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martes, 21 de mayo de 2013

El paradigma Integral


Cuando los primeros astronautas viajaron al espacio y vieron la Tierra desde una nueva perspectiva, experimentaron una expansión de consciencia que transformó sus vidas. Los límites geográficos y físicos dejaron de tener sentido, los países no se distinguían desde el espacio y las preocupaciones mundanas parecían no tener relevancia. La fragilidad de la atmósfera daba cuenta de nuestra vulnerabilidad, ya no como especie, sino como planeta. Éramos la tripulación en un minúsculo satélite azul, protegido por una sutil capa atmoférica, que giraba alrededor del Sol, en la inmensidad de un Universo interminable. El destino de la humanidad y de la naturaleza, de la vida tal como la entendemos, estaba entrañablemente unido al destino de la Tierra. El planeta se movía con cierto ritmo. Parecía tener vida propia.
Por esta razón, hemos escogido a Gaia, la imagen de la Tierra vista como un ser viviente, desde el espacio exterior, como símbolo de la conciencia planetaria, propia de este paradigma: Integral.
Los profesores integrales, comprenden que el proceso educacional es un proceso evolutivo. Los organismos vivos, individual y colectivamente, tienden a adaptarse permanentemente a los cambios medioambientales. Su comportamiento es complejo, es decir, son extremadamente sensibles a las condiciones iniciales. Son esencialmente impredecibles.
Por esta razón, son personas de mentes abiertas, flexibles, dispuestas a aceptar lo imprevisto. Son conscientes de sus actos y contemplan los problemas con visión panorámica.
Tienen además, la capacidad para reconocer sus emociones, sus juicios y sus interpretaciones. En resumen, pueden ver su paradigma.
Pero más que eso, los profesores integrales, son en esencia, “buenas personas”, íntegras, empáticas y generosas. Por eso tienen la vocación de enseñar. “Enseñamos lo que somos…la buena educación viene de buenas personas” ( Parker Palmer en “El Coraje de Enseñar”).
Las instituciones educacionales integrales son parecidas. Entienden que el proceso educativo se da en la convivencia y por tanto, tienden a ser comunidades o a estar permeables a la comunidad. No tienen límites bien definidos. Su organización es fractal, es decir, en cada área se repite la estructura. Su objetivo principal es lograr armonía en el desarrollo individual y colectivo. El escenario es sistémico, distinguiendo claramente los patrones, las conexiones y vínculos entre los distintos estamentos.
La actitud del profesor frente a sus estudiantes es de profundo respeto, consciente de que en el proceso evolutivo, todos cambian y por ende, el también aprende. Desde esa mirada, sus alumnos son también sus profesores.
El aula también ha perdido sus límites. Es itinerante, ya que no se circunscribe a un lugar específico. Se aprende haciendo, experimentando, observando directamente. Pero se aprende en dos espacios diferentes: tanto desde la naturaleza, el exterior;  como desde uno mismo, el propio interior. Ya no solo hay espacio para observar la naturaleza desde afuera, sino también para procesar internamente el aprendizaje, reflexionando en profundidad. Ya no se trata de buscar respuestas, sino de encontrar preguntas. Las actividades pedagógicas son exploratorias y en todas partes reina un ambiente de gran curiosidad.
Hay una toma de consciencia acerca del valor de la vida, en cualquiera  de sus formas. La interrelación entre las personas, la flora, fauna y el medioambiente es respetada y comprendida. Ya no solo pensamos en el bien común del ser humano. Tenemos compañeros inseparables. Los animales y la naturaleza son demostraciones de vida que ha evolucionado junto a nosotros. Somos parte de un hábitat común. Por esta razón, los cambios se generan como adaptaciones a los cambios sociales y medioambientales. El ecosistema genera la transformación puesto que el cambio es un proceso propio de la vida. Es natural que así suceda. Notar los cambios, por pequeños que sean, resulta fundamental.  Solo así podremos reaccionar. Entonces se necesita y se desarrolla una sensibilidad especial para percibir los “vientos de cambio” oportunamente.
Nuestro concepto de tiempo también cambia. Se percibe el comportamiento cíclico del tiempo, una característica que otorga la posibilidad de madurar cuando se esta preparado. La sabiduría de la naturaleza es evidente.
Entendiendo que el proceso evolutivo pasa por el postmodernismo antes de la integración, se hace un esfuerzo especial por sintetizar la información desde una perspectiva planetaria.
Reconociendo la validez de las diferentes disciplinas, existe una mirada transdisciplinaria, que le da sentido al proceso de aprendizaje comunitario. En esta perspectiva, las diferencias deben integrarse para permitir una visión de conjunto lo más amplia posible.
No parece extraño entonces, que la flexibilidad, la plasticidad, la espontaneidad sean características propias del sistema educativo integral.
Resulta difícil para el profesor moderno, adaptarse a este ambiente. Su racionalidad y sus certezas han quedado sepultadas en una cultura demasiado dinámica y no tiene herramientas para medir los aprendizajes o procesos. Se siente y con razón, en un caos.
Para el profesor postmoderno, en cambio, este ambiente resulta exultante. Su necesidad de llegar a la toma de decisiones mediante concesiones y consensos, se ve alimentada desde una perspectiva que le permite integrar y sintetizar procesos. Algo que siempre había echado de menos. La continua búsqueda de autenticidad propia de las comunidades integrales, lo apoya en su propio proceso de desarrollo. No le resulta complicado aceptar esta forma de mirar.
Quienes miran el mundo desde la perspectiva integral, sostienen que la vida es una extraordinaria y magnífica maraña de jerarquías, holarquías, sistemas y organizaciones que están intrínsecamente conectadas. La vida tal y como es, debe vivirse en plenitud pero responsablemente. La vida debe enseñarnos a conocernos y mejorarnos hasta convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos. Lo importante del proceso educativo integral es aprender a ser. La verdadera educación integral debe revelar el potencial pleno del estudiante y desarrollarlo al máximo.

