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martes, 31 de marzo de 2015

Hay que cambiar al piloto


Estamos equivocados…

Los seres humanos estamos intentando resolver los problemas sistémicos dividiéndolos en partes; fundamentalmente porque estamos ciegos a la profunda interconectividad en que evoluciona la vida. Estamos inmersos en una profunda crisis de percepción. La fragmentación ilusoria en que vivimos nos impide solucionar los grandes desafíos de nuestra propia sustentabilidad. No somos capaces de percibir la profunda interconexión de la trama de la vida. Pensamos que somos individuos desconectados de los demás. Creemos que hay una causa para cada efecto, sin darnos cuenta de que todo lo que ha ocurrido en el pasado es causa del presente y que bastaría un pequeño cambio en alguna circunstancia para que el presente sea diferente. No vemos la TOTI-causalidad del pasado. Seleccionamos una causa entre una infinidad y la acusamos de ser responsable de algún efecto. Un error de percepción. Una crisis epistemológica y espiritual que nos hace perder la esperanza.

Esta forma lineal de pensar, inculcada desde nuestras escuelas y producto de la era industrial que generó la modernidad, debe evolucionar. Necesitamos tomar conciencia de que todo está interconectado. Nosotros y la naturaleza hemos co-evolucionado. Ahora podemos ver que todos estamos conectados en un viaje evolutivo que solo tiene sustentabilidad si cambiamos nuestra conducta egoísta e irresponsable y nos convertimos en una especie empática. Naturalmente, esto requiere que colectivamente desarrollemos una nueva cosmovisión, un nuevo mapa para explicar el territorio. Requerimos desarrollar pensamiento sistémico para poder comprender la verdadera urgencia que tiene superar la toxicidad de la postmodernidad. No sobreviviremos en este medio ambiente. La postmodernidad nos hace creer que somos dueños de la verdad y que los demás están equivocados.  Una soberbia ilusión… Un error de Percepción. Una crisis social que nos deprime y corrompe.

Necesitamos una nueva era psíquica. Necesitamos superar la postmodernidad.

Esta necesaria ampliación de consciencia colectiva es un desafío global que pretende cambiar nuestro modo de vida, orientándolo hacia la sustentabilidad, la reflexión y el comportamiento ético. Necesitamos recuperar la fe en el potencial de nuestra especie.

Pensamos que el cambio se puede lograr modificando la educación (la forma en que educamos) y sospechamos que en los proyectos educativos dirigidos por personas con rasgos de post-postmodernidad, existen pistas para reorientar nuestro destino. Porque aunque usted no lo crea, hay personas muy evolucionadas trabajando en educación. Ellos dirigen escuelas diferentes, donde prima la cooperación, el respeto y la curiosidad intelectual y allí, a nuestro juicio, se encuentra la esperanza de la aventura humana. 

Encontrarlos es un desafío. Aprender a reconocer a estos pioneros de la post-postmodernidad, a rescatar y promover sus obras, a comprender sus ideas y a distinguir el rumbo de sus pasos, es un imperativo evolutivo para nuestra especie. En esas escuelas hay un clima saludable, gente buena, líderes íntegros, personas conscientes y solidarias. Son escuelas que tienen profesores de corazón. Sus enseñanzas son la semilla que debemos plantar en “buena tierra” a fin de sumar mentes preparadas para el cambio de era psíquica, y así poder alcanzar masa crítica que permita a la humanidad avanzar hacia la post-postmodernidad.

Tenemos que enmendar el rumbo…Hemos dejado el mando del curso evolutivo a los políticos y economistas, quienes se están comportado como co-pilotos depresivos que pretenden estrellar nuestra nave espacial sin dejar sobrevivientes. Necesitamos que ellos "abran la maldita puerta" para que otros más calificados tomen el mando. ¡Háganse a un lado viejos "macucos"!...Nuestra sociedad se merece una mejor oportunidad. Tenemos que rescatar a los pioneros de la integralidad que con humildad y empatía han decidido ser el cambio que el mundo necesita. Tenemos que rescatar a las personas generosas y auténticas que piensan primero en el bienestar común y convertirlos en ejemplos de comportamiento, en pilotos del planeta Tierra. Solo ellos, los que saben de empatía, pueden corregir el rumbo.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Derrotar al fantasma de la corrupción

