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lunes, 28 de marzo de 2016

Curso de Felicidad: Lección 8

Lección 8: Vive intensamente pero con equilibrio

Somos seres multidimensionales que evolucionamos pasando por ciertos niveles de conciencia donde aprendemos una lección de vida que será fundamental para continuar nuestro camino hacia el bienestar. 

Si en nuestra tierna infancia aprendemos que el miedo solo es derrotado por el amor, mantendremos esa curiosidad que necesitamos para hacernos las preguntas adecuadas y así podremos avanzar con seguridad en la dimensión de las necesidades fisiológicas. Nuestro bienestar requiere la seguridad que brinda un ambiente protegido por personas que nos quieren. Vive con amor.
Si luego comprendemos que necesitamos aceptar ciertas reglas de convivencia para compartir nuestro habitat con otros y que el respeto mutuo es condición necesaria para la cooperación, podremos avanzar en la dimensión de las necesidades sociales. Nuestro bienestar también necesita que tengamos sólidos valores y sentido de pertenencia. Vive con respeto.
Si entonces en la adolescencia nos comprometemos a desarrollar nuestro pleno potencial, aceptando el esfuerzo que ello implica sin rendirnos jamás, mantendremos vivo el espíritu de superación propio del emprendedor y finalmente tendremos éxito en nuestra dimensión económica. Nuestro bienestar exige que combatamos la comodidad y vivamos persiguiendo objetivos difíciles pero alcanzables. Vive con intensidad.
Si en nuestra juventud, reconocemos el valor de la diversidad y somos capaces de contribuir a un proyecto noble orientado al bien común, encontraremos la energía y satisfacción de una vida con sentido y así progresaremos en la dimensión de las necesidades culturales. Nuestro bienestar espera que finalmente logremos derrotar al egoísmo y actuemos con generosidad y solidaridad hacia un proyecto colectivo que mejore las condiciones de nuestra descendencia. Vive con generosidad.
Si llegamos a ser adultos armados de Coraje y Amor, Respeto e Integridad, Empuje y Voluntad, Solidaridad y Generosidad, entonces podremos llegar a la etapa más relevante de nuestras vidas, con herramientas para encontrar la verdadera felicidad. Es en esta etapa cuando tomamos conciencia de que para estar bien, necesitamos estar bien en todas nuestras dimensiones: la personal, la social, la económica y la cultural. 

Es cierto que para tener éxito hay que concentrarse intensamente en el objetivo que se persigue. Pero no es menos cierto que el éxito exige el desarrollo armónico de todas las dimensiones básicas del ser humano.

El éxito en alguna de ellas, no garantiza nada. ¿cuantas personas exitosas (en alguna de estas dimensiones), se consideran verdaderamente felices? Pocas. Muy pocas, porque el viaje a la felicidad es una aventura que pasa por una serie de estaciones que forman parte de una experiencia integral. Perderse una experiencia de toma de conciencia nos impide alcanzar la verdadera felicidad. Sólo cuando hemos evolucionado con cierto equilibrio, sin descuidar ninguna dimensión, podemos alcanzar la armonía que tanto anhelamos. 
Somos como un barco que navega por la vida, agregando carga en diferentes puertos y necesitando que su cargamento siempre esté equilibrado. Mantén tu aprendizaje en equilibrio.

Por eso, la octava lección de este curso es:  Vive la vida ¡con intensidad y equilibrio!

miércoles, 23 de marzo de 2016

Homenaje a Ricardo Larraín

Conocí a Ricardo Larraín cuando ambos trabajabamos en la Universidad Mayor. Era un personaje muy interesante, profundo y reflexivo. En las reuniones del Consejo Académico, destacaba por su extraordinaria inteligencia y humilde sabiduría. Se percibía en él, la huella del rigor de una vida intensa, exitosa y sacrificada. Poco a poco nos fuimos acercando, y conversamos hasta que nos convertimos en grandes amigos. Una amistad que nació del respeto profesional y se cimentó en su extraordinaria sensibilidad para tratar temas delicados. Aprendí a quererlo y admirarlo, mucho antes de saber que hacía tiempo que batallaba contra el cáncer. Era, una buena persona dotado de una inteligencia singular. 
Menos de un mes antes de su partida, sostuvimos nuestra última conversación presencial. Estaba preparado para encontrarse con la muerte, pero convencido de que podría seguir evitándola a pesar de todo. Y claro, planeamos el futuro, no sin antes decirnos aquello que solo se dice al amigo del alma para finalmente despedirnos, abrazados con los ojos húmedos y el corazón hinchado de emoción. 
Gracias me dijo...
Gracias le respondí...
Y se fue.