martes, 14 de mayo de 2013

El paradigma Postmoderno

Cuando la ciencia comienza a darse cuenta que no tiene todas las respuestas, entonces aparecen algunas dudas. La industrialización del sistema educativo ha llegado demasiado lejos. No solo ha deshumanizado el proceso educativo y ha convertido a cada estudiante en un producto estándar. Hemos homogeneizado a la sociedad y exacerbado la competencia. Todos quieren estudiar lo mismo. Lo "mas rentable"; pero esta visión utilitaria de la educación trae consecuencias. Médicos, ingenieros, abogados y economistas comienzan a proliferar. La masificación de las profesiones más cotizadas provoca problemas imprevistos. Recién entonces comenzamos a darnos cuenta que necesitamos recuperar la "humanidad" y entender que cada estudiante es diferente. El modernismo ha sido superado por un nuevo paradigma: el Postmodernismo.
Las ciencias sociales y las humanidades comienzan a recuperar prestigio. 
Comprendemos que somos seres únicos, con historias, experiencias, capacidades, inteligencias y talentos diversos. Necesitamos entonces un modelo educacional que reconozca la identidad de cada estudiante, es decir que sea personalizado y que desarrolle el pleno potencial del individuo. 
En las instituciones educacionales postmodernas se reconoce la diversidad y se concibe el proceso educativo como una transformación, donde el estudiante desempeña el papel principal. Se reconocen las limitaciones del pensamiento lineal, el reduccionismo del materialismo científico y se comienza a formar al ser humano completo: cuerpo, mente y espíritu.
Ya no solo es importante lo que ocurre afuera, en el mundo material. También es importante lo que ocurre al interior del ser humano, en el mundo de la psique...
Ya no es tan importante lo que se enseña. Es más importante que en el proceso educativo se aprenda. O mejor dicho, que cada estudiante aprenda.
Se comienza a formar una cultura orgánica, donde la diversidad es señal de salud, donde impera la cooperación, la tolerancia y el trabajo en equipo. Los cambios vienen desde abajo y todos quieren contribuir. El ser humano recupera su importancia y el modelo industrial se personaliza. Las redes sociales adquieren relevancia y demuestran su poder de transformación. 
Las cifras, mediciones y procesos propuestas por la modernidad no son capaces de evaluar correctamente al proceso educacional. Hay otras variables mucho más relevantes, que han sido olvidadas. Es necesario hacer diagnósticos mucho más completos. Las mediciones de calidad se complementan con mediciones de cualidad y los procesos de acreditación se contextualizan. 
Hemos escogido el celular como símbolo de este paradigma, primero por su conectividad, segundo por ser personal, tercero por su multiplicidad de funciones y por último, por la instantaneidad con que nos permite comunicarnos.
En este escenario, el profesor deja de verse como profesor de cierta disciplina y comienza a comprender que su verdadero rol es ser profesor de personas, entendiendo que transforma estudiantes inmaduros en adultos equilibrados que van a ser un verdadero aporte a la sociedad. El desarrollo equilibrado de la persona: del cuerpo, la mente y del carácter o personalidad, son su prioridad. 
Como todo está conectado, los límites de las salas de clases y del horario comienzan a diluirse y el trabajo interdisciplinario y el trabajo en equipo, son cada vez notorios. El currículo está interrelacionado y orientado hacia la comunidad. Las consecuencias de nuestros actos, en el corto y en el largo plazo son consideradas en los procesos de toma de decisión. 
Los profesores tradicionales están frustrados porque han perdido autoridad y no se reconoce su esfuerzo y dedicación. Sienten que los estudiantes ya no los respetan y por tanto, ellos hacen lo propio.
Los profesores modernos se desconciertan con la falta de competitividad de sus estudiantes y su displicencia frente al éxito que podrían alcanzar alguna disciplina. Tienen objetivos muy distintos. El progreso no parece importarles y sin embargo muestran una solidaridad impactante.
El profesor postmoderno comprende que cada estudiante tiene un rol distinto en la sociedad y que si hace bien su trabajo, ese estudiante debe superarlo en muchas áreas. No lo juzga desde su perspectiva sino que comprende que ese estudiante vive en otro momento histórico y debe prepararlo lo mejor posible, para un futuro incierto y demandante. En la siguiente generación se juega la sustentabilidad del proyecto humano. Entonces comprende que debe respetar a cada uno de sus alumnos actúa en consecuencia. 
Las dificultades que ha tenido la implementación del constructivismo en el sistema educativo,  a pesar de su aceptación teórica, demuestran que el diseño del modelo educacional requiere transformaciones estructurales para su aplicación práctica. Esta barrera parece inamovible para quienes participan en el sistema educativo y no se visualiza por donde avanzar.
La solución al problema educacional, sin embargo, está emergiendo. Pero desde una perspectiva completamente diferente, una perspectiva que nace fuera de esta Tierra y que implica un nuevo cambio paradigmático...

