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lunes, 18 de marzo de 2019

El rector atribulado

Hoy por hoy, la mayoría de los directores de colegios sabe que la educación es un proceso alienante que fragmenta la realidad, intenta homogeneizar a todos, inhibe cualquier talento especial y prohibe la creatividad. Y sabiendo eso, no pueden oponerse al sistema, que está diseñado para sofocar cualquier intento de cambio y expulsar con prontitud a los rebeldes. El dilema que enfrentan los directores es de sobrevivencia. Si incentivan cambios radicales, pierden sus puestos y al mismo tiempo, cualquier influencia que podrían ejercer para corregir el rumbo. Por eso, normalmente siguen el juego de un ministerio que prefiere ser inconsciente de lo que realmente está haciendo.

Uno de los personajes principales de la novela, Los Secretos del Escarabajo, un   director reconocido por los extraordinarios resultados académicos de sus estudiantes, solo se atreve a desafiar al sistema cuando ha conseguido el mayor éxito posible: recibir el equivalente al Oscar de la educación. Y allí en el escenario, frente a todas las autoridades, decide rechazar el premio. 
En ese acto inusitado, invoca a esas fuerzas invisibles que torcerán dramáticamente su destino para finalmente mostrarle la senda de la educación de calidad. Sufre un accidente aéreo que lo deja parapléjico y al borde de la muerte en medio de la selva amazónica, dejando en evidencia que nuestras vidas son más frágiles de lo que pensamos. Una mujer chamán lo cura de sus heridas físicas y psicológicas y le muestra un tipo de relación con la naturaleza que nuestra civilización occidental ha olvidado. Durante meses logra sobrevivir con ayuda de una tribu aislada en las profundidades de la jungla, hasta que finalmente, cuando demuestra que se ha convertido en un ser ecológico, en armonía con la naturaleza, deciden devolverlo a su mundo. 
Entonces es puesto en una balsa a la deriva en un río que con suerte, lo haría retornar a la civilización. A punto de fallecer nuevamente, es encontrado por un colega profesor que no había perdido las esperanzas de encontrarlo con vida. Vuelve así a su colegio, con una extraordinaria misión: transformar la educación para convertir al humano en un ser ecológico, respetuoso de la vida en cualquiera de sus expresiones y sensible a la naturaleza y su entorno. Retoma su puesto convertido en un fiel representante de la ecología profunda, la disciplina que nos obliga a vernos como la especie dominante del planeta, a cargo del bienestar de todos los organismos que nos acompañan en nuestro viaje cósmico. 
Propone desarrollar una mirada holística, que a diferencia de la fragmentación propuesta por la educación tradicional, reconoce la profunda interconexión de nuestra realidad. Todo está conectado. Nada es casualidad. Esas fuerzas invisibles que los nativos atribuían a espíritus, son energías sutiles que manifiestan un orden implícito en el universo. Su persistencia logró transformar la educación de su colegio y sembró allí la semilla para cambiar el mundo. 
El atribulado rector, que debió pasar por duras experiencias y sufrimientos, finalmente encontró el verdadero sentido de su vida al armonizar sus emociones más profundas con sus acciones al hacerse consciente de su gran responsabilidad como un ser humano que tiene poder. El poder sin conciencia es tóxico. El poder con conciencia es mágico. Yo me imagino a este personaje como un visionario aventurero que luchó contra la incomprensión como Douglas Tompkins.