, será muy superior a las proposiciones individuales que se intentar imponer por la razón o la fuerza.

miércoles, 22 de junio de 2011

Dulces derrotas

El rey de los volcanes...se llamaba un documental que vi este domingo.
En el día del padre...
Trataba sobre la vida de un gran gorila, que quedó huérfano a temprana edad y se las arregló, no solo para sobrevivir, sino para asumir el liderazgo del mayor grupo de gorilas que vivía en las montañas de Ruanda. En medio de las erupciones de los años 80, condujo a su grupo a terrenos bajos y más seguros, salvándolos de una muerte segura.
Reinó por unos 15 años, logrando que su grupo creciera unido e imponiéndose a todos quienes lo retaron. Su fuerza e inteligencia se volvieron legendarias. Los científicos que documentaban su vida lo llamaban “Titus, el rey de los volcanes.”
Cuando ya era un anciano de 35 años, y el hombre comenzó a amenazar su territorio, decidió guiar a su grupo nuevamente hacia las cumbres montañosas. Fue desafiado por varios imponentes gorilas solitarios, que veían la oportunidad de conquistar el grupo de hembras. Pero siempre los derrotó en combates a muerte.
Cuando por fin llegaron a los cráteres de los volcanes, en territorio seguro, Titus estaba cansado, pero satisfecho. Sabía que allí su grupo estaba a salvo. Entonces, un imponente macho, que destacaba por su fuerza y agresividad, lo desafió!...
Por minutos, Ruanda pareció enmudecer. El silencio se apoderó de los volcanes y el desafío no fue contestado. El rey abdicaba, sin resistir! Algo muy extraño acababa de suceder. Solo entonces, los científicos se percataron de que el nuevo monarca era el primogénito de Titus. El rey de los volcanes, el gorila mas poderoso de Africa, murió de viejo, solo meses después de haber cedido el trono a su hijo, con una sonrisa plácida en su rostro.
¡La Ley de la Naturaleza!
Entonces recordé a mis hijos. 3 niños a quienes vi poco a poco convertirse en hombres. Recordé nuestros juegos que fueron convirtiéndose en competencias, que finalmente terminaron con el viejo...derrotado. Primero fue en ping-pong, luego en tenis, y así... Yo las llamaba DULCES DERROTAS. Me encantaba el sabor agridulce de sentirme superado por mis cachorros. 
Hace poco, cuando el rector me pidió que tomara el decanato de educación, pensé que mis hijos estaban demasiado jóvenes para hacerse cargo de la empresa familiar. Pero decidí, ver qué ocurría...
¿Y saben?
¡Lo han hecho mejor que yo!
¡Otra dulce derrota! Y bueno...la ley de la naturaleza.
Les cuento esto, porque estamos en un momento especial, un punto de inflexión para nuestra sociedad. Nuestra generación ha avanzado como pocas. El progreso generado por la ciencia y la tecnología ha sido impresionante. Hemos sido capaces de enviar una nave al espacio interestelar. Ver la inmensidad del Universo nos convierte en seres más humildes. La nanotecnología, la ciencia de las partículas elementales, nos muestra que los mas pequeños detalles son relevantes! Y por si fuera poco, hemos construido una red que nos permite acumular conocimientos y estar conectados. Sentir que todos somos parte de un gran equipo: la humanidad.
¿Debemos estar orgullosos?
Tal vez...
Pero nuestros jóvenes están protestando. Claro, si no hemos sabido resolver problemas como la pobreza, la delincuencia, la contaminación, la responsabilidad cívica, el respeto por la naturaleza, y por sobre todo:¡la educación!
¿Debemos avergonzarnos?
No creo, hemos hecho lo mejor que podíamos. Pero estoy convencido que estos jóvenes lograrán superar estos desafíos. Con la ayuda de la ciencia y tecnología, incluso la educación podrá reinventarse. Confío en que serán capaces de diseñar una nueva educación. Holística, integral y orientada al desarrollo de los talentos individuales. Una educación donde los profesores entren a clases a saborear esa dulce derrota de ser superados por sus alumnos. 

sábado, 11 de junio de 2011

Preguntas


Me pregunto si las movilizaciones tienen un origen más global que nacional y más profundo que superficial. Hay demasiados indignados en el mundo.
Me pregunto si la juventud necesita respuestas que no hemos sabido darles. Tal vez estamos viendo solo la punta del iceberg. Es posible que las manifestaciones reflejen un profundo descontento con la forma que hemos generado progreso. ¿No tendrán razón, al preocuparse de su futuro? Quizás sospechen que nuestra generación les está legando más problemas que soluciones.
También me pregunto si no es evidente que el malestar que recorre nuestra sociedad, es reflejo de problemas sistémicos y paradigmas rígidos. Decir que la inequidad se derrota con crecimiento, es un error. Plantear que el país está bien, pero la política está mal, es otro error. Son afirmaciones hechas desde un particular paradigma económico.
Somos un país con altísima inequidad, generada por el crecimiento desmesurado de unos pocos. Mientras la economía siga minimizando la importancia de la dimensión altruista del ser humano y considerando que el interés es la principal motivación para el emprendimiento, continuaremos aumentando la inequidad. ¿Cómo construir una sociedad más justa? 
Un país no puede estar bien con un sistema político tan desprestigiado. Mientras los políticos sigan haciendo negociaciones cupulares, mientras se protejan y sus actos no tengan consecuencias; mientras continúen  comportándose como lo han hecho, el desprestigio solo aumentará. ¿Qué cambios debemos exigir?
Me pregunto si la reacción frente a Hidroaysén no refleja que muchos creen que se puede crecer responsablemente. Tal vez no sepan como, pero saben que las respuestas sencillamente no les convencen. Son respuestas estrechas, con anteojeras. Intuyen que algo debe cambiar. Que debemos tener una mirada de largo plazo y considerar las consecuencias para las generaciones venideras. ¿Qué ingeniería debemos inventar?
Me pregunto si en educación no estará pasando algo similar: Por una parte, un ministro dispuesto a dialogar pero que cree que ya hizo la reforma educacional secundaria. Por otra, estudiantes que saben que en el fondo nada ha cambiado y que se requiere usar el bisturí y no limitarse a aspectos cosméticos. Este es un dialogo de sordos que continuará distanciando posiciones hasta que dejemos de dar las mismas respuestas. ¿Cómo educar en el siglo xxi?
 No tengo las respuestas y por eso hago estas preguntas.
Y mientras me sigan contestando lo mismo, seguiré preguntando hasta que alguna respuesta, abra nuevas oportunidades. El futuro depende de la seriedad con que busquemos estas respuestas.