Página del autor en Amazon

jueves, 29 de mayo de 2014

La educación chilena vista desde fuera...

En Helsinki, Finlandia, cuando los académicos me felicitaban por los logros extraordinarios de la educación chilena en los últimos 10 años: aumento notable de la accesibilidad a la educación superior, liderazgo en América Latina por mejoría constante de los resultados de las pruebas PISA, entre otras cosas; me preguntaba si debía decirles que nuestra educación se encontraba en una completa reestructuración. La visión desde fuera era que la educación chilena estaba en un progreso evidente y sostenido hacia la calidad. Según ellos, verdaderas autoridades en materias educativas, éramos evidencia de que los sistemas educacionales pueden mejorar e influir positivamente en nuestra sociedad. Nuestro capital cultural colectivo estaba creciendo. Más profesionales, más emprendimiento y más progreso. Los mejores del barrio.
Era obvio que no miraban la educación con anteojos chilenos. Nosotros culpamos a la educación de la inequidad. Craso error. Pero, ¡qué diablos! ¿como tranquilizar a nuestros estudiantes, cuando sienten que la promesa de un cartón, no garantiza su futuro? Como buenos chilenos, porque no tenemos nada, lo queremos todo. Esa frase, representa bien nuestra postura frente a la educación.
En Helsinki, el ambiente, la cultura y la historia son demasiado diferentes. Allá se valora el desarrollo lento pero seguro. Saben que acelerar los procesos culturales es riesgoso. Y creen que lo hemos hecho bien. Desde allá nuestra educación se ve mucho mejor...
Las diferentes perspectivas quedan graficadas hoy con un prestigioso ranking de universidades latinoamericanas que ubica a la Pontificia Universidad Catolica en el primer lugar, ratificando la calidad que se percibe afuera de una gran institucion chilena; y al mismo tiempo, con la toma del emblematico Instituto Nacional por estudiantes que desde adentro, critican los alcances de la reforma. Desde afuera la pregunta que uno se hace es:
¿Valdrá la pena arriesgar todo lo logrado?
¡El tiempo lo dirá!


PD: Aprovecho de compartir con ustedes, una música sencillamente maravillosa, para reflexionar sobre lo que el tiempo dirá: 