A continuación, transcribo el aporte que nos hizo para una revista orientada a definir "calidad" en educación. Conversando con un grupo de leales colaboradores, en un restaurante cercano, le pregunté si acaso creía en una realidad continua o en una realidad cuántica, como las cintas de las películas. Su respuesta, nos propuso mirar el espacio entre las imágenes, el silencio entre las notas, las pausas entre las palabras, porque es allí, donde habita el inconsciente colectivo, el akasha, donde se produce el aprendizaje. 

De esa conversación, el periodista Rodrigo Lagos, destacó lo siguiente:

“El cuerpo es la cerradura del presente, y el presente la puerta de entrada a la conciencia, a esos segundos de oscuridad”

Entre cuadro y cuadro hay oscuridad...
“En el cine el movimiento no existe, es una creación de la mente”, dice, y explica que lo que entendemos como movimiento es en realidad una secuencia de imágenes que corren a tal velocidad que crean en nuestros cerebros la ilusión del movimiento. “Entre cuadro y cuadro existe una espacio de oscuridad: es ahí en donde se produce la conexión, el aprendizaje que importa. La educación del futuro tiene que ver con aprender a utilizar esos segundos de oscuridad. El cuerpo es la cerradura del presente, y el presente la puerta de entrada a la conciencia, a esos segundos de oscuridad. El juego consiste en adiestrar esos segundos de oscuridad”. Ricardo Larraín se refiere a ese espacio de oscuridad como un contenedor infinito de conocimientos que hoy no estamos utilizando y que nos podría ayudar a comprender mejor nuestro potencial como especie.
A su juicio, lo que estamos viviendo actualmente es un proceso de adaptación a un cambio de conciencia que ya ocurrió. Él lo asocia con una nueva relación de los seres humanos con el espacio y el tiempo. “Los seres humanos actuamos desde el cuerpo del dolor, que es inconsciente. La conciencia es aquello que observa al pensamiento y a la emoción. El pensamiento siempre va un paso atrás de la intuición corporal, que es donde se produce la emoción. Educación de calidad sería crear herramientas para predisponer la potenciación de la conciencia. Debemos educar para aumentar la conciencia”.
Crítica al sistema educativo actual, que a su juicio no está considerando al ser humano en todas sus dimensiones. La educación debe ser concebida como una experiencia, dice, y por lo tanto debe ser diseñada de tal forma que sea capaz de exponer a los estudiantes a estas posibilidades y dimensiones, y de ahí buscar la manera de identificar las pasiones y los talentos de cada uno. Sostiene que la creatividad es fundamental en el aprendizaje porque tiene la capacidad de activar el presente sin las ataduras del pasado. Considera el arte en general como la virtud de llevar lo abstracto a la dimensión de la materia, lo cual, a su juicio, es un ejercicio sumamente relevante para los estudiantes ya que se pre- dispone la posibilidad de conectarse con esa zona oscura que contiene toda la información necesaria para comprender el verdadero sentido de la vida.

 Y este es el artículo que nos preparó para la revista:


12 segundos de oscuridad
Por Ricardo Larraín

Los seres vivos respiran, laten, todo en la naturaleza parece estar enraizado en esa alternancia y complemento que significa, por ejemplo, inspirar y expirar, expandir y contraer, como la marea, ir y venir, en un constante balanceo o vibración. Esos movimientos son la expresión misma de la vida que se manifiesta en ellos. Puede verse como una oscilación entre dos polaridades que se complementan haciéndose indivisibles.
En la canción “12 segundos de oscuridad”, el cantautor uruguayo Jorge Drexler propone la imagen de un faro en el medio de la noche. Durante 12 segundos el faro nos alumbra y du- rante otros 12 segundos el foco está apuntan- do hacia el otro lado y, por lo tanto, es la os- curidad completa. Son esos doce segundos, los de oscuridad, los que completan su función.

Un faro quieto nada sería...

guía, mientras no deje de girar.
No es la luz lo que importa...
en verdad son los 12 segundos de oscuridad.

