Días después, apareció mientras yo practicaba tirando pelotas. No quiso interrumpirme. Sacó la libreta de mi bolso sin decir ni pío. Se sentó a leerla, sonriendo como cabro chico que hubiese hecho una maldad. Grabó un par de comentarios en su celular y esperó a que terminara el balde de pelotas de práctica. Luego se levantó y me comentó:
– Creo que estás listo para salir a jugar.
– Entonces..., ¿le parecieron bien mis anotaciones? –, pregunté intrigado.
– Al que deben parecerle bien es a ti. Si tu conciencia está tranquila con esa narrativa, eso es suficiente. Ahora puedes aprender cómo operan las leyes metafísicas del golf...
– ¿De qué hablas?
– De esas fuerzas invisibles que conspiran para que aprendamos nuestras lecciones. Hablo de los métodos que usa el golf para enseñarte. ¿Olvidaste que el golf es tu maestro?
– Es el maestro de mi alma, o si prefieres de mi consciencia.
– Efectivamente, recuerda también que el cuerpo es el vehículo que nos transporta, que está diseñado para mantener el equilibrio homeostático y nos ayuda a sobrevivir con la ayuda de nuestros sentidos. La mente en cambio, nos asiste en la búsqueda del bienestar procesando la información que recolecta.
– Y ambos son los distractores del alma.
– El cuerpo distrae cuando se siente en peligro, la mente distrae cuando no está en el presente.
– Cierto. Y el alma se distrae cuando no está en calma. Estas son las reglas del juego. Y el sentido de cualquier juego es disfrutarlo.
– Pareciera que estás recomendando jugar golf como si estuvieras meditando...
– Si. Sugiero jugar fluyendo, sin resistencias. En un estado de intensa concentración parecido a la contemplación, o mejor aún, a la meditación dinámica. Como si fueras un felino cazando pajaritos por diversión.
– ¿Y que me dices de las leyes metafísicas?
– Son los movimientos de las energías invisibles en un campo de golf..., provocados por nuestras emociones... – El Maestro se quedó en silencio. Por unos segundos pareció perdido. Esperé hasta que preguntó: –. ¿Donde estábamos...?
– Me explicaba las leyes metafísicas.
– Esa es una tarea personal. Es mejor que las deduzcas tú. ¿Te había comentado que la ruta de la felicidad está pavimentada de emociones positivas?
– No.
– Cuando tu corazón está rebosante de alegría, las fuerzas invisibles tienden a mantener tu pelota en el camino del medio. Igual cosa ocurre con la gratitud, el optimismo, la confianza, la paz y el amor. Son emociones que te ayudan porque están alineadas con la ruta de la felicidad.
– ¿Acaso sostienes que mis emociones afectan el vuelo de la bola?
– Por cierto. Las emociones positivas provocan vientos metafísicos a favor de tus intenciones. Las negativas generan, turbulencias, vientos cruzados y a veces en contra de tus propósitos. Juega golf y verás que hay patrones.
– ¿Entonces crees que el golf es un juego emocional?
– El golf, y no me canso de reiterarlo, la vida también, son juegos didácticos. Te proponen desafíos de aprendizaje. Si los enfrentas con la actitud adecuada habrás aprendido una lección que te será útil en el futuro.
– ¿Como así?
– Tendemos a cometer los mismos errores. La frustración y la ira ni siquiera nos permiten ver la oportunidad de aprender y muchas veces volvemos a tropezar con la misma piedra. Hasta que el juego nos pone una piedra tan grande que nos saca del círculo vicioso. Pero la mayoría de nuestras equivocaciones son provocados por miedos, desconfianzas y ansiedades. La idea es desprendernos de estas emociones limitantes cuando crucemos el puente del aprendizaje y así enfrentar los desafíos futuros con más confianza.
– Los desafíos del golf son oportunidades para desprendernos de nuestras emociones limitantes. Son forjadores de carácter.
– Aprovecha de salir a jugar solo, con esta lección bien fresca y otro día me cuentas cuantas leyes metafísicas descubriste en la cancha. ¡Nos vemos!