Había una vez, hace mucho tiempo, un profesor que no se identificaba con un ramo. Que no entraba a clases a sermonear. Tampoco necesitaba una sala para enseñar. Ni usaba un libro como bastón. No tenía todas las respuestas, pero tenía muchas preguntas que te hacían reflexionar. Era de aquellos profesores legendarios, que formaban personas, que reconocían talentos escondidos e inspiraban a sus alumnos a desarrollar su máximo potencial. Dicen que era capaz de salirse de su camino para ayudar a sus alumnos a encontrar el suyo. Cuentan que además, tenía verdadera vocación de servicio. Que se apasionaba por su trabajo y que juraba estar construyendo un mundo mejor. Estaba rodeado de un aura de prestigio y era respetado como pocos. Era conocido como “el maestro”.
Aunque muchos creen que la especie está extinguida hace tiempo, debe haber existido. No es una figura mitológica. Era real. Protagonizó cuentos y películas. Y cuenta la leyenda que algunos de sus descendientes aun viven.
Estamos organizando una expedición para encontrar su rastro. Una aventura hacia el pasado, para rescatar su historia, analizar sus huellas e investigar su trabajo. En una de esas, encontramos algo o alguien que nos permita recuperar su pasión por educar. Tal vez, aun encontremos alguno de sus discípulos para que reconstruyamos su legado, perdido en la vorágine de la actualidad!
¡Te invitamos a buscar al maestro perdido!
Necesitamos aventureros arriesgados y resilientes. No hay remuneración. Largas horas de frustración y mucha amargura en el recorrido. No se garantiza un feliz retorno. Honor y reconocimiento en caso de éxito.
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