Pareciera que un faro guía porque su luz brilla en la sombra y olvidamos que lo que realmente guía es su pulso vital, un latido que contiene la intermitencia perpetua entre la luz y su ausencia. Es esa intermitencia la que lo define. Luz y oscuridad por separado son estáticas: en el faro forman una unidad inseparable, combinándose generan la alquimia del movimiento, la base de lo vivo.
Nuestra mente, con el fin de poder estructurar el pensamiento, secciona la unidad de las cosas para crear estructuras conceptuales que se basan en el aislamiento de las partes y su ordenamiento en secuencias. Sin embargo, como sabemos, la realidad se nos presenta como una unidad continua e indivisible, que rebasa en su complejidad nuestras clasificaciones y se resis- te a entrar en los cauces impuestos por nuestras codificaciones, por nuestro lenguaje. Aun así, nuestra relación con la realidad, más allá de aquella fragmentación, registra otras tonalidades en la vivencia de lo que nos rodea, que están más allá del lenguaje y de las estructuras conceptuales preexistentes. Nuestra experiencia del mundo se completa con procesos que ocurren en lo que podríamos nombrar meta- fóricamente como 12 segundos de oscuridad.
Tantas veces no atendemos a esos 12 segundos de oscuridad que son parte de todos nuestros procesos como personas, esa otra parte preconceptual, corporal, donde incuban como en una antesala buscando la forma los signos que componen nuestra expresión y que articulan nuestro mundo consciente y nuestro lenguaje. Tantas veces trabajamos empecinadamente
sobre el mundo de las formas y del lenguaje, al que llamamos “realidad”, sin considerar la conciencia inmanente que desde otra zona de nuestro sistema complementa y sustenta nues- tro conocimiento y nuestras acciones, otorgán- donos una comprensión mucho mas completa de esa “realidad”.
Una educación de calidad debería tener en cuenta esa zona de los 12 segundos de oscu- ridad. Allí es donde parecen residir la espontaneidad y la libertad de todo esquema con- ceptual, allí se encuentra la raíz del presente y de la vida que anima nuestra presencia en el aquí y el ahora, siempre fresca, cambiante adaptativa, líquida. Ese es el espacio en el que surgen los pensamientos y las emociones que emergen en nuestra conciencia. Ese espacio es el ser mismo que las contiene. ¿Cómo podríamos ocuparnos en la enseñanza de esta dimensión de la persona? Esa es, creo, una buena pregunta.
Trabajar en esa zona implica estimular la conciencia de ser de cada uno, ese centro de gra- vedad desde donde emanan los movimientos que derivan en motivaciones y aprendizaje, que luego se vuelven conceptos y finalmente acciones. Es decir, formas. Ese espacio interior nos es común a todos en su naturaleza y al mismo tiempo es fuente de toda singularidad de nuestras formas específicas. En ese espacio, instalado en el presente perpetuo, es donde brota la creatividad anterior a los esquemas, un espacio despojado de intenciones y temores que enmascaran con conceptos y discursos su intrínseca plasticidad.
Los 12 segundos de oscuridad son la zona del juego, del ritual, de la corporalidad, donde habita la experiencia del ser mismo, anterior a todo conocimiento. Respetar y dar cabida a esa dimensión de la persona resulta relevante en una educación de calidad.

Volver a leer sus palabras después de su funeral hoy, me emociona profundamente. No encuentro mejor forma de homenajearlo, que compartirlas en este blog. Para mí, Ricardo fue y siempre será, una luz en la oscuridad. Para mi, Ricardo fue un faro, acechado por la muerte, pero alumbrando a la vida.

Donde quiera que estés, amigo mío, siempre seguirás iluminando el camino de los que te conocieron. ¡Gracias por tu luz!

Acá puedes escuchar:
 12 segundos de oscuridad

domingo, 20 de marzo de 2016

Curso de Felicidad: Lección 7

Séptima lección: Busca en tu interior.

Buscar en el lugar equivocado, es uno de los cuentos de Anthony de Mello que nos hace reflexionar acerca de lo peculiar que puede ser un hombre que busca a Dios en lugares santos cuando lo ha perdido en el corazón. Decía algo así: 

Una noche,un señor encontró a un muchacho cuando éste estaba bajo un poste de luz, buscando algo de rodillas.

