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sábado, 18 de julio de 2015

Un nuevo currículo para una educación de calidad


La obsolescencia del currículum nacional es tan evidente como preocupante. Evidente porque las competencias y conocimientos que necesitan los nativos digitales son muy diferentes a las que pretende el Mineduc. Preocupante porque la ceguera de nuestras autoridades puede prolongar esta situación mucho más allá de lo aconsejable. Estamos mutilando a las nuevas generaciones. Con razón protestan.
Como se ha catalogado, “la mejor idea jamás pensada”, la evolución, debe ser una de las materias más relevantes del nuevo currículo. Tenemos que preparar a nuestros estudiantes, para el cambio continuo e inexorable. Necesitamos enseñarles a vivir en las 4 dimensiones del espacio-tiempo. Nuestra juventud debe acostumbrarse al dinamismo propio de la vida y desarrollar una visión de largo plazo. Los jóvenes también necesitan comprender el concepto de sustentabilidad para forjar una sensibilidad medio-ambiental que respete nuestro hábitat. Y al estudiar ecología, podrán percibir la profunda interconexión que caracteriza a todos los ecosistemas. Aprender sobre los procesos evolutivos es tomar conciencia de nuestro lugar en el universo, de la creatividad de la vida y de la historia de la Humanidad. A mayor abundamiento, nos permite tomar conciencia de la responsabilidad que hemos adquirido en el destino de nuestro planeta.
La segunda gran disciplina que debiera incorporarse al currículo es la complejidad. La mayoría de los fenómenos naturales, sociales, económicos y políticos son de carácter complejo. Son fenómenos no-lineales. Insistir en el pensamiento lineal y en intentar solucionar problemas dividiéndolos en partes, es desconocer que hace tiempo hemos dejado atrás la era industrial y que estamos viviendo en la era de la información y el conocimiento. Nuestros jóvenes deben comprender la multi-causalidad, la hiper-sensibilidad de los sistemas autorregulados, la emergencia y los atractores. En especial, deben dominar el concepto de sinergia: el todo es más que la suma de las partes. Esto les permitirá apreciar el potencial del trabajo en equipo y fomentar la colaboración como estrategia para resolver los problemas sistémicos. La verdadera razón de que en nuestro currículo se omita esta disciplina es sencillamente que los que deciden no la entienden. Así de sencillo y así de penoso.
Existen otras disciplinas importantes, pero me conformaría con incluir el bienestar. Podemos aprender a ser felices, a “estar bien” con nosotros mismos y con nuestros semejantes y a vivir una vida plena y llena de sentido. Lamentablemente nuestra educación se concentra más en corregir nuestros errores y hacernos competir por calificaciones, castigando a quien desee transitar su propio camino. Esto debe corregirse. Los jóvenes merecen la oportunidad de desarrollar sus propios talentos, encontrarse con su “elemento” y trazar su destino en función de sus propios intereses y de la contribución que pueden aportar con su especial diversidad. Esta verdadera aberración, ya se ha comenzado a corregir y actualmente hay muchos países donde ser feliz no es pecado y el derecho al bienestar individual es respetado. Los hábitos saludables, el desarrollo de una personalidad íntegra, noble y equilibrada orientada hacia la realización personal, respetando los valores universales de convivencia, debe ser prioridad en los tiempos que vivimos.
Hoy por hoy, no podemos hablar de educación de calidad sin hablar de estos temas.



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