La educación tiene una profunda crisis en parte, generada por falta de reconocimiento de la labor docente. Nuestra sociedad ha sido injusta con los profesores. De todas las influencias en nuestras vidas, pocas son tan profundas como la inspiración de un buen profesor.
Y a pesar de que son responsables del desarrollo de nuestro principal patrimonio, nuestros hijos, somos mezquinos para reconocerlos, tanto económica como socialmente.
Eligen su profesión por vocación, para hacer una diferencia, pero se topan con un sistema industrializado, que no les da autonomía, ni poder de decisión.
La crisis en educación no es solo de recursos. Es de gratitud!
Hay que recuperar la dignidad del profesor. Hay que introducir el Fair Play a las salas de clases y demostrar que aquellos que están construyendo nuestro futuro son apreciados por el desafío que han aceptado. Formar jóvenes que arreglen lo que nosotros echamos a perder!
Invito a las comunidades escolares a mirar con ojos de respeto, consideración y cariño a nuestros profesores. Un cambio de perspectiva que será un regalo de Navidad más que merecido.
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