"¿Que andas buscando muchacho??
"Mi llave, la he perdido? " 
Y arrodillados los dos, se pusieron a buscar la llave perdida. Al cabo de un rato dijo el caballero:
"¿Dónde la perdiste?" 
"En casa"
"¡Santo Dios! Y entonces, ¿por qué la buscas aquí?
"Por que aquí hay luz", respondió el muchacho...


Sucede algo parecido con la felicidad. La buscamos en el lugar equivocado. Porque la felicidad no se encuentra en el exterior, en las cosas que suceden o en las cosas que tengamos, ni en el poder que ostentamos ni en los triunfos que logramos. Perseguimos la felicidad buscándola en el mundo material, en la una realidad externa que es un espejismo que finalmente termina por desilusionarnos. Pero es una persecución inútil, destinada al fracaso. En ese mundo exterior habita el placer–una sensación transitoria, atrayente pero vacía–no la felicidad.
Los occidentales caemos en esta trampa. Recuerdo mi viaje a Dehli, a una entrevista que nos había concedido el Dalai Lama, donde me sorprendió la alegría, paz y tranquilidad del pueblo indio y tibetano a pesar de la miseria que los rodeaba. La mayoría de ellos vivían contentos a pesar de habitar en condiciones bastante precarias. Y por esto último, yo los miraba con cierta misericordia. 
Pero mi sorpresa fue mayúscula cuando advertí que ellos también me miraban con compasión. Ellos sabían que nosotros, los occidentales, buscamos la felicidad en el mundo exterior cuando su cultura ancestral demostraba fehacientemente que la felicidad es un estado vital que cada persona debe cultivar controlando su estado interior. 
La felicidad no se encuentra. Ella nos encuentra a nosotros. Es el resultado de la armonía que existe en nuestro mundo interior, de nuestras creencias e interpretaciones acerca de lo que sucede, de nuestro estado de conciencia y muy especialmente, de la coherencia entre nuestros actos, nuestros pensamientos, emociones e intuiciones. Habita en nuestro interior y aparece cuando vivimos una vida con sentido, sabiendo quienes somos y hacia adonde vamos. 
Por eso, la lección que queremos transmitir hoy es que "hay que buscar en nuestro interior", pero no buscando la "felicidad", sino buscándonos a nosotros mismos. La tarea es descubrir quién soy, quién es el observador que toma conciencia de lo que experimento y que evoluciona permanentemente, qué mensajes transmiten mis emociones y qué ideas me sugieren mis intuiciones. 
Conócete a ti mismo, es un viejo adagio que acarrea toda la sabiduría del conocimiento humano ancestral. Es el primer paso para encontrarnos con el bienestar. De allí resulta obvio que los procesos introspectivos sean tan necesarios. 
Reflexionar, meditar, pensar, imaginar, soñar despierto, atender plenamente al presente, examinar tu inconsciente, son ejercicios que ayudan a conocernos mejor y más que nada a reconocer nuestra alma, esa parte esencial, de carácter espiritual del ser humano que explica la energía vital que nos mueve.
Busca, pues, en tu interior, tu auténtica identidad, tu propósito en la vida y la razón de tu existencia y además toma conciencia de la profunda interconexión que conecta a toda la vida. Solo entonces, tendrás oportunidad de que la felicidad te encuentre a ti.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Documental acerca del paradigma emergente

Una querida amiga me pidió que le recomendara libros para comprender mejor todo lo que la ciencia contemporánea está descubriendo o re-descubriendo. Y ciertamente hay muchos libros que tratan la no-dualidad, la profunda interconexión que existe entre todas las cosas...pero tal vez este documental sea una introducción más didáctica al nuevo entendimiento que tienen los científicos de la realidad. 
Si estas dispuesto a soltar todas tus certezas y abrir tu mente a el mapa más vanguardista que existe del universo, entonces encontrarás en este video nuevas explicaciones científicas, más acordes con el mundo del siglo 21. ¡Te regalará una nueva forma de pensar!

martes, 15 de marzo de 2016

La irresistible tentación de las carcajadas

A propósito del post reciente que sugería: ¡Sonreirle a la vida! me enviaron este video, que demuestra que nos quedamos cortos. La risa es tremendamente contagiosa y las carcajadas de otras personas pueden alegrarnos el día más gris. Vean este video y traten de no reírse. ¡Es imposible!


lunes, 14 de marzo de 2016

Curso de Felicidad: Lección 6


Sexta Lección: ¡Encuéntrale sentido a tu vida!