lunes, 13 de mayo de 2013

El paradigma Moderno

Los extraordinarios avances de la ciencia, que la han transformado en una institución poderosa y dominante en el mundo, y el consiguiente aumento explosivo del conocimiento en muchas disciplinas, han producido tensiones en las instituciones educacionales tradicionales, poco preparadas para aceptar cambios. Los avances científicos deben incorporarse al sistema educacional. Las instituciones tradicionales se ven presionadas para actualizarse y ser más eficientes. La ciencia y la tecnología, que han sido el motor del progreso, impulsan o más bien obligan a la sociedad a modernizarse expandiendo y trascendiendo la mirada del paradigma tradicional para establecer el nuevo paradigma: Moderno.
La cantidad de conocimientos que deben aprenderse es crecientemente mayor. El profesor solo no puede pasar toda la materia. Necesita que los estudiantes lo ayuden. El proceso educacional dentro del aula se convierte en una especie de transacción entre el profesor y sus alumnos. El profesor, enseña, guía y dirije, pero el estudiante deja de ser pasivo y asume una importante cuota de responsabilidad en su aprendizaje. El diálogo y la responsabilidad individual aumentan. El estudiante participa activamente en su educación. La competencia se acrecienta, en todos lo ámbitos y el éxito se transforma en el objetivo prioritario de la gran mayoría.
En busca de una eficiencia creciente y siguiendo los conceptos heredados de la revolución industrial, todos los procesos se estandarizan y la organización educacional funciona con procedimientos, normas y reglamentos que pretenden optimizar los procesos. Comienza a hablarse de y a medirse la "calidad", buscando formar profesionales y especialistas, que colaboren en el progreso continuo que requerimos para avanzar el la aventura humana. La ciencia promete un futuro esplendoroso y por lo mismo, el emprendimiento, la creatividad y la innovación son muy valorados.
Hemos escogido un laboratorio como símbolo de este paradigma puesto que se piensa que la ciencia tiene las respuestas. Cada disciplina es una ventana de oportunidad. Las pruebas, los experimentos y el accionar de un científico o empresario, generan una cultura de exploración, nunca antes vista. El pensamiento racional y la búsqueda permanente de mayor eficiencia en los procesos, imperan en este tipo de instituciones. Se privilegia el método científico y los problemas se enfrentan por partes. 
Cada disciplina compite por un lugar privilegiado dentro del currículo y la jerarquización se modifica. Los ramos científicos adquieren mayor relevancia. Los humanistas la pierden. El sistema educativo busca formar personas autónomas, capaces de aprender y emprender. Pero todas siguen el mismo proceso formativo. 
El profesor prioriza su disciplina por sobre las otras y se pierde la visión de conjunto. La investigación está circunscrita a un área limitada, cada vez más pequeña. El mundo está fragmentado y el proceso educativo, es catalogado, medido y evaluado en base a pruebas estandarizadas. La mirada pretende ser objetiva, aunque la ciencia reconoce la influencia del observador, la objetividad es un supuesto implícito del científico moderno. Todo está escrito en tercera persona, como si un ser impersonal estuviera relatando el experimento humano.
En las clases, hay más dialogo. Las tareas y trabajos aumentan y las pruebas tienden a ser de selección múltiple. Nadie tiene tiempo que perder. Ni siquiera el aprendizaje, lo que finalmente se traduce en una gigantesca superficialidad. La eficiencia prima como criterio general.
Los profesores tradicionales quedan estupefactos con la falta de conocimientos generales, el escaso vocabulario y la incapacidad de aprovechar la riqueza del lenguaje. Ya no importa expresarse con matices y emociones, importa transmitir el mensaje. Pero sobretodo importan los resultados en las mediciones de calidad. 
Muchos de estos profesores, se preguntan si hemos avanzado y la mayoría piensa que la educación ha equivocado el camino. Obviamente el cambio no les ha gustado. Pero no saben que están ad portas de otro gran cambio paradigmático...

