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sábado, 31 de diciembre de 2011

Cambios

Está terminando el año 2011 y en la cartera de Educación, asume Harald Beyer sucediendo a Felipe Bulnes, quien debió enfrentar las peores turbulencias del movimiento estudiantil. En primer lugar, quisiéramos destacar la actuación del ministro Bulnes, que actuó con mesura y conservó la serenidad cuando la mayoría había perdido la cabeza. Fue transparente y rayó la cancha para una discusión de fondo. Podíamos no estar de acuerdo con él, pero era de una sola línea. Extraña encontrar políticos con esa estatura moral. Pero no extraña que haya pagado un alto precio por aceptar el desafío de conducir un ministerio en donde se concentran todo tipo de intereses personales. Bueno, como abogado, sabía distinguir lo correcto y para hacerlo tendría que soportar mucha presión. Una lástima porque la educación chilena pierde alguien serio.
Lo reemplaza un economista, calificado como "experto" en educación. Tiene una mirada externa e independencia de pensamiento; y por si fuera poco, durante muchos años ha estudiado imparcialmente y en profundidad lo que necesita la educación pública chilena. Como técnico y analista, siempre aportó a la discusión y participó activamente en las comisiones pluralistas que buscaban proponer soluciones concretas. Beyer ha demostrado ser capaz de trabajar en equipo. Pero lo que sobretodo llama la atención, es que sabe perfectamente en lo que se está metiendo. Debe tener una gran confianza en su capacidad de diálogo y de convencimiento. Y también muchos deseos de colaborar en la encrucijada que enfrenta nuestro país. Pero necesitará paciencia y acostumbrarse a surcar las aguas turbias de la política. Algo a lo que no está acostumbrado.
Chile necesita cambios. La educación necesita cambios profundos. Y necesitamos alguien que genere las condiciones para lograr la transformación sistémica hacia el aprendizaje del siglo XXI. Ese alguien puede ser Beyer. Necesitará estabilidad y respaldo.
La pregunta es si lo tendrá.
En mi opinión, Chile no se puede dar el lujo de descabezar permanentemente al ministerio que construye su futuro. Se necesita un liderazgo estable para implementar políticas de largo plazo. El peligro es que sigamos culpando a las personas (de este u otro lado), cuando el verdadero culpable es un sistema educacional basado en la producción industrial, estandarizado, anacrónico, estático y rígido que se niega a evolucionar.
Dejemos de culpar al síntoma, ¡erradiquemos la enfermedad!

domingo, 18 de diciembre de 2011

Estaba dormido y lo despertamos...


