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viernes, 25 de agosto de 2017

Merli

Hace algunas semanas me encontré con Merlí. Una serie de Netflix que debe ser vista por todos los que tenemos preocupación por la educación. La recomiendo con la misma vehemencia con la que me la recomendaron a mi. Se trata de un profesor de filosofía que comienza a hacer clases en un instituto y que revoluciona a los alumnos, profesores y apoderados con sus métodos poco-ortodoxos. 
Merlí tiene una cosmovisión postmoderna que choca frontalmente con el paradigma tradicional que predomina en el Instituto, aunque interpreta muy bien el sentir de sus alumnos adolescentes, que pertenecen a una generación que mira a sus padres con bastante recelo. Merlí es un profesor distinto, uno que los entiende y los desafía a pensar por si mismos.
Aquí les dejo un video de la excelente banda sonora de la serie, donde destaca "El Moscardón", tema de la introducción, con toda la carga metafórica de un insecto que genera revuelo por donde vuela y que representa a este profesor de adolescentes, que se preocupa de sus alumnos como personas. ¡Disfruten la música y vean la serie!

jueves, 17 de agosto de 2017

Aumentar la felicidad

Voy a confesarles una receta que me ayuda enormemente a ser feliz. Se trata de un comportamiento que se manifestaba en todos los actos y en cada palabra de una joven y radiante amiga, que conocí hace ya varios años. Era su secreto para ser feliz. Ella me lo confió y ahora quiero compartirlo con ustedes.
Desde que la ví, me pareció que esa joven era una persona diferente. Auténtica como pocas. Acompañaba sus pasos inquietos con una actitud amorosa que dejaba siempre una estela de sonrisas en su camino. Expelía una felicidad contagiosa. De trancos ágiles y sonrisa franca, esta joven se esforzaba por hacer que todos aquellos que se cruzaban con ella, quedaran contentos. Decía que su tarea era incrementar la felicidad en el Universo. Siempre tenía gestos de cortesía y amabilidad hacia los demás. Sin egoísmo alguno, habitualmente se desviaba de su curso para desearle a alguien buena suerte. Su tarea autoimpuesta consistía en regalar buenas vibras y se sentía muy afortunada de cumplir con esa responsabilidad.

Lo más impresionante es que ella no tenía una vida fácil. Más bien todo lo contrario. Si alguien hubiese tenido razones para hacerse víctima de las circunstancias, era ella. Su vida estaba llena de algunos fracasos estrepitosos y varias desilusiones. Su infancia fue algo triste y sus padres la hirieron profundamente. Pero ahora era evidentemente una mujer plenamente realizada, aunque su alma estuviese llena de cicatrices. A pesar de su compleja historia, se hacía cargo de sus errores con gran elegancia y dignidad. Sabía perdonarse. Y también sabía perdonar a los demás. En eso era francamente notable. 

Un día se me acercó para agradecerme algo y entonces aproveché de preguntarle cómo hacía para estar siempre tan feliz. ¿Saben qué me contestó?

"Me ocurrió por casualidad", dijo, como disculpándose. "Yo quería agradecerle a la vida y decidí que mi tarea era contribuir a incrementar la felicidad en el ambiente. Todos los que vivían a mi alrededor habitualmente andaban malhumorados y eso, yo lo podía cambiar. Me propuse hacer feliz a quien se cruzara en mi camino. Ese iba a ser mi compromiso para que honrar la vida que me había tocado vivir."

La miré con cierta ironía. Supongo que con algo de incredulidad. Y ella continuó encantada, relatándome su experiencia, a pesar de mi actitud...

"No fue fácil cambiar mi conducta, pero ser agradecida y gentil con los demás, me hacía bien. Me sentía mejor conmigo misma. Y así comencé a distribuir sonrisas y buenos deseos. Saludé con cariño, abracé con entusiasmo y me relacioné con amabilidad. Entregué buenas vibras y deseé, con total sinceridad, que le fuera bien a los demás. Descubrí entonces, que la felicidad es contagiosa".

A estas alturas de su explicación, su entusiamo era evidente. Me pareció obvio que ella quería aconsejarme de corazón y que con sus palabras me estaba desafiando a cambiar mi actitud y aceptar la tarea de aumentar la felicidad ambiente...

"El resultado inesperado pero natural de intentar ser más amable, más respetuosa, de ayudar a los demás y desearles éxito en lo que estuviesen haciendo, fue que ellos, naturalmente y de mutuo propio, comenzaron a desearme bienestar a mí. Mis genuinos deseos eran correspondidos. Y pronto, muchas, pero muchísimas personas estaban enviándome buenas vibraciones a mi. Todo cambió rápidamente. Me llegaba energía positiva desde muchas partes. Y así descubrí que ser feliz es fácil, cuando haces felices a los demás".

Fue entonces cuando sacó de su cartera una tarjeta. Tenía dibujada una carita sonriente, mirando hacia arriba hacia donde ella había escrito las palabras mágicas: ¿Cómo aumentar la felicidad? Ella me explicó: 

"Este es mi recordatorio. Cada vez que tengo tiempo, leo estas palabras y renuevo mi compromiso por aumentar la felicidad a mi alrededor. Siempre hay una forma de aumentar la felicidad a nuestro alrededor. Es mi receta para hacer felices a los demás y recibir felicidad de vuelta. Te recomiendo usarla". 