Una sabia amiguita me sugirió incorporar otra lección en este curso: descubrir lo que necesitas para ser feliz. Sugería esto, haciendo hincapié en que muchas veces nos engañamos pensando que lo que queremos es lo que nos hará feliz. Ella sostiene que nos engañamos, puesto que lo que queremos proviene del ego y lo que necesitamos viene del alma. 
Tiene razón. La felicidad que pretende el ego es placer transitorio. Las necesidades del alma son permanentes. La nueva ciencia que estudia la felicidad reconoce que vivir una vida con propósito, es esencial para sentirse bien.  ¡Vivir una vida con sentido! De eso estamos hablando. Quien vive fluyendo viaja a la deriva si toma decisiones al azar. Fluir, desde nuestra perspectiva, significa aceptar los acontecimientos, con plena conciencia de que son pistas que nos ayudan a encontrar el verdadero rumbo que nos conduzca a la realización. Lo que sucede no es casualidad. Todo el Universo conspira para que este presente ocurra, tal cual ocurre. Y lo que hay que descubrir es el camino que nos sugiere el Universo con todas y cada una de las pistas... confiando que nos está guiando hacia nuestra plenitud.
Pues bien, la principal herramienta que tenemos los seres humanos para procesar la energía e información que nos rodea, es nuestro cuerpo y en particular, nuestro sistema nervioso. Y la mayoría de nosotros, hemos delegado en nuestro cerebro, la toma de desiciones.  Allí habita la razón, y ella construye historias que justifican nuestros actos y comportamientos. Literalmente inventa una narrativa que explica lo que hacemos. Son cuentos que nos creemos, pero puros cuentos al fin y al cabo. 
Las neurociencias ya han demostrado, sin ambigüedades, que antes de tomar una decisión, intervienen nuestras emociones. Son ellas, las emociones, las que nos indican qué decidir. La toma de decisiones es un proceso emocional casi instantáneo, que luego se explica con argumentos racionales. Las decisiones son subjetivas, no objetivas, aunque no queramos creerlo. 
Otro sabio amigo, especialista en emociones, siempre me recalca que todas nuestras emociones son llamados de atención. Nos indican que hay que poner atención a algo. No hay emociones buenas o malas. Son siempre indicaciones que pretenden guiarnos. Son pistas expresadas en sensaciones corporales. Es el lenguaje del circuito neuronal del corazón. Somos seducidos por emociones que afortunadamente nublan la razón. Porque vivir una vida dependiendo solo de la razón, es propio del Doctor Spock, ese personaje de Viaje a las Estrellas que parece más un robot que un ser humano. 
Pero además hay otro circuito neuronal que también interviene antes de la toma consciente de una decisión. Incluso antes que sepamos que tenemos que tomar una decisión. Es el circuito neuronal de nuestro sistema digestivo. Allí es donde habita la intuición. Un sentir que nos sugiere subrepticiamente qué camino tomar y que parece provenir desde una inteligencia superior, del inconsciente colectivo (como diría Jung).
Entonces, para encontrar nuestro camino hacia la felicidad, necesitamos tener conciencia de nuestras intuiciones más profundas, atender al mensaje preciso que nos transmiten nuestras emociones y descifrar el sentido de estas pistas con la razón. 
Por eso, la recomendación que hacemos en esta lección es: ¡Encuentra el sentido de tu vida! Porque cuando uno es coherente con el rumbo hacia la plenitud, todo resulta más fácil... todo fluye con naturalidad y nos sentimos mejor. 
Recuerda, encuentra el sentido de tu vida. Está escrito en tu historia. Se te manifiesta en tus emociones y se te aparece en tus intuiciones. Vive con una misión, más grande que tu. Que te anime un propósito superior. Supera tu ego y alimenta tu alma. Porque la gran tarea que tenemos todos, es descubrir quienes, en realidad somos.