El espíritu del “fair play” estaba dormido. Todos comprendemos que para desempeñarnos con igualdad de oportunidades en nuestras actividades, necesitamos la cancha nivelada, el fin de los privilegios y del abuso de poder. Sin embargo, durante algunos años, pareció que el fin justificaba los medios; que la letra de una ley era más importante que su espíritu; que la división entre lo correcto y lo incorrecto dependía de las circunstancias; y que ganar era lo único que importaba. Hemos estado tratando de engañar al árbitro y de sacar ventajas en base a nuestra astucia y desconsideración.
Este año, el “fair play” despertó. Y se indignó cuando vio lo que ocurría. Por donde miraba, las faltas eran evidentes:
En la Política, el comportamiento de “los honorables” no respetaba los límites de velocidad o de la prudencia. El poder se había extralimitado.
En las Iglesias, se encontró demasiada suciedad, escondida por años debajo de las alfombras... y conste que solo se han levantado unas pocas. La moral se había relativizado.
En las Empresas, la “responsabilidad social” debió salir a combatir, sin mucho éxito,  las colusiones y las repactaciones que fueron escandalosas. La codicia se había desbocado.
Y así, en muchas áreas de nuestra sociedad...Pero en Educación, la situación era sencillamente grotesca.
Y entonces, el “fair play” decidió manifestarse. Infectó a los jóvenes, especialmente susceptibles al idealismo. Y desde allí, ganó apoyo ciudadano para construir demandas insoslayables. Se tomó las calles y levantó la voz. Consciente de que algunas autoridades intentarían sacar provecho egoísta del llamado a la justicia y equidad, decidió usar como estandarte la “calidad de la educación”. De este modo, cuando el tiempo nos otorgara la perspectiva necesaria, podríamos desenmascarar a aquellos que buscaban solo reafirmar sus intereses.
Este año el espíritu del “fair play” ha removido el piso de nuestra sociedad. Es el terremoto del 2011 y créanme que derribará más edificios que aquel del 2010.
Nos dará la oportunidad de enmendar el rumbo. Es su estilo. La navidad y las vacaciones de verano nos brindarán algo de tiempo para comprender que una sociedad no se puede construir sin justicia. Pero si no corregimos nuestro comportamiento, entonces el 2012 nos traerá sorpresas.
¿Qué aprendimos este año?
Que el cambio es urgente y necesario y que todos somos responsables de manifestarlo.
Que debemos superar el ego individual para construir una sociedad justa y sustentable.
Que aquello que sabemos debe ser coherente con lo que hacemos y lo que somos.
Que el cambio requiere tiempo y una nueva forma de hacer las cosas.
En educación, ¿Qué haremos el próximo año?
Las instituciones, las autoridades, los apoderados, profesores y estudiantes deben asumir nuevas responsabilidades y aceptar el desafío del cambio.
Los estudiantes deben dejar de ser pasivos y asumir la responsabilidad de aprender.
Los profesores deben estar al servicio de los estudiantes, del aprendizaje que logren y de los valores que asimilen.
Los apoderados deben hacerse socios de los profesores y participar enérgicamente en la formación valórica de los estudiantes.
Las autoridades deben diseñar políticas públicas educacionales en dirección de la igualdad de oportunidades y del respeto al “fair play” y medir calidad con indicadores más holísticos.
Las instituciones deben redefinir sus misiones en función de su nueva responsabilidad social.
Pero sobretodo, lo que sucede dentro del aula debe ser diferente: la clase expositiva debe transformarse en una clase participativa. Poco a poco, hay que entregar el volante al estudiante. Dejarlo que conduzca su propio destino. Enseñarle a recorrer el vasto océano del conocimiento en el asiento del conductor. El profesor del siglo XXI debe ser como un GPS en el auto del estudiante y solo dar alternativas e indicar como llegar desde un lugar a otro. Este es el cambio más relevante del 2012...
¡Sacar al estudiante de la maleta y dejarlo al volante!

jueves, 8 de diciembre de 2011

Vivir jugando


La vida es un juego.¡Donde todos podemos ganar! 

Bueno, no conocemos las reglas...pero hoy en día, ¿quién lee un manual de instrucciones antes de jugar? ¡Se aprende jugando!

Tampoco sabemos cuanto dura el juego. Puede terminar en cualquier momento. Y por lo tanto, nada de jugar al empate. Hay que jugar ¡a ganar!

El juego de la vida es como un “solitario”. No tiene sentido hacer trampas...

La primera etapa es acerca de la autonomía. Se juega en nuestra casa. Nacemos indefensos y completamente dependientes. No podemos movernos ni alimentarnos sin ayuda. Por un buen tiempo, nuestra única arma es el llanto, que espontáneamente estalla cuando comenzamos a respirar. Y bueno, algunos descubren que puede ser un arma muy eficiente y la siguen usando por muchos años. En esta etapa del juego, contamos con nuestra familia, que nos protege y nos cobija. Vivimos en un nido, hasta que poco a poco vamos adquiriendo cierto grado de autonomía. Y cuando llega el día en que debemos intentar volar por nuestros propios medios, tendremos que tener el coraje para saltar. Si hemos hecho trampa en esta etapa, no habremos probado nuestra capacidad. Y es ese salto al vacío, cuando dejamos la casa y llegamos al jardín infantil, es esa demostración de osadía, la que nos permite avanzar a la etapa siguiente.

La segunda etapa es acerca del aprendizaje. Se juega en el colegio y la universidad.
Y aunque seguimos luchando por obtener más autonomía, ahora el juego se trata de vencer nuestra ignorancia. Poco a poco, vamos acumulando experiencias que nos enseñan a convivir, pero sobretodo, aprendemos lecciones que nos permiten aprovechar las historias y el conocimiento acumulado por otros en el tiempo. Es la etapa en que nos concentramos en educarnos. Y así, en la escuela, aprendemos a relacionarnos, a conocernos, a descubrir nuestros talentos y a entender como funciona el mundo. Es una época de preparación para desarrollar todo nuestro potencial. Aquí, en el entrenamiento académico, es ¡donde se gana el juego! Tampoco tiene sentido hacer trampas en esta etapa. Tener vacíos en nuestra formación limitará para siempre nuestras posibilidades.
Cuando hemos aprendido suficiente, en función de nuestros intereses y competencias, escogemos un papel que nos guste desempeñar. Este es un aspecto clave del juego: Encontrar una tarea apasionante para desplegar nuestros talentos. Y entonces, con una profesión estimulante y armados de conocimientos, pasamos a la etapa final...

