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martes, 7 de julio de 2015

El problema es la Convivencia

Flexibilidad
Una buena dosis de lo que entendemos por inteligencia consiste en ser flexibles y creativos para encontrar soluciones a los problemas que enfrentamos. Mantener e insistir en usar estrategias que han demostrado ser erróneas, la mayoría de las veces, es señal de incapacidad. Curiosamente, la extraordinaria flexibilidad que ha tenido el ser humano para adaptarse al cambio continuo, esa misma característica que le ha dado importantes ventajas evolutivas, parece haberse adormecido. Nos estamos rigidizando y eso es preocupante.

La crisis global que nos afecta, demuestra que estamos peligrosamente estancados, intentando resolver los problemas sistémicos con una estrategia inadecuada: dividiéndolos en partes. Tercos y obstinados, continuamos diagnosticando el problema desde miradas parciales e incompletas, insistiendo en nuestras posturas ideológicas y culpando al empedrado.

Desde la izquierda nos proponen apuntar hacia la equidad con un Estado controlador, olvidando los fracasos históricos de esta estrategia. Desde la derecha, nos proponen apuntar hacia la libertad individual con un Mercado controlador, confiando en una “mano invisible” que tiene brazos cortos. Nuestros políticos parecen más empeñados en demostrar que tienen razón en sus posturas, que en resolver los problemas de convivencia que nos agobian. ¡Más Estado! para controlar al inmoral individuo, piden algunos. ¡Más Mercado! para liberar la energía del emprendedor, solicitan otros. Esta es una discusión extemporánea e inconducente.

El Estado no puede solucionar solo, los síntomas de la gran enfermedad que nos aqueja. Por ejemplo: la delincuencia no se derrota con leyes o cárceles; ni tampoco con prevención o rehabilitación. La educación de calidad no se alcanza con gratuidad o mejorando la carrera docente; ni con mayor cobertura o más mediciones. La contaminación tampoco se resuelve con restricciones a los automóviles… Y así podría continuar, demostrando que muchísimos de los síntomas se han tratado como si fuesen la enfermedad y que esta estrategia -enfrentar una parte del problema- no ha generado soluciones aceptables.  La pretensión de que el poder del Estado y una fuerte regulación son suficientes para resolver nuestros problemas sociales, es un error inexcusable a estas alturas.

Tampoco el Mercado puede regular satisfactoriamente los problemas complejos (ambientales, sociales, económicos y políticos). En un ambiente extremadamente competitivo necesariamente se privilegian las estrategias de supervivencia, que supeditan el bienestar general al interés inmediato. En este escenario, las decisiones cortoplacistas motivadas por el interés particular, son habituales y el verdadero Fair Play muy escaso. La cancha siempre está dispareja: la distribución del poder y de la información es desigual y proliferan los depredadores y los mecanismos de defensa. Pretender que el Mercado puede resolver nuestros problemas confiando en la libertad individual y en la fuerza del emprendimiento, es desconocer la naturaleza oscura del ser humano, es decir, pecar de ingenuidad.

Conscientes de esta disyuntiva, las nuevas generaciones están proponiendo una fórmula interesante: la Sociedad Civil. Organizaciones sin fines de lucro orientadas a solucionar los problemas sociales y ambientales pensando en el bien común. Propugnan el emprendimiento social, atacando al Estado y/o al Mercado, según corresponda. Usualmente son nativos digitales, acostumbrados al mundo plano y cooperativo de internet, idealistas y activistas que quieren corregir los errores del pasado a cualquier costo. No buscan ni el poder de la Autoridad ni el poder del Dinero. Quieren vivir una vida con Sentido. El Activismo que reniega del “Sistema” sin embargo, tampoco parece ser una solución razonable. Luchar por una causa superior es importante, pero no justifica la descalificación de quienes tienen otros ideales.

Enfrentamos la encrucijada definitiva. Somos responsables de nuestro destino. Somos producto de una historia que nos ha convertido en una especie que ahora enfrenta un gran desafío de supervivencia. ¡No hay que buscar culpables! Por favor...¡Hay que sumar voluntarios!

Convivencia
El verdadero problema que tenemos es un problema de convivencia: A pesar de nuestros logros científico-tecnológicos, no hemos aprendido a vivir en armonía con la naturaleza: de allí la sobre-explotación, la contaminación, el calentamiento global, la deforestación, etc. Tampoco hemos aprendido a vivir con nuestros semejantes: de allí la violencia, la delincuencia, la inequidad, etc. E incluso me atrevo a señalar que ni siquiera sabemos convivir con nosotros mismos: los suicidios, los trastornos alimenticios, el déficit atencional son demostraciones de esta incapacidad.

Lo primero que necesitamos hacer es “darnos cuenta” de la naturaleza del problema. Necesitamos ampliar nuestra mirada y expandir nuestra conciencia para reconocer que los “síntomas” que nos preocupan esconden un problema de convivencia. La receta para eso es una buena educación. Una educación orientada a la convivencia armónica no solo es urgente, es literalmente vital. Hablamos de una educación basada en el respeto. Respeto por la vida, respeto por la naturaleza, respeto por el individuo y respeto por las ideas, en especial aquellas que son diferentes.

Reconocido el problema, necesitamos recurrir al extraordinario potencial colectivo que tenemos como especie. Cada uno de nosotros es único (y por tanto valioso). Tenemos una extraordinaria diversidad dentro de nuestra especie, somos muy numerosos y estamos profundamente interconectados. La Humanidad es una gigantesca red compleja de seres con libre albedrío que -actuando como sistema interconectado en continua retroalimentación- puede desarrollar literalmente, super-poderes. Necesitamos reconocernos como miembros de una especie frágil que lucha por sobrevivir (nuestro proyecto común) y participar activamente en el desafío de la sustentabilidad humana y sumar nuestros esfuerzos para que emerja una solución extraordinaria. Necesitamos al Estado, al Mercado y a la Sociedad Civil asociados en un proyecto común. Necesitamos integrar a los paises, las comunidades e individuos...necesitamos relacionarnos, comprendernos y apreciarnos para convivir en armonía. Necesitamos generar una gran sinergía.

Es cierto que necesitamos una Educación basada en el respeto y orientada hacia la convivencia empática, pero para lograr eso, antes debemos construir una Política basada en el enriquecimiento permanente del diálogo constructivo, en la integración de nuestra rica diversidad (tanto individual como grupal). Una Política Integral que "incluya y trascienda" las miradas nacionales, partidistas e ideológicas. Una Política Humana, con perspectiva de largo plazo y orientada a la sustentabilidad del Homo Sapiens. Una Política Flexible, basada en la reflexión profunda (cuestionando contínuamente nuestras creencias) dispuesta a cambiar el rumbo cuando sea necesario.  Una Política Moral, que guíe al individuo y al colectivo hacia el comportamiento ético. Una Política Sana, que priorice la salud del individuo, del ser humano y del planeta. ¿Será mucho pedir?

¡Los problemas extraordinarios...
requieren soluciones extraordinarias!

 
Aprender a convivir, para vivir sonriendo.

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