martes, 8 de marzo de 2016

Soy

Creemos que somos individuos independientes, inmersos en una realidad objetiva de 4 dimensiones.  El espacio-tiempo. Ese es el sueño colectivo de la época moderna. Pocos han logrado despertar de esta ilusión. Aunque algunos visionarios si lo han hecho, para descubrir que en realidad estamos tan profundamente interconectados que no es posible distinguir donde termina uno y donde comienza el otro. No estamos separados. Ni de los demás, ni de la naturaleza. No hay sujeto y ni tampoco hay objeto...  Somos uno, indivisible, sin partes.
La maravillosa sensación de sentirse uno con el Universo, históricamente ha estado reservada para algunos pocos iluminados o místicos que lograron despertar del sueño de la separación. Conocemos muchos personajes adelantados a su tiempo que hablaron de la "no-dualidad" y que no fueron bien comprendidos por sus contemporáneos.
Pero hoy parece estar emergiendo un nuevo paradigma científico que no sólo acepta la no-dualidad sino que la reconoce esencial para comprendernos mejor a nosotros mismos y para encontrarle sentido a nuestras vidas. Hoy, la ciencia reconoce que no es posible hablar de una realidad independiente del observador. Muchos científicos, especialmente físicos cuánticos, reconocen que lo que entendemos por realidad es simplemente un espejo de nuestras interpretaciones. Que lo que percibimos con nuestros sentidos, refleja nuestras creencias, nuestros miedos y nuestras ideas. Muchos grandes pensadores hoy sostienen que vivimos en un universo holográfico, fractal, donde la información del todo, está en cada parte. El universo entero dentro de nosotros. Algunos, más radicales y no por ello menos certeros, sostienen que las partes no existen y que solo podemos tomar conciencia de lo que somos, al sentirnos siendo aquello que percibimos o experimentamos.
Uno de ellos fue un místico extraordinario: Sri Nisargadatta Maharaj, que escribió "Soy, eso" donde nos sugiere tomar consciencia de que somos todo aquello que experimentamos. Y propone que consciente y sistemáticamente nos identifiquemos con lo que percibimos. Que nos sintamos siendo aquello donde ponemos atención.
Así lo hice, un buen día mientras caminaba en la costa...
Soy el viento, que me trae aromas recónditos y enfría mi cuerpo, pensé. Y me reconocí en ese viento y en la música lejana que me regalaba. Yo era viento, la fuerza dispersa e inconstante del aire que parecía estar fuera, pero que se parecía demasiado a la energía siempre entusiasta y veleidosa que fluía dentro de mi mente y hacía volar a mis pensamientos.
Soy el pasto, que recibe mis pisadas y que adorna los jardines, admití. Y me acepté en ese pasto reconociendo en el trabajo del jardinero, los esfuerzos de mis profesores.
Soy el árbol, sus hojas, ramas y raíces que crecen apuntando al cielo, aspirando a las estrellas. Y también me ví allí, en ese y en todos los árboles del raquítico bosque que cubría el acantilado; queriendo nutrirme de la pachamama para crecer y abrazar al firmamento, como yo pretendía alimentarme de conocimientos.
Soy el mar, majestuosa sopa salada con sus olas y mareas, y su increíble vida interior. Un universo  acuoso escondido bajo la superficie, cual mi propia personalidad.
Soy el sol, energía poderosa que a diario alimenta mi espíritu y que se parece a mi propio entusiasmo por vivir.
Soy también esa persona que camina despreocupadamente hacia mí. Cuyo rostro refleja una historia que también coincide con la mía. Los detalles parecen diferir, pero la perspectiva amplia las acerca y desde tan lejos como yo miraba, esas historias se confundían. ¡Soy él!
Y soy también aquel. Soy todos. Soy todo... Soy, eso.
Así caminé ese día, aceptándome en todo aquello que captaba mi atención y reconociendo que yo era parte de un gran evento, indivisible e infinito; omnipresente y plenamente amoroso. Me invadió una profunda sensación de bienestar y llegué a la convicción de que todo era perfecto. Me sentí inmensamente pleno. Palpé la felicidad.

El ejercicio fue realmente increíble, y se lo recomiendo a todos. Por todas partes descubría quien era yo. Y lo repetí varias veces, hasta que poco a poco se convirtió en un hábito. Entonces, comprendí que yo... soy eso.

Por eso, quisiera invitarte a descubrirte en mi, en los demás, y en todas las cosas. Verás que también eres, eso.