La tercera y última etapa del juego de la vida, es acerca de la Contribución. Se juega en el trabajo.
Algunos creen que esta etapa, es acerca de acumular dinero o posesiones. Están equivocados.
Otros creen que se trata de obtener poder o influencia. Están perdidos.
Se trata de desempeñar el rol que escogimos tan bien como podamos. Se trata de aportar ideas, de contribuir a crear un mundo mejor y así, hacer del juego una experiencia aun más interesante. Nuestro paso por el mundo, debe dejar una huella para que los jugadores del futuro disfruten de experiencias enriquecedoras. Nuestra contribución, aunque sea del tamaño de un grano de arena, cuenta. Y si cuenta, si aporta a mejorar el mundo, entonces, habremos ganado.
Hacer trampas en esta etapa, deja un sabor agrio a nuestros logros y ensucia nuestra trayectoria. Y nadie se siente ganador en este juego, sin integridad.

Para finalizar, permítanme hacerles algunas recomendaciones para ganar en el juego de la vida:

En primer lugar: No olviden nunca las lecciones de autonomía y sigan cultivando un pensamiento independiente. Acepten solo aquellas ideas nacidas en su interior y siempre escojan el camino menos transitado. Sean ¡UNICOS!

En segundo lugar: Tampoco olviden las lecciones de aprendizaje y mantengan viva la curiosidad. Actualicen permanentemente sus conocimientos e impidan que sus neuronas se oxiden. Manténganse ¡VIGENTES!

Pero sobretodo, recuerden que si quieren contribuir, lo único que importa es que sean la mejor versión de ustedes mismos y que haciendo bien, aquello que saben hacer, serán auténticamente ¡GANADORES!

jueves, 24 de noviembre de 2011

¿Científico o Humanista?

Intentar dividir el mundo entre humanistas y científicos es uno de los muchos problemas que tiene nuestros sistema educativo. Las fronteras interdisciplinarias se estás borrando. Es efectivo que en el siglo pasado, la ciencia y tecnología permitieron un progreso notable. Pero estamos experimentando los problemas de haber construido una sociedad industrial, orientada a la producción y eminentemente materialista.Sabemos que la sociedad de hoy responde a la educación de ayer. Una educación industrializada y deshumanizada produjo esta sociedad egoísta e injusta. Sospechamos que si queremos humanizar la sociedad del mañana, necesitamos diseñar una educación justa y sustentable. Los desafíos del mundo global y la sociedad de la información, requieren profesionales con formación integral. Esto significa que la mirada científica, lineal, pragmática, debe complementarse con una comprensión humanista de la sociedad. Hoy, mas que nunca, la sociedad necesita habilidades blandas. Necesitamos recuperar la importancia del humanismo y construir una nueva educación, con el ser humano y el bienestar social al centro de nuestra preocupación. Debemos impulsar a nuestros jóvenes a reencontrarse con la profundidad del conocimiento humanista, a recuperar los valores universales y a escoger carreras que ayuden a restablecer el equilibrio. Nuestro futuro depende de nuestra capacidad de mantener la esencia del ser humano en todas nuestras actividades. Por eso, si tuviese la posibilidad de volver a elegir, estudiaría una carrera humanista en pregrado. Elegir una carrera científica es una posibilidad, pero es el camino largo, porque la búsqueda del conocimiento siempre termina al interior del ser humano. Lo dice un ingeniero dedicado a la educación.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Postdata


