![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmkydYqhVWXjCIThYGptwfONhiKmdNCA2BCzXHSpYWn6kSyYFZ9dnfdBe87-YqImdqqWlf4wv6xDQF12XEvzIgMiKeSKsByqofi59KxGcabqofTdVOmOZGD6EroS8jDQVDUr0GPiYORbA/s1600/capuchinos.jpg)
Y tal vez lo más memorable de esta visita fue el mensaje de despedida de esos antiguos esqueletos de miles de frailes: "Alguna vez fuimos como ustedes y alguna vez serán como nosotros". Ciertamente un pensamiento que nos recuerda la transitoriedad de la vida y la necesaria humildad con que hay que vivirla.
Al salir de allí, necesariamente se debe mirar a la Vía Veneto, con otros ojos. Todas sus elegantes tiendas, fastuosos hoteles y exclusivos restoranes que me habían impresionado antes, habían cambiado. Eran simple decoración para una gran cantidad de limosneros que apelaban a la generosidad de los turistas ricos. Tenían algo en común, puesto que todos estaban acompañados por un perro. No me pareció entonces que era para inspirar más lástima, puesto que los trataban con mucho cariño. Algunos dormían acurrucados con sus mascotas y otros los besaban sin asco. Tal vez tenían poco, pero igual esos pordioseros tenían necesidad de expresar su cariño.
Entonces comprendí la lección: Necesitamos poco para vivir, pero lo más importante de ese poco, es una buena dosis de amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario