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domingo, 12 de julio de 2015

¡Peligro! ¡Peligro de extinción!


Los extraordinarios avances de la ciencia y la tecnología, permitieron que nuestra generación creara un nuevo mundo: Internet, ese mundo virtual e interconectado desarrollado por gente como Steve Jobs. La red digital donde se criaron nuestros hijos. Y fue en ese ambiente que se  transformaron en una nueva especie de seres humanos. Son nativos digitales y aprendieron a vivir en un mundo dinámico, complejo, plano, sin jerarquías, virtual e instantáneo. Tienen, desde nuestra perspectiva histórica, verdaderos superpoderes. Son literalmente, ¡superhombres!
Esta nueva especie de seres humanos, han experimentado una gran mutación. Tienen una arquitectura neuronal diferente y unas “prótesis tecnológicas” que les permiten procesar la información con estrategias muy distintas y mucho más eficientes. Son “homo sapiens technicus”. Nuestra vieja forma de hacer cosas se está extinguiendo a una velocidad pasmosa. Las comunicaciones, el correo, las encomiendas, los diarios y la música ya han debido adaptarse a las nuevas reglas del juego.
La mayoría de los “hijos del milenio” aun está estudiando. Y reclaman con razón, porque intentamos enseñarles a vivir en nuestro viejo mundo estático y obsoleto. La próxima gran transformación es en la educación. Los nuevos estudiantes son activos, curiosos y multifuncionales. Necesitan aprender a aprender. Es lo mínimo que esperan de una educación para vivir en el siglo 21.
La educación fragmentada, jerarquizada y estandarizada propia de un modelo industrial está condenada a desaparecer. Necesitamos diseñar una educación orgánica e integral orientada a “enseñar a aprender”.
La gran metamorfosis que transformará a la educación irá desde la enseñanza de contenidos históricos hacia el aprendizaje de competencias (sociales y disciplinarias) para llegar rápidamente al autoaprendizaje colaborativo en red orientado a generar nuevo conocimiento de carácter inter y transdisciplinario.  Lo que debe cambiar es la forma de educar.
A nuestro juicio, las instituciones educativas que no comprendan la urgencia de este cambio de modelo corren serio peligro de extinción. 

¡Dense por advertidas!




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