La carta del futuro fue una sorpresa. Asombrosa desde múltiples perspectivas. Y mientras asimilaba el mensaje de optimismo, luchando por vencer la resistencia de mi mente racional (que buscaba explicaciones), una pequeña frase, que venía como postdata, fue adquiriendo energía en mi interior. La carta terminaba así:
PD: Abuelo, tenías razón, la transformación comienza en la educación. Y la respuesta que buscas, ¡está en el corazón de los profesores!
Al principio, esta frase pasó desapercibida. Obnubilado por el origen de la misiva, aturdido por el mensaje inexplicable y complicado tratando de descifrar lo indescifrable, no presté atención a este final.
Poco a poco, esta nota de despedida fue cobrando importancia...
En primer lugar, señalaba que yo tenía razón. Si la carta venía del futuro, tal vez el remitente supiese que en el momento en que yo la leería, mis tribulaciones apuntaban a la necesidad de cambiar los paradigmas para construir una sociedad más justa. Estaba entonces...o estoy ahora, convencido de que la única esperanza de la humanidad era una profunda transformación sistémica. Que debíamos cambiar el modelo conductista que derivaba de las añejas teorías económicas imperantes. Y que necesitábamos incluir la dimensión altruista del ser humano en nuestra forma de relacionarnos. ¡Necesitamos entendernos mejor!
Señalaba además, que la transformación debía comenzar en la educación, lo que tenía lógica. Las generaciones jóvenes son más plásticas y flexibles. Exentas de prejuicios, allí pueden germinar ideas novedosas. Coincidiendo con Claudio Naranjo: Hay que cambiar la educación para cambiar el mundo, esta frase ratificaba mi intuición más profunda: La educación industrializada no es adecuada para el ser humano. ¡Necesitamos educarnos mejor!
Terminaba indicando, que la respuesta está en los profesores. Pero no en su mente, sino en su corazón. No en su parte racional, sino en su parte emocional. No en las teorías pedagógicas sino en el comportamiento que tenían. Personas que tenían vocación de servicio, que creían en el perfeccionamiento humano y que confiaban en sus semejantes. Que sabían el significado de la empatía ¡Necesitamos querernos más!
Entonces comprendí que la escuela debía ser modelo de la sociedad del futuro; un lugar donde los profesores fuesen un ejemplo valórico, donde los estudiantes aprendiesen a conocerse a si mismos (encontrando y desarrollando sus talentos) y a convivir con los demás (respetando y aceptando la diversidad). Pero sobretodo, un lugar donde se buscaba el bienestar general a través del crecimiento individual y colectivo. Solo una escuela con empatía hoy, produciría una civilización sustentable mañana: ¡Necesitamos modelar el futuro en las escuelas de hoy!
Por eso quiero hacer una invitación a ustedes, queridos profesores, para que respondan desde su corazón, la pregunta que ni los políticos ni los estudiantes han sabido contestar.
Necesitamos escuchar la VOZ DE LOS PROFESORES...
Dejo lanzada una pregunta pregunta a quienes realmente saben de educación:
¿CUÁL ES LA EDUCACIÓN A LA USTED ASPIRA?