domingo, 12 de mayo de 2013

El paradigma Tradicional

Como ya hemos señalado, en el sistema educacional encontramos 4 paradigmas:
El más común y que casi todos hemos vivido de alguna u otra manera, es el paradigma Tradicional -que podríamos representar por una biblioteca- en donde el proceso educativo consiste en transmitir conocimientos desde el profesor al alumno. Quienes operan desde este paradigma, usan el pensamiento lineal, donde causa y efecto están íntimamente relacionados.  Los profesores se sienten dueños de la verdad, portadores del conocimiento de cada disciplina y pretenden lograr obediencia en estudiantes pasivos que deben ser preparados para incorporarse a la sociedad como obreros, empleados o ejecutivos, obedientes y respetuosos de la autoridad y desde allí contribuir y desarrollarse haciendo un buen trabajo. La cultura es autoritaria, las posturas más bien radicales y las organizaciones son jerárquicas. La extravagancia, la creatividad, la independencia y la autonomía no son bien recibidas. El objetivo de la institución educacional es preservar la cultura y los valores, manteniendo la estabilidad de la sociedad. La fragmentación es vista como una forma para resolver problemas y por eso, el curso se define como sistema y el aula es el ecosistema donde se genera esta transferencia de conocimientos, valores y creencias. En este ambiente, el cambio solo se genera desde arriba (top-down) y por eso el profesor tiene todo el poder y la autoridad dentro del aula. Se emplea el premio y el castigo (la zanahoria y el garrote) y quien no se adapta, literalmente es expulsado.
Los cambios en la organización, vienen desde arriba. Son propuestos por el superior. Y si este no tiene razones para cambiar, intentará mantener el status quo. En este tipo de organizaciones, burocráticas, rígidas y estructuradas, la resistencia al cambio es enorme.
Hemos escogido una biblioteca como símbolo de este paradigma, por varias razones: No cabe duda que los libros son fuente de sabiduría y que una excelente biblioteca es un gran apoyo para cualquier proceso educacional. En una biblioteca pueden haber buenos y malos libros, entretenidos o aburridos, viejos clásicos y novelas de moda pero saber elegir el libro adecuado para lo que necesitamos aprender, es un verdadero arte. Asimismo, un libro impreso aunque puede ser muy valioso y contener mucha información, pero también es estático y modificar su contenido requiere revisiones, actualizaciones y nuevas ediciones que son caras, escasas e infrecuentes y por tanto, tiende a petrificar su contenido. Lo escrito ya ha adquirido una cierta materialidad y se va convirtiendo en ley, sin importar los avances de la ciencia en esa disciplina. Una biblioteca, es un buen símbolo de la estabilidad que busca el sistema, pero que al mismo tiempo, rigidiza y perpetúa una cierta manera de pensar. Es una institución conservadora, de culturas, creencias, conocimientos y valores.
El principal actor de las instituciones educacionales tradicionales es el profesor. Esa es su gran fortaleza y curiosamente, también su gran debilidad. Con buenos profesores se resuelven la mayoría de las limitaciones de este paradigma; con malos profesores los peligros son gigantescos. Y, como veremos, es muy fácil convertirse en un mal profesor.
En las instituciones que funcionan con esta cultura, la gran amenaza es que "el profesor se crea el cuento", que pierda de vista el verdadero sentido de su trabajo y que se desilusione de sus alumnos. Con el poder y la autoridad que le confiere el modelo, el ego del profesor tiende a crecer, su paciencia comienza a disminuir y tiende comenzar a menospreciar a sus alumnos. Con la repetición de tareas, su ilusión de cambiar el mundo se va marchitando. La falta de oportunidades y el poco reconocimiento social, aumentan su frustración. Poco a poco, se va transformando en un pequeño dictador, pierde entusiasmo y disminuye sus expectativas. Cuando esto ocurre, los resultados académicos de sus alumnos se deterioran y se protege culpándolos a ellos. Entra en un círculo vicioso que perjudica a todos.
Esta es una de las tantas razones de porqué la formación valórica de los profesores es fundamental. Afortunadamente, quienes estudian pedagogía normalmente tienen vocación y ética; pero sobre todo, la mayoría de los buenos profesores está consciente de estos peligros y se constituyen en modelos a imitar por los profesores más jóvenes.
Tal vez la característica más importante de un profesor que trabaja en una institución tradicional, es mantener el respeto por sus alumnos. Siempre debe esperar que el estudiante supere al maestro y entrar al aula a entregar sus conocimientos para que la siguiente generación pueda continuar la aventura humana con mejores posibilidades. 
El profesor autoritario, cascarrabias, que refuerza su ego dentro del aula y menosprecia a sus alumnos, hace más daño del que se imagina.




