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sábado, 6 de septiembre de 2014

Sobre los hombros de Darwin


Comenzaremos a mirar la educación a partir de la idea más provocadora que nos ha regalado la ciencia, la evolución. Aquella danza de la vida que comenzó hace unos 4 mil millones de años en la Tierra. Desde entonces, la evolución ha influido decisivamente en la dinámica del planeta, generando cambio, innovación y desarrollo permanente. Desde entonces estamos en movimiento.
No era evidente, puesto que apenas hace 155 años, un gigante de la ciencia, logró distinguir en la naturaleza las huellas del transcurso del tiempo y comprendió que estamos evolucionando. ¡Estamos cambiando!
Aunque las enormes consecuencias de este asombroso descubrimiento aún no son asimiladas del todo, intentaremos  analizar al ser humano y a la educación desde una perspectiva evolucionaria. 
El experimento humano comenzó hace unos 3 millones de años con una ingeniosa propuesta evolutiva: la neotenia. Somos mamíferos prematuros. Nacemos inmaduros. Incapaces de subsistir sin la colaboración de adultos. La subsistencia de la especie humana depende de padres amorosos, ligados a sus hijos hasta que ellos logran autonomía, es decir, por varios años.
Esta exclusiva característica obligó a nuestra especie a desarrollar mecanismos de cuidado y protección para nuestros jóvenes. Al perdurar el contacto entre jóvenes y adultos, las familias ancestrales debieron crear comunidades humanas más permanentes y entonces, establecieron las condiciones para desarrollar el lenguaje. Y el lenguaje transformó la vida humana. No solo se usaba para comunicarse, sino que permitió también a transmitir los aprendizajes desde una generación a otra. Se usaba para enseñar. Esto le otorgó al ser humano una ventaja inédita en la naturaleza. La comunicación y la educación, entonces, convierten al hombre primitivo en un ser social que comparte una aventura colectiva con sus semejantes para resolver con éxito sus problemas de supervivencia.
De modo que aunque la educación es una consecuencia evolutiva de nuestra inmadurez física y emocional, es también un acuerdo de cooperación entre los adultos, diseñado para enseñar y transmitir la información histórica acumulada por los antecesores a esos jóvenes con el propósito de prepararlos para la vida independiente. Jóvenes que pueden cosechar el aprendizaje histórico de su especie y que pueden progresar porque van caminando sobre “hombros de gigantes”.

Desde los hombros de Darwin, podemos concluir que:

  • Necesitamos una educación que nos prepare para la transformación acumulada. Estamos inmersos en un proceso de cambio continuo, conectados con la naturaleza y con la historia del cosmos.
  • Necesitamos una educación que nos de sensibilidad medio ambiental. Ahora somos actores conscientes de la evolución. Dependemos de nuestro medio ambiente y conocemos su fragilidad. Debemos respetarlo y cuidarlo.
  • Necesitamos una educación flexible. Especialmente en épocas de grandes cambios, los procesos educativos deben ser ágiles para adaptarse a las nuevas circunstancias.
  • Necesitamos una educación en permanente renovación. Que incorpore los aprendizajes más significativos de la humanidad y los transmita con la mejor eficiencia posible.
  • Necesitamos una educación que tenga un adecuado equilibrio entre competencia y cooperación. Los jóvenes tienen que desarrollar su individualidad creativa y también contribuir al bienestar general.
  • Necesitamos una educación personalizada. La diversidad es uno de los caminos evolutivos que garantiza mejores posibilidades de desarrollo.
  • Necesitamos una educación en etapas progresivas para un ser que evoluciona. Un ser que comienza a cambiar desde el momento de su concepción, se desarrolla hasta convertirse en adulto autónomo y luego continúa transformándose hasta que deja de existir.
  • Necesitamos una educación contextual. Que responda al entorno físico, social y cultural de la comunidad.
  • Necesitamos una educación que contemple el tiempo evolutivo. Aprendizaje y desarrollo están vinculados pero ambos necesitan distinto tiempo para germinar.
  • Necesitamos una educación para la vida en el bienestar. Saber vivir siendo feliz es más importante saber producir siendo miserable.



Parece evidente que la educación que tenemos actualmente no fue diseñada con una perspectiva evolutiva. Sabemos que tiene origen de carácter industrial. Es demasiado rígida. Está fragmentada y estancada. Por eso, no sobrevivirá por mucho tiempo. Las crisis y el estrés generan evolución. Y en los tiempos que corren, están dadas las condiciones para el cambio. Además, afortunadamente los jóvenes nativos digitales, no aceptarán que se les prepare para un mundo que ya no existe. No cabe dudas de que la educación tendrá en breve, una enorme mutación. Estamos convencidos de que los hijos de nuestros hijos tendrán una educación con perspectiva evolutiva. O como dice Sir Ken Robinson, una educación orgánica.

Es natural que las familias comiencen el proceso educativo de sus hijos y por lo mismo creemos en una “escuela para padres” con el fin de preparar a los jóvenes a construir familias; pero también es natural que cuando los padres necesitan ayuda, la comunidad apoye a los más débiles. Suponemos que Darwin propondría células educativas en los barrios más vulnerables, dedicadas a entregar a los pre-escolares un vocabulario rico, un ambiente emocionalmente saludable, con actividades lúdicas para establecer identidades únicas y relaciones sociales sanas. Algo como jardines infantiles con participación activa de las familias (apoyadas por psicólogos) de modo que el ambiente de aprendizaje sea similar en la casa y en el jardín. Creemos que extendería este proceso hasta que el niño esté física, social, emocional e intelectualmente maduro.

Pensamos que la educación debe ser un proceso continuo y dinámico para ayudar progresivamente a nuestros jóvenes a caminar sobre los hombros de los gigantes intelectuales de la humanidad. Una imagen que usamos para ilustrar el potencial educativo de conectar los conocimientos de vanguardia en diferentes disciplinas. Estudiar a la altura de estos sabios es aprovechar el esfuerzo colectivo de toda la humanidad.

La primera condición para una educación de calidad es que esté diseñada con una perspectiva evolutiva.

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