viernes, 28 de octubre de 2011

Inauguración 1er Simposio Latinoamericano de Educación Artística


Nuestra sociedad, está enferma.
Imagínenla como una mujer de poco más de 40 años, acostada en su cama, sintiéndose pésimo y sin querer levantarse. No quiere mirarse al espejo y ver las huellas de los excesos de ayer...Sus signos vitales son irregulares y los dolores se sienten en todas partes. Su espíritu está deprimido.
Les pinto esta escena, porque siempre he pensado que una imagen vale 1000 palabras....
Y cuando hablo, pinto escenas....
Cuando pienso, dibujo
Cuando expreso sentimientos, nada mejor que plasmarlos en una tela.
Siempre quise ser artista. Cuando llegué a 4to medio, mis padres y el destino me ayudaron a elegir mi carrera: terminé estudiando ingeniería civil.
Y por algún tiempo, me olvidé del arte y me dediqué a desarrollar proyectos inmobiliarios. Mi vida transcurrió “normalmente” por muchos años. Pero la vida está llena de sorpresas y en una de esas encrucijadas que se nos presentan en nuestro camino, decidí hacer un diplomado en artes visuales en la UC. Fue hace como 10 años, pero recuerdo claramente mi primer día de clases:
El ramo: Pintura
El profe: Roberto Farriol
La tarea: 5 autorretratos... ¡para pasado mañana!
Durante 2 días no dormí y sin embargo conseguí pintar en mi estilo, hiperrealista 5 telas y llegué a clases, cansado pero contento. Suponiendo que sería bien calificado, esperaba ansioso el veredicto del profesor. Solicitó mis trabajos y los expuso delante de todos…para comentar que eso era “exactamente lo que NO había que hacer”. Continuó, diciendo que “este caballero debía ir a “Fotografía” y que en los autorretratos se reflejaba la personalidad del artista: yo era perfeccionista, detallista, ¡trabajólico y egocéntrico!
Siguió hacia un compañero que tenía las telas con 3 o 4 trazos, en brocha gorda y quedó maravillado… encontró un verdadero artista.
Comprendí que ser artista era atreverse a recorrer el camino menos transitado, era ser rebelde, romper los moldes, cuestionar los paradigmas vigentes y proponer nuevas ideas. Ser artista implica usar esa sensibilidad exacerbada para explorar territorios no explorados. Ser artista es cambiar de anteojos y mirar las cosas sin miedo.
Y volviendo a esa imagen de nuestra sociedad enferma que propuse antes, permítanme una analogía: Si la sociedad es el cuerpo de aquella mujer, entonces los artistas son sus emociones. Son sus sueños e ilusiones, deseos y temores. Y, si continuamos con la analogía,  la educación es la mente de aquella mujer, donde se han tejido los hábitos y forjado los valores y creencias.
Pienso que el arte debe ayudarnos a replantear nuestra forma de relacionarnos, a buscar nuevos caminos, a rebelarnos contra un sistema que no conduce al bienestar.
Pienso entonces, que la educación debe transformar a los profesores en verdaderos artistas, sensibles a las diferencias de sus alumnos, rebeldes para generar pensamiento crítico y auténticos, para esculpir espíritus nobles.
Recuperar a nuestra sociedad requiere de una alianza entre el arte y la educación. Entre las emociones y la mente de aquel cuerpo enfermo.
Aprovecho entonces de darles la bienvenida a esta reunión de artistas y profesores, que pretende ser un primer paso hacia el tratamiento de recuperación. Quisiera que disfruten el evento. Que los artistas nos contagien su valentía y nos inspiren a cambiar. Y que los profesores acepten el desafío de convertirse en escultores del futuro de nuestra sociedad.
Ojalá que aprendan, que disfruten, que reflexionen y sobretodo...que cambien.
¡Salvemos a la sociedad!