jueves, 8 de mayo de 2014

La guerra de la equalidad

Nuestro país está enfrentando una situación de gran complejidad que no se puede comprender desde perspectivas sectoriales. Tratar de resolver los problemas de la educación desde el sistema educacional es un error. Se necesita una mirada sistémica, para comprender los enormes desafíos que implica la reforma que pretende implementar este gobierno.
La guerra de la equalidad
Creo que nuestro país está en guerra. La calle, le declaró la guerra a la inequidad. Y empoderó a un gobierno para nivelar la cancha, tan pronto como sea posible. Una enorme sensación de injusticia ha superado la paciencia de los chilenos y los movimientos estudiantiles-tropas de la calle- con sus protestas, han remecido los cimientos del sistema educacional.
Se ha endilgado a la educación, la responsabilidad de la equidad. Parece un error. El sistema educacional no está diseñado para la movilidad social. Es un sistema conservador de las diferencias. A pesar de lo anterior, la calle tiene la convicción de que cambiando la educación se puede avanzar hacia la equidad. Y está consciente de que para esto es preciso cambiar el sistema educacional de raíz. Convertirlo en un agente de justicia social. Ese es el sentido de la reforma educacional. Ese es el objetivo de la guerra.
El gobierno, respondiendo a las peticiones de la calle, ha aceptado la necesidad de reformar el sistema educativo y desde el ministerio de educación, ha encomendado a un economista la responsabilidad de dirigir una profunda transformación. La experiencia del ministro y su trayectoria política, nos indican que puede tener una mirada amplia para comprender las profundas repercusiones de la reforma. Es, a nuestro juicio, un general calificado para derrotar al enemigo.
En esta guerra ya declarada, los buenos son los más débiles ( estudiantes vulnerables, adultos mayores, enfermos y discapacitados, entre otros), los malos, son los poderosos que han abusado (políticos con malas prácticas, sostenedores inescrupulosos,  AFP´s que cobran comisiones desproporcionadas, Isapres suben unilateralmente los costos de los planes, e instituciones financieras usureras, entre otras). Todo lo que huela a discriminación o a injusticia será condenado por la calle. Toda defensa de los abusadores será considerada alta traición.
El peligro que corre la gran mayoría de los chilenos íntegros (los estudiantes que estudian, la clase media, los trabajadores y  los emprendedores con responsabilidad social, entre otros,) es que la guerra los puede dañar injustamente. Durante décadas hemos construido un país que progresa sostenidamente gracias al esfuerzo de muchos de ellos. ¡Cuidado! Tenemos un país que es ejemplo. Y la guerra puede dañarlo irreversiblemente.
En educación superior, hay universidades que no han cumplido con su responsabilidad y han sido condenandas por la calle. El ministro tendrá que castigarlas. No cometerá el error estratégico del gran técnico que fue Beyer. Por eso ha creado las figuras del interventor provisional y de cierre. Tiene que cerrar o intervenir varias universidades, sin generar perjuicios a los débiles (estudiantes). La calle no quedará tranquila sin que corra sangre. Algunas instituciones se rendirán inmediatamente y se convertirán en estatales en un proceso de transición negociado. Otras lucharán contra la calle. Unas usarán cualquier argumento para sobrevivir. Algunas con argumentos sólidos, como la calidad educacional. Otras con argumentos políticos, lobby u otras estrategias.
Habrán bajas. De eso no hay dudas. Sobrevirán las mejores, de eso tampoco hay dudas. Aquellas que están en la zona intermedia, dependerán de la estrategia de batalla que usen.
A nuestro juicio, las que usen la estrategia de la "equalidad" (equidad+calidad) saldrán transformadas pero fortalecidas de esta guerra. Todas, sin excepciones, cambiarán. Incluso el CRUCH, que deberá integrar a todas las sobrevivientes.
Espero que la guerra sea breve y que las bajas sean mínimas. Nuestro país necesita seguir soñando con un futuro esplendor.
 

martes, 6 de mayo de 2014

El vínculo primordial

Conocí a Daniel Taroppio a raiz de la insistencia de Soledad Rodriguez, decana de educación de la universidad UCINF. Ella intuía que hablábamos el mismo idioma. El miércoles 23 de abril, llegó a mi oficina, acompañado de Marcela Herbage, una chilena, que siendo ingeniera civil, trabaja en la escuela de psicología transpersonal.
Apenas llegaron, la conversación fluyó por la complejidad, la espiral dinámica y el enfoque integral. Nombres como Beck, Cowan, Wilber, Bohm, Grof, Laszlo, Sheldrake y Morin, salpicaron nuestra conversación sazonandola con cierta complicidad que se hacía cada vez más explícita.
2 horas más tarde, nos despedíamos. El con un ejemplar de "La encrucijada de la cuncuna" y yo con su libro "El vínculo primordial". Me pareció que la despedida era solo una pausa en una conversación que debiera ser mucho más larga.
Luego de leer su libro, llegué al convencimiento de que estamos describiendo procesos similares. El, mirando el desarrollo humano desde la psicología, y yo, desde la educación. Aunque hay cosas que pueden resultar sospechosas para quien desconoce estos autores, el camino que Daniel propone para el desarrollo personal es similar al que intentamos construir en la facultad.
 A quienes tengan la mente abierta y la curiosodad para explorar caminos en construcción, este libro les dará respuestas que los sorprenderan. Lo recomiendo sin reservas. Es una propuesta que nos ayudará a sanar, a desarrollarnos en plenitud y a ser más felices. Vale la pena.