Me regaló la tarjeta y se fue sonriendo, como era habitual, incluso antes de pudiese terminar de agradecerle. Guardé la tarjeta en mi billetera pero pasaron varios días hasta que me atreví a hacerle caso. Una mañana leí las palabras mágicas: ¿Cómo aumentar la felicidad? Y en ese momento, decidí contribuir a la felicidad de otros, con una conducta diferente. Actuando con generosidad emocional. Después de un par de días de entrenamiento, ya me sentía más cómodo con el encargo de generar felicidad en mi entorno. Y asombrosamente, todo cambió. Comencé a tener resultados inesperados. Mis esfuerzos tuvieron más éxito que antes y percibía mejores vibras a mi alrededor. Las cosas empezaron a resultar mucho más rápido y sin tanto esfuerzo. Negocios que estaban estancados se cerraron como por arte de magia. Incluso algunos de mis problemas de salud desaparecieron. Parecía un milagro, pero ese angelito tenía toda la razón. Cuando se volvió a encontrar conmigo y, notando mi nuevo comportamiento, me dijo con alegre complicidad:

"Hacer felices a otros y ser felices nosotros es parte de este maravilloso viaje en el que estamos embarcados, ¿no te parece?".

Háganlo y verán que es una receta milagrosa.




miércoles, 2 de agosto de 2017

El cambio cultural y la política

El extraordinario efecto de la internet nos está cambiando. Estamos viviendo una transformación cultural, tan radical que podríamos considerarla sin precedentes. Al menos en la era moderna. Se trata de un profundo cambio de pensamiento. Una nueva manera de interpretar la realidad. Una nueva religión, según Ken Wilber. Estamos en presencia de nuevos valores y nuevas creencias. 
El mundo está experimentando una crisis existencial, que ha puesto a prueba las viejas formas de resolver problemas. La humanidad está expandiendo su conciencia, dándose cuenta ahora, de cosas que en el pasado había relegado al inconsciente colectivo. Lo que antes era aceptado, hoy es cuestionado. Estamos usando una vara más exigente para juzgar nuestros actos. Y eso se nota en todas partes..., excepto en la política, donde nuestros representantes parecen desconcertados por el desprestigio.
El cambio climático es una expresión física de esta crisis. Toda transformación externa se debe a un cambio interno. Y viceversa. El mundo está cambiando física y mentalmente. 

Veamos pues, ¿cuales son estos grandes cambios?
1º. Estamos hiperconectados:
La primera gran toma de conciencia tiene que ver con la interconectividad de todas las cosas. Estamos profundamente entrelazados, aunque no veamos los hilos que nos unen. Todos nuestros actos tienen repercusiones. Consecuencias que muchas veces son imprevistas. Nada de lo que hacemos, pensamos o creemos es inocuo. Afecta nuestro futuro y nuestro entorno. En consecuencia, somos responsables del mundo que vivimos. Esta primera conclusión, nos permite darnos cuenta de que no somos los individuos independientes que creíamos antes. Ahora, que somos más sensibles a las repercusiones de nuestros actos, necesitamos redefinir lo que entendemos por comportamiento ético. Porque vivimos juntos en una comunidad construida en base a la cooperación.
2º. El mundo es transparente:
La increíble penetración de internet y las redes sociales han producido un mundo virtual donde todos nuestros actos están registrados y pueden ser revisados. Quedan huellas de nuestros correos y nuestras opiniones o conversaciones, de modo que ya no podemos usar máscaras para aparentar. Estamos obligados a ser más auténticos. No podemos borrar nuestra historia, de modo que nuestra coherencia puede ser cuestionada. Un viejo error nos va a perseguir eternamente. Como el error de la violencia que hoy persigue a un diputado. No podemos borrar los errores. Solo podemos arrepentirnos y aprender de ellos. La transparencia de internet nos quita intimidad, pero muestra quienes somos realmente y no quienes pretendemos ser.
3º. Seremos juzgados con más severidad: 
Esa misma transparencia no hace sentirnos observados siempre. Nuestro comportamiento es público. Como las viejas prácticas hoy no son aceptadas, debemos evolucionar y adoptar estándares más estrictos, acordes con los tiempos que vivimos. La conducta ética hoy, es un imperativo social. Por ejemplo: Fumar ya no es una decisión estrictamente personal, afecta a terceros; cazar por deporte; talar, pescar o explotar indiscriminadamente; el nepotismo, los cuoteos políticos y los favores condicionados, son prácticas antiguas que terminarán por extinguirse. No son aceptables en la actualidad. 

Cada vez es más claro que los políticos no están conscientes del cambio cultural. Siguen haciendo política entre 4 paredes, atornillándose a sus puestos, preocupándose de mantenerse en el poder, más que en el bienestar social. No comprenden porqué está tan desprestigiada su noble actividad y tampoco se hacen responsables del desprestigio. No comprenden que sus actos son transparentes, que están siendo juzgados a diario y que los estándares hace rato que subieron. La vieja manera de hacer política debe extinguirse. Por el bien de la sociedad.

La actual crisis de la Democracia Cristiana es una demostración dramática de lo que señalamos. Un candidato a diputado con antecedentes de violencia intrafamiliar no es aceptable en estos tiempos. Pretender defenderlo tampoco. Postularlo, una aberración. La presidenta del partido podría vetarlo, pero la quieren obligar a apuntar con su pulgar hacia abajo. Es otro craso error. El partido tenía la oportunidad de redimirse, actuando como colectividad. Todos debieron sumarse a la limpieza que necesita la política. En cambio, algunos "honorables" siguen creyendo que viven en el siglo XX. La presidenta está reflexionando con justa razón. Ha pasado por momentos difíciles antes y sabe cuando las decisiones son importantes. Si dentro de sus camaradas no existe unanimidad para reprochar estos comportamientos, tal vez sea mejor renunciar y comenzar un nuevo partido. Un partido para el Chile del siglo XXI. Conectado, transparente y ético.