lunes, 10 de octubre de 2011

Las Transformaciones de la Educación


Aquellos que vivimos en los inicios del siglo XXI, seremos testigos privilegiados de una metamorfosis impresionante en nuestro sistema educativo. Se trata de una transformación sistémica que cambiará nuestra forma de entender la educación. Una aventura equivalente al descubrimiento de nuevos mundos y que probablemente en el futuro se conocerá como la “Revolución Educacional”
Esta gran aventura del ser humano, tendrá 3 expediciones. Cada una de ellas, será un desafío de grandes proporciones. Viajaremos hacia nuestro destino usando la ciencia y tecnología. Herramientas poderosas que pueden ayudarnos a combatir los males que afectan a nuestra sociedad. El futuro de la humanidad dependerá de la evolución colectiva que logremos en este proceso de transformación.
La 1ra transformación de la educación será desde la enseñanza al aprendizaje:
Este viaje ya comenzó. En algunas instituciones pioneras, lo que importa no es lo que se enseña, sino lo que se aprende. El profesor y los contenidos dejan de estar al centro del proceso educativo. El estudiante y sus intereses, toman un rol protagónico.
Por una parte, se trata de diseñar una educación personalizada, orientada a descubrir los talentos de cada estudiante. El rol del profesor es inculcar el deseo de aprender aquello que desarrolla el talento individual de cada estudiante, con la mirada puesta en el bienestar general de la sociedad. Pensamos que el rendimiento óptimo (*) de una persona se logra cuando se desempeña en un área que le apasiona, desarrollando tareas para las cuales tiene competencias. Necesitamos comprender que cada persona es verdaderamente única y que por lo mismo, tiene características diferenciadoras que la hacen sobresalir en una tarea que nadie más puede hacer mejor que ella. En este sentido, en nuestras mentes hemos construido una intrincada red de conexiones neuronales que nos distingue y nos diferencia. Somos diferentes y eso constituye una ventaja para nuestra aventura colectiva.
Por otra parte, se trata de reconocer que el aprendizaje es un proceso emocional, como indica la neurociencia y que debemos adecuar las estrategias pedagógicas y didácticas para lograr construir una cultura de aprendizaje autónomo. Una cultura que promueva el placer de aprender. Donde la tarea del educador es responsabilizar al estudiante por su propia educación y fomentar su curiosidad intelectual apelando a sus emociones. Naturalmente, habrá que promover la colaboración para lograr aprendizaje entre pares y también entregar herramientas que permitan a los estudiantes gestionar en forma eficiente la enorme cantidad de información disponible y así, combatir la obsolescencia del conocimiento, manteniéndose a la vanguardia en su disciplina. Pero fundamentalmente, el profesor debe tener inteligencia emocional y prepararse para producir ambientes de aprendizaje que garanticen una formación valórica sólida, que contribuya a una convivencia pacífica y a generar comunidades diversas, sanas y sustentables.
La 2da transformación, la más desafiante, será desde la estandarización a la diferenciación.
En un mundo donde la única certeza es el cambio, los organismos que se adaptan mejor, sobreviven. Un concepto que las ciencias económicas importaron desde la biología y que aplicaron a las organizaciones empresariales, nos hace analizar en forma bastante crítica al sistema educativo: Un sistema industrializado, rígido y sistematizado que pretende reproducir conocimientos que ya han quedado obsoletos. Es en este cambio, donde se juega verdaderamente el destino de nuestra sociedad. Necesitamos diseñar un sistema educativo flexible, adaptable y esencialmente dinámico.
Proponemos entonces, diseñar currículos amplios, diversos e interconectados- con el fin de proporcionar alternativas para el desarrollo de aptitudes e intereses - en la línea de la personalización. Y con urgencia, expandir los límites del aula. Tal vez la limitación más dañina del proceso educativo, es que el trabajo del profesor y por extensión, el proceso de aprendizaje se entiende circunscrito al aula. Estudiantes responsables y curiosos necesitarán disponer libremente de ambientes de aprendizaje para alimentar su pasión por aprender. Será necesario incorporar una mirada interdisciplinaria en el trabajo estudiantil, evaluando criterios y comprensión de conceptos más que resultados. Más aun, la creatividad e innovación deben ser reconocidas y estimuladas. La originalidad debe premiarse en lugar de castigarse. En suma, necesitamos un sistema flexible, sin burocracias ni etiquetas permanentes (profesores que puedan dictar varias disciplinas o varios profesores para un ramo) y por supuesto, que permita movilidad en función de intereses y capacidades. La edad no es un criterio lógico para agrupar a estudiantes, al menos desde la óptica del aprendizaje. Nuestra comprensión de la educación debe tener una perspectiva holística en total contraposición a la fragmentación y desconexión actual.