lunes, 6 de mayo de 2013

Paradigmas de la Educación

Como es arriba, es abajo.
Como es afuera, es adentro.
Como es aquí, es allá.
Como fue ayer, será mañana...

Mi vida es un fractal. Lo que me sucede a mí, se repite a otra escala...y así sucesivamente.

Las etapas de mi vida parecen evolucionar como han evolucionado los paradigmas de la educación.

La familia nos recibe, nos protege y ayuda a sobrevivir.
  • Nacemos en un ambiente protegido.
  • En una cultural matríztica.
  • Donde el objetivo es la supervivencia.
  • Y el paradigma es Modelar: copio a mis padres...
El colegio nos prepara para ser ciudadanos responsables.
  • Crecemos en un ambiente autoritario.
  • Preservando y manteniendo los valores y la cultura.
  • Donde el objetivo es la estabilidad.
  • Y el paradigma es Tradicional: acepto las reglas de convivencia...
La universidad nos convierte en profesionales eficientes.
  • Estudiamos en un ambiente competitivo.
  • En una cultura científica.
  • Donde el objetivo es la autonomía.
  • Y el paradigma es Moderno: aprovecho el conocimiento...
La vida real nos transforma en "seres humanos".
  • Trabajamos en un ambiente cooperativo.
  • En una cultura pluralista.
  • Donde el objetivo es la contribución.
  • Y el paradigma es Postmoderno: soy parte del proyecto humano.
Con la madurez, evolucionamos hasta convertirnos en "terrícolas".
  • Comprendiendo que todo está relacionado, el ambiente sistémico.
  • En una cultura planetaria.
  • Donde buscamos sustentabilidad
  • En un paradigma Integral: somos UNO.
Al igual que mi propia evolución de consciencia, la educación ha evolucionado por los mismos paradigmas. Cada institución está en una etapa evolutiva de acuerdo a su propio desarrollo. Algunas, tal vez la mayoría, se encuentran en la etapa tradicional y deben aprovechar los avances de la ciencia para progresar. Otras ya son modernas y deben convertirse en postmodernas, pluralistas, aceptando la diversidad y cuestionando cualquier dogma, especialmente los de la ciencia. Pocas son tan maduras que se sienten parte de un sistema interconectado, que estan conscientes de la complejidad de la vida y de que nuestro destino está irremediablemente unido; pocas son realmente integrales. En nuestras propias vidas, podemos encontrar la ruta de la evolución de la educación. Una pregunta entonces es: ¿En qué paradigma está mi institución? Otra pregunta es ¿En cual estoy yo?