Mafalda es un personaje notable del gran humorista Quino. Una niña inocente de 6 años que nació en 1964 y vivió en un mundo de adultos que ella no lograba comprender. Sus asombrosas reflexiones siempre pretendían mejorar el mundo y supongo que algo de eso logró porque a pesar de su proverbial pesimismo, siempre nos hizo sonreír de buena gana y reconocer que el comportamiento humano es bastante desconcertante.
Mafalda representa la cosmovisión predominante de los jóvenes en la segunda mitad del siglo pasado. Una visión crítica respecto del comportamiento de los adultos, que estaban siendo irresponsables y peor aun, que eran peligrosamente inconscientes de las consecuencias de sus actos en el mediano plazo. Su acidez era justificada. Su intuición, certera. Se sentía impotente frente a una crisis que engordaba alimentándose de la indolencia antropocéntrica.
Mafalda representa la cosmovisión predominante de los jóvenes en la segunda mitad del siglo pasado. Una visión crítica respecto del comportamiento de los adultos, que estaban siendo irresponsables y peor aun, que eran peligrosamente inconscientes de las consecuencias de sus actos en el mediano plazo. Su acidez era justificada. Su intuición, certera. Se sentía impotente frente a una crisis que engordaba alimentándose de la indolencia antropocéntrica.
Ella sabía que el mundo estaba enfermo y necesitaba ayuda urgente. Hoy reconocemos que el calentamiento global fue generado por la inexcusable miopía humana que ella denunció oportunamente. Pero pocos modificaron su conducta. Actualmente enfrentamos una crisis existencial que nos obligará a dejar atrás el modo de pensar de esa niña que ha envejecido y ahora se apresta a abdicar. La crítica no sirve para generar cambios. Genera justificaciones. El pesimismo envenena el alma. Mafalda hizo un diagnostico correcto, pero ahora el malestar de la Tierra debe ser tratado por un médico urgenciólogo. Alguien que represente una nueva cosmovisión que nos conecte a todos, en la ineludible misión de salvar al planeta y que nos haga enteramente responsables del futuro de la aventura humana.
Debemos agradecer las advertencias de Mafalda y trascender la denuncia por una proactividad colectiva responsable. Está emergiendo ese nuevo paradigma que la reemplazará. Despidamonos de ella. En su honor les presento 7 sugerencias para comenzar un viaje hacia el autodescubrimiento que ampliará nuestra mirada. Las llamo las sugerencias de Mafalda porque forman un acróstico con su nombre:
Debemos agradecer las advertencias de Mafalda y trascender la denuncia por una proactividad colectiva responsable. Está emergiendo ese nuevo paradigma que la reemplazará. Despidamonos de ella. En su honor les presento 7 sugerencias para comenzar un viaje hacia el autodescubrimiento que ampliará nuestra mirada. Las llamo las sugerencias de Mafalda porque forman un acróstico con su nombre:
- Medite
- Agradezca
- Fluya
- Actúe con amor
- Libérese
- Disfrute
- Armonícese
Estas son sugerencias para conocernos mejor, y parecen simples pero deben analizarse en profundidad, para asimilar bien el mensaje que nos quiere regalar Mafalda. Veamos:
Meditar implica trascender el pensamiento, abrazar el presente y disolverse en el silencio. Es una conducta que nos concentra en el preciso momento que estamos viviendo al apagar el ruido ambiente que generan las ideas que circulan en la mente. Y cuando estamos allí, totalmente absortos en el presente, huérfanos de pensamientos, podemos encontrarnos con el testigo de nuestras divagaciones. El observador. Nuestra profunda identidad.
Ser agradecido nos conduce al desarrollo de nuestro pleno potencial, orientándonos hacia la dirección de mayor evolución personal. Nos invita a concentrarnos en nuestros talentos, en nuestros bienes, en nuestras amistades y en nuestros amores. Así comenzaremos a mirar la vida con más optimismo y a atraer mejores energías. Hay que agradecer a la vida para que la vida sea agradecida con nosotros. Y agradeciendo nuestras bendiciones, reconoceremos nuestras verdaderas capacidades.
Fluir es vivir sin oponer resistencia. Es confiar en que el universo sabe mucho más que nosotros y que propondrá una mejor solución. Es saber que todo lo que sucede, tiene un sentido profundo. Y por lo tanto, no debemos malgastar energías en criticar o reclamar. Tampoco debemos juzgar, porque no tenemos toda la información. Fluir no es dejarse llevar en forma inconsciente, sino más bien saber dirigir suavemente el parapente de nuestras vidas deslizándonos suavemente rumbo al bienestar. Se trata de aprender a viajar sin desgastarnos para no perder energía vital en superficialidades.
Actuar en lugar de permanecer inmovilizados es obvio en un mundo tan cambiante. Hay que vencer la incertidumbre y la indecisión para avanzar. Y si actuamos impulsados por el amor, siguiendo los consejos de nuestro corazón, no solo nos sentiremos bien, sino que también cosecharemos lo que sembramos. Toda acción tiene consecuencias. Toda buena acción tiene buenas consecuencias. La ley del karma es inexorable. Y aprenderemos mucho acerca de nosotros mismos, si escuchamos lo que dice nuestro corazón.
Somos prisioneros. Estamos atrapados en una maraña de condicionamientos que no hemos escogido y lo peor es que no parecemos darnos cuenta. Nuestras culpas y nuestros rencores son cadenas del pasado. Perdónese, perdone y vuelva a perdonar. Nuestros miedos nos atan a un futuro improbable. Y nuestras incoherencias nos tensionan. Debemos escalar nuestra propia estatua de la libertad y de paso, aceptar toda la responsabilidad por la vida que estamos viviendo. Para liberarnos debemos reconocer nuestros condicionamientos. Especialmente aquellos que son inconscientes. Esas fuerzas invisibles que inhiben nuestro potencial.
Una vez liberados, podemos elegir ser felices y disfrutar cada momento. Divertirse es al mismo tiempo, un derecho y un deber. Ser optimista es la mejor estrategia para vivir. Recuerden que la risa es un remedio infalible. Por eso deberíamos afinar nuestro sentido del humor y no tomarnos tan en serio. Nos hemos vuelto tontos graves. La vida es una ilusión, como una película y no tiene sentido vivirla sin gozarla. Es importante conocer nuestros gustos e intentar satisfacerlos.
Por último, Mafalda sugiere que nos armonicemos porque estamos desafinados. Somos instrumentos disonantes. Acarreamos tensiones opuestas en muchas áreas. Ella implora por coherencia. Nos pide armonía entre cuerpo, mente y alma. Nos pide armonía interior, entre conducta, pensamientos, emociones e intenciones. Y también espera que tengamos armonía con nuestros semejantes, con la naturaleza y con todo el cosmos. Alinear nuestra energía no solo es saludable, es una practica sustentable para nosotros y quienes nos rodean.