Ahora sabemos que la neurogénesis – la creación de nuevas neuronas – es un proceso que continúa en la vida adulta y que corrige el error de suponer que nuestra plasticidad mental solo se mantenía hasta la adolescencia. ¡Nunca es tarde para aprender! No importa cuanto tiempo llevamos haciendo las cosas mal, lo que importa es corregirlas. Los síntomas que presenta nuestra sociedad enferma se deben a una educación fosilizada, con aversión al cambio.
La 3ra transformación, la más reconfortante, será desde la producción al servicio.
La concepción utilitaria de la educación, proveniente de su origen industrial, debe reemplazarse por una orientación de servicio hacia la comunidad. No nos educamos solo para satisfacer nuestros intereses egoístas, sino que también nos educamos para construir una sociedad justa y sustentable. Nos educamos para aportar al proyecto humano. Nos educamos para servir a nuestros semejantes en un trabajo colectivo de búsqueda de bienestar general.
Por esta razón, en el proceso formativo debemos aprender a desarrollar responsabilidad social, partiendo de una sólida formación en valores universales. Igualmente, temas como sensibilidad ambiental, respeto por la naturaleza y sostenibilidad no deben obviarse. La evidente fragilidad de nuestro ecosistema es materia urgente e importante para la supervivencia pacífica de nuestra especie.
La inclusión de todo ser humano al proceso de formación educativa, con miras a ser un aporte a la sociedad debe ser un derecho irrenunciable. En este sentido, pensamos que cada persona debe tener acceso a una educación que le brinde una oportunidad de desarrollar sus talentos. Pero aceptar estos derechos implica también aceptar la responsabilidad de orientar esos talentos al bien común. El estudiante que aprovecha estos derechos, debe estar consciente de que adquiere una deuda con la sociedad que lo ha formado. Y debe cancelarla con altruismo y empatía. La lucha por mejorar nuestro mundo es una batalla que requiere sumar a todos. Nadie puede viajar de polizón en esta expedición.
Afortunadamente, las neuronas espejo o neuronas de la empatía, descubiertas a fines del siglo pasado, demuestran que el altruismo es una dimensión presente en el ser humano y en animales. Explican comportamientos sociales y dan origen a la nueva hipótesis de que las nuevas generaciones tienen más desarrollada esta característica- empatía-que las generaciones anteriores. Cuando los jóvenes dejan de preocuparse de la supervivencia, pueden concentrarse en el bienestar común. Si fuese así, es posible que la humanidad esté evolucionando hacia una civilización empática.
Esta postura nos permite mirar hacia el futuro con cierto optimismo. Si el futuro de la humanidad se crea en el presente educacional, los vientos de cambio y las turbulencias que experimentamos hoy, pueden ser favorables. Pero hay más nubes negras en el horizonte. El riesgo que estamos corriendo, al menos en la actual contingencia, es que sean los políticos y los estudiantes los que negocien el destino de la educación. Peligrosa combinación de actores para un juego tan relevante. Los profesores no pueden eximirse de participar en esta transformación. Curiosamente parecen haber enmudecido. Probablemente porque intuyen el dolor de una metamorfosis que extinguirá la imagen tradicional del docente-experto. Pero confiemos en que aquella proverbial vocación de servicio que los caracteriza, superará al ego amenazado y que finalmente levantarán la voz y participarán en la transformación.
 La ciencia nos está permitiendo comprender como funciona la mente. Pero como se ha dicho antes, si podemos mirar desde una perspectiva más amplia, es porque estamos parados sobre hombros de gigantes. Los avances científicos de la neurociencia, sumados a los conocimientos ancestrales de la exploración hacia el interior del hombre, permitirán una comprensión más profunda de nuestro rasgo más distintivo, el pensamiento independiente. Oriente y occidente, sumarán fuerzas para entender al “cochero” con que Gurdjieff magistralmente describió a nuestra mente.
Armados con esta nueva comprensión, los profesores podrán reinventarse y transformar la educación. Desde allí, podremos flexibilizar las organizaciones educacionales dándoles la misión de priorizar el bienestar general. Solo entonces, será posible el sueño de Claudio Naranjo: “Cambiar la educación para cambiar el mundo”. Y es más que evidente que necesitamos cambiar el rumbo para dirigirnos hacia un futuro sustentable.
Para que las generaciones venideras tengan esperanza, necesitamos una nueva educación: Dedicada a formar estudiantes con pensamiento propio; capaz de adaptarse al cambio y orientada hacia el bienestar. En otras palabras, con la responsabilidad de inculcar autonomía, flexibilidad y empatía. Esa educación vacunará a la sociedad de los virus de la codicia, la injusticia y el consumismo.

