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lunes, 3 de agosto de 2015

Política con integridad


Ha llegado el momento de fundar un nuevo referente político. Ninguno de los actuales partidos políticos logra atraer a la ciudadanía. Ni los que gobiernan, que tienen una desaprobación altísima, ni los que pretenden hacer oposición, que no logran articularse ni siquiera para aprovechar el ambiente tan negativo que estamos viviendo. Es que la política en general, está mal evaluada. Y con toda razón. Han equivocado el rumbo...
Y justamente por eso, pensamos que soplan potentes vientos de cambio. Vientos que propician el diseño de una propuesta de sociedad que re-encante al ciudadano común y lo invite a participar en la co-construcción de una nueva forma de relacionarnos. Estamos todos expectantes a un cambio profundo que nos una en un proyecto común. Uno que integre y no excluya. Uno que conecte y entusiasme a todos. Un proyecto político basado en el comportamiento ético, como propuesta fundamental para la vida en comunidad. 
Una sociedad que es capaz de tomar conciencia de su responsabilidad con el medio ambiente social y natural, constituida por individuos responsables y respetuosos, no solo apunta la tranquilidad espiritual de la conducta íntegra, sino hacia el bienestar que genera el desapego, hacia la disposición a colaborar, hacia la conducta empática y hacia la convivencia armónica. 
En una sociedad ética, se puede confiar en los demás. Se puede dar libertad y autonomía sin desconocer la subjetividad propia del ser humano (que necesita el permanente control de un Pepe Grillo que nos ayude a reconocer la conducta adecuada). Es que en nuestro interior, siempre sabemos distinguir lo correcto de lo incorrecto. Pero también somos capaces de inventar historias que justifiquen cualquier acción que emprendamos. Y entonces tenemos que cuidar -como el más preciosos de nuestros bienes- que esa confianza no sea traicionada. En una sociedad ética, todos tenemos la responsabilidad de proteger la convivencia exigiendo integridad recíproca. 
En una sociedad ética, nadie es dueño de la verdad, pero todos son dueños de si mismos (y de nada más). No se intenta imponer nada a quien es propietario de su destino y se respeta a cada individuo por ser diferente y por pensar distinto, reconociendo que no puede ser de otro modo. No se acumulan posesiones sino que se potencian las relaciones y se reconoce que el bienestar colectivo es requisito para el bienestar individual. En ese tipo de sociedad, la justicia, que se debe considerar un derecho esencial, también es resultado de la convivencia respetuosa. 
Libertad y justicia, son productos del comportamiento ético. No se es verdaderamente libre, sin ser responsable de nuestros actos, ni se es honradamente justo sin ser respetuoso de los demás. Libertad con responsabilidad y justicia con respeto, ese parece ser un buen lema para la nueva convivencia. 
¿Utopía? 
Quizás, pero...,
tal vez si diseñamos una educación concentrada en la formación valórica, buscando la generación de conductas éticas, más que en la acumulación de contenidos, esta idea no resulte tan utópica como suena hoy. Tal vez si logramos cambiar el rumbo de la educación, podamos cambiar el destino de la Humanidad. Tal vez si educamos para la convivencia armónica tengamos mejores posibilidades de tener hijos y nietos mucho más felices.
Por eso, creo que llegó el momento de la "política con integridad". 
 

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