El diluvio de información y la interconectividad que nos proporciona internet, ha cambiado la ecología de nuestro planeta. Y lo seguirá haciendo en forma acelerada. Los humanos vivimos en un ambiente de complejidad creciente que ha dejado obsoletos todos nuestros mapas. Las estrategias que usábamos hace muy poco tiempo, ya no sirven. Quien quiera continuar haciendo las cosas, como se hacían antaño, se enfrentarán con el inexorable castigo de la evolución cultural. Una sensación de desconcierto, frustración, incomprensión, e incluso de soledad los irá embargando progresivamente. No comprenderán porqué los demás no los entienden.
En ninguna parte es más evidente esta incertidumbre que en las cúpulas políticas, judiciales y empresariales de nuestro país. En vano, esos viejos y poderosos personajes, intentarán recuperar valores que están extinguidos, aferrarse a las tradiciones y luchar contra los cambios sembrando miedo y resistiendo las fuerzas evolutivas. Pero, estarán cada vez más desconectados del mundo real.
Internet es el resultado de la evolución tecnológica y simultaneamente, una gran oportunidad puesto que nos proporciona una nueva capacidad de autorregulación al interconectar a una gran masa de seres humanos. El individuo, pierde relevancia en esta intrincada red de comunicaciones y nuestra sociedad, colectívamente adquiere una identidad que superará todas nuestras expectativas. Porque tenemos historias y experiencias únicas y somos muy diferentes, cada ser humano aporta una gota de sabiduría al gigantesco potencial que ha adquirido la humanidad. Somos una especie compleja que, colectívamente, se apresta a vivir una metamorfosis cultural sin precedentes.
La forma en que vivimos no es sustentable. Para sobrevivir, necesitamos cambiar nuestras conductas.
Lo que antes era práctica habitual debe revisarse en funcion de la nueva ética que requiere la interconectividad, la transparencia y la retroalimentación inmediata. Ya no podemos dar algo por sentado. Nuestras creencias más básicas tendrán que resistir continuos cuestionamientos y comprenderemos que estamos fluyendo en un proceso universal de gran dinamismo. Debemos aprender a vivir en la incertidumbre, a convivir con la diversidad humana, a respetar la naturaleza y a integrarnos a la gran aventura de descubrimiento que nos propone este universo pletórico de información. Necesitamos incrementar continuamente nuestra capacidad para procesar información y mantener el impulso vital y la curiosidad que traemos desde la cuna. Sobre todo, necesitamos cambiar nuestra forma de pensar. El pensamiento lineal y la relación causa-efecto pertenecen a tiempos pretéritos.
Si queremos vivir en un mundo con internet, necesitamos comprender la complejidad, la extrema sensibilidad de los sistemas interrelacionados, el poder de la retroalimentación inmediata, la magia de la sinergía, la persistencia de los atractores y las posibilidades de lo emergente. En la complejidad, el presente está causado por todo lo que ha ocurrido en el pasado. Nada es inocuo. Somo todos responsables de estar donde estamos, para bien y para mal. Y el futuro es un mar de posibilidades. Nada es seguro, pero todo es probable. Lo bueno y lo malo...
En esas circunstancias, tenemos un poder extraordinario. Podemos actuar en el presente, para hacer algún escenario futuro algo más probable. Podemos influir, decisivamente, en el futuro. Colectívamente, somos co-creadores de nuestro destino.
Tomarse en serio la complejidad y esta forma de pensar, implica que nos debemos hacer responsables de las consecuencias de nuestros actos; debemos reconocernos en los demás y entender que viajamos juntos en una aventura de expansión de conciencia. Dicho de otra forma, desarrollar pensamiento complejo significa destituir al egoismo, la vanidad, la avaricia y la ambición individual y reemplazar esa energía por la solidaridad, la humildad, la generosidad y el bienestar colectivo.
Mejor aun, aprender a pensar en forma compleja e integrada es, tal vez, nuestra mejor arma para derrotar al fantasma de la corrupción que acecha desde la oscuridad.