Creemos, sinceramente, que se puede. ¿Y usted?
(*) Siguiendo lo señalado por Sir Ken Robinson en su libro “El Elemento”.

sábado, 24 de septiembre de 2011

La sociedad que debemos construir


Propongo que seamos optimistas. Que imaginemos un mundo diferente, donde reine la libertad, la paz y la justicia. Que concibamos una sociedad que tenga como valores dominantes el respeto y la responsabilidad. Donde el ser humano haya conseguido convivir en armonía con la naturaleza y con sus semejantes.
¿Será posible?
Supongo que para lograrlo, necesitamos rectificar nuestro modo de vida, cambiar nuestros valores y reconsiderar nuestras prioridades. Necesitamos un cambio urgente.
Hay algunas señales evidentes: Los jóvenes parecen estar buscando una nueva definición para el humanismo. Han perdido confianza en las instituciones y rechazan el materialismo excesivo y la injusticia. Buscan espacios de participación porque tienen sensibilidad social y conciencia medio ambiental. Descontentos con la sociedad que heredaron, están luchando por mejorar el mundo.
Es natural que allí comience la transformación. En la juventud hay tierra fértil para sembrar vientos de cambio. Bien lo saben algunos políticos que están pensando en la próxima elección, cuando debieran estar concentrados en la próxima generación. Pero no podemos dejar que el oportunismo de algunos contamine la gran oportunidad de cambiar el rumbo del “viaje humano”.
Tenemos que tener la vista puesta en el futuro. Por eso, parece razonable que el cambio, comience en la educación. La sociedad que debemos construir, necesariamente se edifica sobre los cimientos de una nueva educación. La educación para una sociedad conectada, orientada al bienestar general.
Y entonces, quienes deben responder a las inquietudes de los estudiantes y dirigir la discusión hacia los cambios estructurales orientados a mejorar la educación, son los profesores. Curiosamente, parecen estar ausentes del debate de ideas. Esto me parece grave. Es indispensable que aprovechemos la oportunidad para debatir sobre ideas que verdaderamente apunten hacia la calidad educacional.
Necesitamos que los profesores saquen la voz, que propongan caminos y ofrezcan alternativas. Que lideren la discusión y asuman la responsabilidad de ser arquitectos del futuro. Invito a nuestros profesores a usar este medio para proponer ideas. Unamos fuerzas, mentes y energías. Juntos, podemos ser optimistas. ¡Si, se puede!

lunes, 12 de septiembre de 2011

Carta del Futuro


                                                                Isla de Pascua, 11 de Setiembre, 2061

Querido abuelo,
Te escribo una carta desde el futuro. Te ruego disculpes si cometo errores pero esta forma de comunicación se extinguió hace tiempo. Lo hago, porque quiero que me comprendas. Trataré de hablarte desde el paradigma dominante de tus tiempos.
Sé, que en estos 50 años, nuestra casa, tu mundo, ha cambiado tanto que te costaría reconocerlo. Es un organismo viviente que se logró recuperar después de una larga convalecencia.  Hoy, es un planeta sano. Convivimos en armonía, con la naturaleza y la tecnología, aceptando nuestros deberes y responsabilidades. Quitamos la basura del espacio, descontaminamos el medio ambiente y cuidamos los recursos naturales para las generaciones del mañana.  Ahora, incluso la tecnología está al servicio de la flora y fauna. Hemos conseguido la sustentabilidad que tanto quisiste.
Nuestra familia, tu sociedad, se ha transformado en una comunidad diversa y tolerante. Vivimos en una cultura basada en la Confianza y el Respeto, que busca el bienestar, la calidad de vida y el desarrollo interior. Extirpamos de nuestro comportamiento aquellas actitudes egoístas e irrespetuosas como la violencia, la codicia y el abuso. Tenemos igualdad de oportunidades y nuestras diferencias son apreciadas. Logramos, con esfuerzo y dedicación,  construir una civilización justa y solidaria.
Tenemos conciencia de que el equilibrio es frágil, pero hemos aprendido mucho desde tu época del terror. Para ti, se cumplen 10 años desde el cambio de era, desde el desplome de las torres gemelas de Nueva York. Estás viviendo en tiempos terribles. Los años turbulentos. Debes tener miedo. 
Cuando leas esta carta, quizás te sorprendas ya que yo aun no he nacido, pero no quiero que te preocupes. Estoy bien. A punto de ver nacer a mi nieta. Recuerdo con nostalgia cuando me contabas cuentos, me arropabas al dormir y me dabas el beso de buenas noches. Tu cariño sigue vivo en mí.
Te escribo para darte esperanzas.  Para agradecer que hayas seguido luchando por la justicia y la sustentabilidad, a pesar de todo. Para que sigas insistiendo en el diálogo como herramienta para lograr consenso. Para que mantengas el amor como tu prioridad. Para contarte que la historia tiene un final feliz.
Sé que estoy cometiendo una imprudencia al enviarte esta misiva. Intervenir en el pasado está prohibido por la ley Mariposa. Pero no me parece justo que vivas con incertidumbre. Hay una civilización que ha logrado sobreponerse a las dificultades porque existieron personas como tú, que imaginaron un mundo mejor.
Logramos triunfar porque algunos de ustedes nunca se dieron por vencidos. Gracias desde un futuro maravilloso. ¡Muchas gracias!
Te quiere mucho tu nieta, 
Filipa.